Mientras subsista la ceguera, todos tendremos que pagar los platos rotos

Mientras subsista la ceguera, todos tendremos que pagar los platos rotos

"El paro demostró lo que históricamente es una verdad incontrovertible: estar contra la paz no puede ser jamás una política"

Por: Carlos Tamara
junio 21, 2021
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Mientras subsista la ceguera, todos tendremos que pagar los platos rotos
Foto: Twitter @infopresidencia

No encuentro una palabra precisa para significar la continuidad sigilosa del paro. Quizás lo que mejor explique tal constancia es la malhadada continuidad de este gobierno, es decir, que mientras subsista esta administración nos mantendremos en paro. Si tuviéramos otro sistema político resultaría absolutamente evidente que ya se hubiera caído.

Esta inexorable conclusión puede entresacarse después de leer detenidamente cuatro artículos aparecidos en El Espectador en su pasada edición dominical: 1: Las piruetas para suplir la falta de TransMilenio. 2: Las millonarias pérdidas del transporte público durante el paro nacional. 3. El renacimiento de Estados Unidos ha comenzado. 4. Ojalá.

Los dos primero enfocan sendos informes que uno quisiera más pormenorizados sobre cómo el paro dirigió su intención a imponer la parálisis del país. Claro, especialmente en Bogotá se hizo ostensible en tanto su transporte público es más sistémico y, por tanto, más masivo. Obsérvese que no me detengo en las implicaciones del bloqueo de las carreteras que atacaban otras paralizaciones.

No puede colegirse todavía que sea una decisión surgida de alguna concepción estratégica de la organización del paro, pero eso fue lo que resultó. Puede decirse que la lógica del paro fue inferior a la lógica de las movilizaciones. Esta dicotomía podría tener incrustaciones bíblicas de carácter acásico: al controlar las salidas (búsquedas), se entorpece la aparición de más oportunidades.

El lenguaje subliminal o si se quiere el criterio semiótico que podría sintetizarlo subyace en algo así como: si nosotros estamos sin trabajo quienes lo tengan no podrán cumplirlo. Es un golpe directo hacia que la realización del capital no se cumpla. El colapso de las líneas de servicio amenaza la generación y continuidad de la ganancia. Y si a eso se agrega lo que venía de la pandemia…

Más síntesis: todos en la cama o todos en el suelo.

Ahora bien, la pregunta obvia es de una profundidad insondable. ¿Cómo es que la movilización de vándalos podría haber logrado una síntesis tan abrumadora y estratégica como esa? Una idea posible es que sea el mismo sistema público de transporte lo que esté causándole problemas de egresos a la gente. Entonces las síntesis podría venir de otro lado: si no podemos pagarlo, acabémoslo. U otra: si no es para nosotros que no sea para nadie.

Y en gran síntesis holística: si este gobierno no nos sirve a nosotros, impediremos que le sirva a alguien.

Por eso el castigo ha sido implacable. Hasta el punto que desde ya pudiera decirse: cualquiera que hubieran sido las intenciones estratégicas de este gobierno lo que salta a flote es que, casi vencido su tiempo, entregará un país más pobre que el recibido. Y eso más que una tragedia pudiera ser un martirio.

Este gobierno es un desastre cantado. El paro ha demostrado que no le está sirviendo a nadie. Ni siquiera al Centro Democrático en su macabra intención de seguir gobernando el país.

Antes de cerrar esta componente de nuestro análisis, esta situación se repite en otras grandes ciudades con servicios sistémicos de transporte, aunque el peso específico sea diferente; lo cual debería implicar muchos sesudos análisis sobre aspectos diferenciales de desarrollo de las ciudades de singular importancia estratégica nacional. Lo que imaginamos de patada es que no existe una entidad nacional que se encargue de realizar esos análisis de comprensión estratégica diferenciada; es decir, ejemplo, nunca creeré que Planeación Nacional pudiera abocar ese cometido. Quizás un cónclave de sabios pudiera hacerlo, si se les provee de datos.

El tercer artículo se refiere de manera indirecta al entorno geopolítico del paro que se puede sintetizar en estas frases que para nosotros suenan trágicas. (…) en marzo la industria manufacturera estadounidense se expandió al ritmo más rápido en casi cuatro décadas. Las compañías están desesperadas por contratar a trabajadores nuevos”. Y antes ha dicho: “tras décadas de ralentización del dinamismo empresarial, en 2020 se crearon 4,4 millones de nuevas empresas, un récord moderno por mucho”.

Ahora bien cuáles son esas implicaciones para Colombia conectadas con el paro. Pueden colegirse de la argumentación contenida en el otro artículo, Ojalá, que analiza la situación nacional contendía en la publicación del Marco Fiscal del Mediano Plazo que divulgó el gobierno. El columnista entresaca que el pago de los intereses no significará “más allá del 20% en relación al PIB (ojalá) si bien la deuda lo harán en más del 40%.  Y es aquí donde está el veneno pues a continuación agrega: “Esto luce optimista en un escenario de pérdida de grado de inversión y aumentos futuros en las tasas de interés en Estados Unidos, que tenderán a encarecer los créditos futuros”.

En las condiciones de “el renacimiento de Estados Unidos ha comenzado” no solo se encarecerán los créditos, es posible que ni siquiera se consigan: las inversiones manufactureras en los Estados Unidos absorberán su propio mercado de capitales incluso de Europa y China. Debe insistirse en una diferencia cualitativa importante: la inversión está aplicándose al componente manufacturero y no al financierista; por lo tanto la propensión es de más largo aliento, pues estas inversiones atraerán mucho más negocios en el futuro, lo cual alarga en el tiempo la opción de que pudiera acceder nuestro país a un menor costo en los intereses. Amén de que el dólar puede crecer de valor, lo que incidiría en el costo de los créditos ya contratados que se expresaran en esa divisa.

Entonces a todas vistas los efectos a largo plazo del paro son catastróficos tanto como sigilosos.

A este análisis todavía podría agregarse el compungido clamor, casi un pujido, contenido en el editorial: A reconstruir la relación con Estados Unidos, de esa misma edición.

La nefasta administración de la embajada colombiana en Estados Unidos de América. Hemos venido denunciando que este gobierno todavía no cree que Trump haya perdido las elecciones al ratificar de una manera o de otra que nuestro país todavía no está alineado con Biden. Mantener a un embajador que ni siquiera fue capaz de lograr que la vicepresidenta fuera recibida por Kamala Harris es mantener los ojos atiborrados de algo muy espeso. Lo que pudieron haber estado intentando es que Duque sea recibido por Biden. Eso pudo haber golpeado el paro. No pudieron.

¿Algo peor sería posible? ¡Si! Nombraron en su reemplazo en tal embajada a Juan Carlos Pinzón. ¡Por ponerla Guatemala la pusieron Guatepeor!

Hay que resaltar que estos asuntos aparentemente diplomáticos cuestan billete. ¡En dólares! ¿Cuánto costará al país remendar este gigantesco hueco únicamente achacable a una ilegal intromisión de política partidista en el desempeño de las instituciones? El asunto es peor pues al parecer el cáncer de tal intromisión permeó a una gallada de empresarios que acolitaron la acometida politiquera del embajador en las elecciones de los Estados Unidos. ¿Será que queríamos competir, ¡o ilusión o caos!, con la acción que se dice implementó Putin en la elección de Trump? ¿Será que nuestra obnubilada pretensión de tumbar a Maduro cegó la mente, que consideramos escasa,  de nuestro embajador? Se deduce que tal visión procede del más alto líder del partido Centro Democrático. Nadie lo dude. Pacho Santos es un pobre diablo que jamás podría con una tarea de esas. A estas alturas cabría una pregunta absolutamente estúpida, pero que da idea de lo cruel del asunto: ¿cuántos votos hubiera podido poner Pacho Santos que no los tiene ni en su casa? ¿Será que la presencia de empresarios anunciaba llegada de chequeras?

Entonces el gobierno nos deja con un paro nefasto. No puede decirse que no sea esta su obra cumbre. Siempre dijeron que querían hacer trizas el acuerdo de paz. Bueno, ahí tienen los resultados. Creyeron que eso salía gratis y ahora tienen un país hecho trizas. Con varios agravantes: Biden no apunta a la denegación de tal acuerdo, pues es sistémicamente inmoral hacerlo. Biden no acolita la permanencia en el poder de un gobierno que esté en contra de la paz sencillamente porque eso no se le ocurre a nadie. Otra: Maduro está vivito y coleando. Podría estar más duro que el Centro Democrático en el poder. ¿Será que no llegaron a mamertos? Ojo, ya se fue Trump, su brazo armado.

El paro demostró lo que históricamente es una verdad incontrovertible: estar contra la paz no puede ser jamás una política.

Y ahora todos tenemos que pagar los platos rotos mientras subsista tal ceguera.

Entonces la dificultad para encontrar una palabra que sintetice todo este fenómeno es real.

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