Medios y naturaleza humana, más complejo de lo que parece

Medios y naturaleza humana, más complejo de lo que parece

Aunque todo evoluciona rápido, ¿será que estamos listos para la llegada de nuevas y más trascendentes formas de transmitir y percibir?

Por: Aldo Yepes
noviembre 15, 2018
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Medios y naturaleza humana, más complejo de lo que parece
Foto: Pixabay

Cuando a nuestra especie se le presenta la oportunidad de desarrollar de manera amplia la capacidad de comunicarse no considera alejar la actitud de anteponer el interés propio al ajeno. Así se generan problemas en el proceso de intercambiar información entre dos o más participantes con el fin de transmitir o recibir significados y se acaba poco a poco con la posibilidad de mitigar parcialmente las confrontaciones que pongan en riesgo un estado de buena salud mental y física ya sea individual o colectivamente.

¿El egoísmo tiene participación activa en la naturaleza humana? Sí esa actitud permanece, se adapta con el cambio de la cultura y comienza a ser observada en una cantidad de aspectos y situaciones increíblemente alta entonces se habrá aferrado al humano y se pone en peligro el progreso de nuestro intercambio de unión de conceptos, al menos de forma apacible. Por ejemplo: las creaciones de nuevos métodos de propagación y recepción de información se escuchan ante el mundo entero como algo bueno, sin embargo, estos tienen que conocer y en muchos casos permanecer en esa constitución de nuestra sociedad que no permite a mayor escala la integración ecuménica. La aparición de inventos como la televisión, la radio y más nuevo: la internet, en lugar de significar bajo la perspectiva de la población cuando ya se tiene acceso a ellos una conveniencia para el crecimiento intelectual, estético y sensible se convierte en un espacio de transmisión de odios y manipulación constante.

Si la humanidad, en un principio, en su anuncio lo ve como algo bueno… ¿por qué no se ve así cuando sale? Puede ser que no fortalezca su característica de dudar, de cuestionar y no reconozca sus propios actos, no reconozca su comportamiento natural. Y es que parece que no es necesario esperar porque se hace la transición de percepción positiva a perderla casi completamente y dejarse llevar por quienes también han caído, de forma veloz, casi imperceptible.

Medios como la televisión se han caracterizado siempre por participar activamente en el mercado, tanto en la venta de esa invención como para sostener un canal y como el mercado es competitivo se llena de confrontaciones interesantes que a primera vista parecen no hacer ningún daño. Hay que tener en cuenta que no hay que ver la competencia como algo malo, puede significar bajo el esfuerzo humano una forma de superación y aceptación, el problema nace cuando se encuentra con las otras características comunes del hombre. No solo un egoísmo ‘no racional’ también el creerse superior al otro –sin saber este último que en algunos casos él pone en el pedestal al primero-. Quien concentre la mayor cantidad de público es uno de los conflictos en todos esos ejemplos de medios de comunicación y se entiende, porque en ciertos casos necesitan mantenerse, después, comienza otro interesante conflicto, esta vez una guerra sucia que suele implicar desinformación, desprestigio y acusaciones frecuentes.

Que en la red virtual se nos proporcione mucha libertad puede suponer un beneficio en el aspecto de la independencia para expresarse y de la ampliación de posibilidades. Bien, sin embargo, esa ampliación es vista por una cantidad inexacta de entes como el momento justo para realizar acciones que terminan siendo malignas para otros participantes como lo puede ser la falsificación de contenido. También se da la oportunidad de crear un sin fin de cosas que tarde o temprano pueden ser tocadas para una ganancia individual.

El resentimiento es otro factor importante. Haber perdido poder y libertades llena de rencor a un conjunto de personas que cuando se topan con una oportunidad, una voz fuerte que les guíe justifican invasiones que ponen en riesgo la seguridad de otro, porque ahora que han sido despojados de tanto suelen preguntarse: ¿y ustedes qué? Deshacerse del contrario, que sufra lo mismo, olvidando sobresalir ante las adversidades.

Campañas en contra del incremento de la popularidad o de los avances del contrario es una estrategia que aún sigue viva, se aprovechan del alcance de las nuevas variaciones de los mecanismos de difusión para dar un mensaje muchas veces errado y poco argumentado en contraposición de alguna decisión que tiene relevancia sobre un gran conjunto de personas y se suele utilizar de manera cínica la excusa de usar un sistema de libre expresión.

Pero ¿por qué hablar de esas características? Se esparcen increíblemente rápido. La cultura evoluciona y el humano logra que esas condiciones se establezcan como reglas de juego. Durante mucho tiempo el sistema internacional funcionó bajo esas particularidades, la venta y adquisición de cosas se maneja con esas condiciones, las polémicas tratan o son tratadas con esas condiciones y todo eso con ayuda de los dispositivos de transmisión, divulgación, ¡expansión! En la sociedad actual se destaca su poder de determinar o alterar la forma de pensar o de actuar de alguien y esa cualidad se consigue a través de la relación recíproca entre dos o más personas. Dando así un montón de contingencias que pueden ser relevantes en un futuro.

Es tan así que en hechos históricos esos supuestos avances han sido guiados para una meta individualista y de daño al contrincante. Claro está que posterior a esa lucha esos símbolos de progreso han sido utilizados para un bien universal y como es costumbre han sufrido cambios de distintas características con el fin de proporcionar una mayor cantidad de ventajas.

Un ejemplo

Guerras armadas, revoluciones violentas, toma de armas sin pensar en otra forma son algunos ejemplos. Los dos conflictos mundiales estaban fuertemente influenciados por esa naturaleza humana desgarradora y fuerte, tanto así que al final las potencias victoriosas se preguntaban cómo ganar mayor dominio, como resultado la guerra fría que polarizo de manera increíble el mapa económico y político durante la próxima mitad del siglo 20. Pocas y frías comunicaciones entre dos naciones fuertemente armadas nuclearmente y con un poderío propagandístico inmenso: como desarrollar distintos aparatos para comunicarse, pero con el fin de causarle algún daño al otro.

Así como el ser humano puede cometer errores que perjudican el avance del intercambio de ideas e información de manera afable por no reconocer su naturaleza, también, como ser vivo pensante, aprende. La situación de guerra sucia entre medios aún existe, pero ahora, las nuevas generaciones se percatan de ello y pueden exigir por otros métodos como el internet una respuesta inmediata a sus cuestiones. Esas dos guerras nos abrieron el camino para un fortalecimiento diferente como avances en la tecnología de conexión, sin embargo, no es justificación para una repetición.

Lo que en realidad pasa es que seguimos viendo esas formas de comunicación como perfectas para el crecimiento de la competencia no sana. Hemos ido aprendiendo poco a poco, pero eso con los medios ya existentes y sus variaciones. ¿Estamos listos para la llegada de nuevas y más trascendentes formas de transmitir y percibir?

Una persona puede entretenerse observando algún contenido encontrado en esos medios y a la vez enriquecerse en términos de intelectualidad si es puesto bajo un análisis riguroso, pero eso no quita que en cualquier momento busque una victoria de manera cínica en esos espacios confrontando a otros o tan siquiera tener la intención de provocar un ambiente de preocupación y disgusto con algún comentario.

A propósito de la anterior pregunta, estamos acostumbrados a ciertos entornos de comunicación, en donde hay muchos emisores y muchísimos receptores, cada uno diferente, y cuando hay algún parecido se acostumbra la aparición de un grupo. Eso es fundamental, es parte de la estructura de los mecanismos de expansión cultural. ¿Cómo reaccionaría el humano ante la llegada de otra estructura? Más individual, quizás, para evitar enfrentamientos peligrosos. Quizás, con acceso limitado después de ser sometidos a distintas pruebas, o tal vez mucho más abierto, más integral y que en distintos lapsos se vaya adquiriendo una cantidad mayor de conocimientos acerca de su correcto uso.

Esto puede ser más que un análisis de la coexistencia de la racionalidad humana y el poder de comunicarse, puede ser una invitación para mejorar nuestro comportamiento y ampliar horizontes, cuestionar nuestras acciones y elecciones ante distintas oportunidades. Porque logramos crear, pero no pensamos en un beneficio inmediato, esperamos a cometer errores gigantes para luego entender: ¿cómo somos? y ¿por qué somos así? Se necesita un mayor estudio de uno mismo a través de las pequeñas acciones del día a día y durante y posteriormente a eso emplear lo que hemos de concebir, inventar. Pero eso de los errores se extiende a otra discusión: ¿lograremos aprender algún día de manera universal sin sacrificar los máximos derechos humanos?

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