En medio del temor volvemos a la plaza de toros

En medio del temor volvemos a la plaza de toros

"Seremos referente de inclusión en escenarios de posconflicto, cuando pensemos en que las minorías culturales se salvaguardan y se respetan"

Por: Paulo Andrés Sánchez Gil
febrero 12, 2017
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En medio del temor volvemos a la plaza de toros
Foto: Archivo semana.com

Regreso en medio del temor

Regresaron los toros a la Plaza Santamaría de Bogotá, después de un “secuestro” de libertades civiles de un grupo de ciudadanos que por cuatro años vio restringido su derecho a la libre elección y a la libre determinación. Así lo han planteado muchos defensores de las corridas de toros, y de la tauromaquia en general, que consideran que lo sucedido estos años de abstinencia forzosa, tiene más de político que de genuina defensa de los derechos de los animales.

Pero en otro contexto colindante con el del oportunismo político que están queriendo capitalizar y que han capitalizado algunos en la escena mediática de este show prohibicionista hasta el pasado 22 de enero y aperturista a regañadientes desde ese día histórico para la afición taurina de la capital colombiana, es dramático aquel desde el que se puede ver claramente que esa minoría real de antitaurinos, parece que se hiciera mayoría virtual, con argumentos prestados de algunas cajas de resonancia que por conveniencia pública, por rédito mediático o por compromiso político, pese a que aquello que viralizan sea falso, y su único propósito es desinformar.

Estamos asistiendo nuevamente a un proceso cultural de invernadero, en donde es más fácil ver un video, pagado por los dueños de los negocios que hay detrás de las economías verdes, las culturas light, y los animalismos como plataforma política para hacer oposiciones mucho más eficaces desde las redes sociales que desde las plataformas públicas y el debate social y político.  Los videos que han circulado desde el 22 de enero en la tarde, hasta hoy, con posproducciones impecables, ediciones “libreteadas”, para que describan el “horror” de la fuerza pública acallando a los pacíficos manifestantes del inconformismo por la reapertura de la Santamaría para las corridas de toros, y pongan de moda en redes la imagen del ESMAD en tarea de dispersión de la manifestación; en ningún punto dejan ver el acto precedente de agresión física y verbal de manifestación antitaurina a los aficionados que por obligación debieron transitar ese corredor para llegar a la plaza de toros.

La voz la ponen las redes, también los criterios.

Hijos de las redes, sin criterio alguno elaborado desde el conocimiento, apenas amparados en la trivial sentencia de que el arte es subjetivo y por tanto en la corrida no hay nada que lo represente. Subjetivo quizás la apreciación del carácter o la categoría artística, pero existen por ejemplo dos clases de música, la buena y la mala, y sin temor a ser vapuleado por los teóricos que puedan llegar a referirse a esta idea como torpe,  existen suficientes elementos considerables en las artes para determinar las categorías artísticas, so pena de infundirse en un circulo de ignorancia dentro del  cual la mejor postura es declinar el juicio a favor de aquellos que tengan una aproximación desde el conocimiento o la práctica.

Y digo que el curso de la historia de la tauromaquia refrenda su carácter artístico, en tanto la perspectiva desde hace siglos sigue siendo la de su entorno diverso que resguarda el vínculo de esta con lo estético, y con la capacidad de producir  belleza. En el siglo XVIII, el viajero inglés Edward Clarke, como se narra en el libro de Adrian Shubert “A las cinco de la tarde”escribió: “este espectáculo es sin duda uno de los más hermosos del mundo, tanto si se lo considera sólo en su aspecto plástico como si se lo mira como un ejercicio de valor y agilidad por parte de los participantes” (Shubert Adrian. A las cinco de la tarde, Una historia social del toreo. Ed. Turner. VI – política. p. 225).

Oportunismo antitaurino

Lo del domingo 22 de enero en las afueras de la Santamaría fue un acto genuino de arribismo, torpeza y populismo, todo al mismo tiempo, liderado por políticos, y que quede claro que en ese grupo también están los que salen a ondear banderas de organizaciones animalistas, cuyo sustento económico proviene de los pagos que hacen por sumarse a la posverdad algunos empresarios con intereses políticos. Está de moda ser animalista, está de moda pensar poco y dejarse arrastrar por la corriente que ejercen unos ciudadanos que se agolpan en donde concurren los medios, con algún grado de enajenación porque la jornada es larga; también algunos de los que fueron a la plaza lo tuvieron. Pero sucede que muchos de los que acuden libre y pacíficamente a la corrida no van a la plaza a escanciar una bota y gritar con la masa por jolgorio o enajenación etílica, asisten porque ven claramente expresión estética, valor cultural, rito y símbolo de valores que la tauromaquia expresa y que los hace parte de un anacronismo, pero no por ese primario argumento de sadismo y disfrute de la tortura y asesinato que los antitaurinos proclaman de manera fundamentalista y macartista, sino porque esos valores que se manifiestan en la tauromaquia desde la crianza del toro en el campo, hasta la corrida, son valores que esta sociedad actual de hijos de las redes sociales, ni practica, ni defiende, ni salvaguarda. Y como colofón de ello, sí intranquiliza mucho que unos se limiten a ir llenos de pánico a la plaza cuando en la calle las filas de los antitaurinos las engrosan un grupo de terroristas que desvirtúan los argumentos de los animalistas serios, de los gestores culturales comprometidos con otras causas honestas, apartados de las manifestaciones progresivamente más violentas de los antitaurinos, y de las astucias de los que juran haber sido infiltrados tras las cándidas jornadas en las que hasta las 6:00 de la tarde todo fue paz, óleos y canciones. Terrorismo hubo desde la primera concentración, torpeza también desde que salieron de sus casas como borregos aupados por Gustavo Petro, Hollman Morris y los idiotas útiles que se prestaron para el show mediático, y que se pusieron en la primera línea del disturbio, hicieron su pantomima, y salieron irresponsablemente después de la provocación. Acto político solapado y cruel del que resultaron 30 heridos. También dentro de las plazas desde hace siglos, se disputan vigencias y poderes políticos…, quizás si son tal minoría los taurófilos, pero sin duda no tan violenta y torpe como la de los antitaurinos. “cuando los barberos dibujaban en la cara verdaderos programas políticos, algunos toreros se dejaron el bigote, a fin de hacer pública ostentación de sus ideas liberales” (De María y Campos, Ponciano, cit., p. 181. En A las cinco de la tarde).

 

 

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