Por algunos años creí que el alma necesitaba curarse, que el alma aprendía lecciones para sanar, hoy considero que estaba equivocado. El alma no necesita sanar, el alma es quien nos guía para curar y sanar mente, cuerpo y emociones. Es al alma a donde debemos remitirnos ante una enfermedad con el fin de obtener su guía.
A través de varios años he venido descubriendo y construyendo mi práctica en la medicina del alma. Esta es la medicina que le da un propósito a la enfermedad, la vuelve útil. Es la medicina que imprime un significado positivo a la vida a partir de las situaciones difíciles. Ayuda a sanar y curar, también da fortaleza para sobrellevar una enfermedad crónica o una discapacidad, y lo más bello, al final otorga serenidad para abrazar la muerte. La medicina del alma acompaña en todos los procesos de la existencia.
El médico del alma facilita la conexión entre la persona y su alma con el fin de percibir los mensajes que esta nos envía para un sano actuar en la vida. Sus elementos son: Espiritual, tener un propósito de vida, algo por lo cual luchar con pasión. Mental, eliminar la duda —que es lo que enferma— y tomar decisiones —que es lo que cura—. Emocional, vivir las emociones en vez de ocultarlas. Así sean negativas hay que enfrentarlas. Corporal, escuchar —sentir— el cuerpo o sea despertar la intuición corporal para hacerle caso a sus necesidades. Ambiental, servir a la humanidad por encima de los deseos personales. Tener estos cinco elementos presentes ante una enfermedad y trabajarlos en simultáneo, esto es la medicina del alma. (Conoce más en: www.medicointerior.com)
La intuición es la principal herramienta con que el alma nos guía. Aquella sabiduría exenta de razón y que es conexión pura con el amor. Con la intuición se escogen los actos que la persona debe hacer para curar. Los “medicamentos” que usa son actos sumamente sencillos en la vida, pero que enfrentan a la persona a sus temores más profundos, para superarlos. Algunos ejemplos: Abrazar, para quien le cuesta trabajo tocar a otro ser humano. Desarrollar un arte, como tocar piano, para quien había perdido su creatividad. Escuchar, para quien está acostumbrado a ser dogmático. Escribir, a su padre o madre con quien tiene pésima relación. Ayudar a otros, aún cuando la enfermedad nos debilite. Aprender un nuevo idioma, como forma de desprenderse del pasado. Masticar lento, para quien quiere que en la vida suceda todo al instante. Etcétera.
Tres casos: Paciente con cáncer, vida centrada en trabajo y diversión —con excesos— creyendo ser alegre, pero en el fondo con inmenso vacío existencial. Un llamado interior abre sus puertas a procesos de trabajo personal en conexión con su alma, paralelo a quimio, radio y cirugía. Logra incorporar procesos de gratitud, perdón, cambio total de trabajo y enfoque de vida. Los ejercicios de relación con su alma se vuelven una constante. Cura contra todo pronóstico médico.
Mujer en sexta dedada de su vida, con tendinitis en su mano que no cede a medicamentos, fisioterapia, infiltraciones, férulas, ni esencias florales u homeopatía. Cuando el médico del alma capta que la tendinitis es su ansiedad por ser incapaz de disfrutar en la pintura, y se lo refleja, es tal la conexión con el alma que en tres días cede una enfermedad de más de un año.
Por último la persona con cáncer de hígado posiblemente terminal, se da la oportunidad él y su familia de pensar, trabajar y dedicar un rato del día a día para conectarse con el alma y así conseguir serenidad. ¡Qué bello!
La medicina del alma es un camino de crecimiento personal, de consciencia y responsabilidad sobre los actos y las situaciones que en la vida están para mejorar la calidad humana.
Fecha de publicación original: 3 de agosto de 2014
