Ahora se llama Yo me llamo Mocoa, después de que una avalancha acabara la ciudad y la vida de más de 400 personas. No deja de ser loable su intención de ayudar a esa pobre gente que se quedó sin nada. Pero poner a uno de sus jurados, a Pipe Bueno, a decirle a los empresarios del país a que donen plata pautando con ellos no solamente ha desnaturalizado el programa, sino que se puede prestar a malentendidos: uno no puede dejar de pensar en que, de pronto, hay un beneficio en pautas, en alargar el programa más visto de la t.v a punta de esta rara combinación entre reality y Teletón en el que se ha convertido Yo me llamo.
Me acuerdo cuando veía el programa en sus primeras emisiones por allá en el 2012. Las imitaciones eran geniales: Rafael Orozco, Hector Lavoe, Vicente Fernández, Laura Pausini. Ahora llegan unos imitadores de artistas que uno no tiene ni idea, que Nicky Jam, Joan Sebastian, gente que tiene su público, sin duda, pero que ahora no engancha para nada. Si ud ve el imitador de este año de Hector Lavoe salió rápido porque no gustó, porque el público es otro, porque no tienen gusto.
Yo en lo particular estoy cansado de Amparo Grisales, no le encuentro gracia a la Cediel,no estoy de acuerdo con que un venezolano como Calzadilla diga todo el tiempo ¡Arriba país! Y, sobre todo, me siento incómodo con toda esa manipulación sentimental que hacen en torno a Mocoa. A lo bien, se nota que quieren explotar una tragedia como la de Mocoa para ganar rating y hasta pautantes. Además, que pereza la televisión colombiana. No hay ningún tipo de esperanza para encontrar programas de calidad. Los que queremos ver algo así no nos queda de otra que meternos en Netflix o ver HBO. Estos dos grandes canales nuestros son una vergüenza. Que Yo me llamo, sin inventarse nada diferente, sigue siendo el referente, el mejor de nuestros programas, habla muy mal de lo que queremos ver. Una vergüenza total