Marxismo, a propósito de la contienda electoral

Marxismo, a propósito de la contienda electoral

"Es necesario y conveniente recordar que la izquierda de hoy en día tiene por estrategia decir una cosa y hacer otra muy distinta"

Por: Álvaro Obando
marzo 23, 2018
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Marxismo, a propósito de la contienda electoral

Estando próximos a elegir nuestro presidente de la república conviene recordar algunas directrices del marxismo-leninismo, las que, con seguridad, se cumplen en Colombia bajo diversas coaliciones y banderas de la autodenominada "izquierda" como estrategias para arribar al control político del Estado. Y esto, porque bien saben que si se manifiestan como lo que son perderían muchos seguidores cautivos y les sería muy difícil cautivar más adeptos. Así, tenemos gente del Moir (tendencia maoísta), representada por el senador Robledo y del Partido Comunista (tendencia de la extinta unión soviética) representada por el senador Iván Cepeda, agazapada en el Polo Democrático, y del M19, como Navarro y Petro, con las máscaras de la Alianza Verde y de los Progresistas, o gente como Piedad Córdoba, quien dice ser liberal y a quien el Partido Liberal no fue capaz de expulsar, a pesar de expresar de manera abierta, en un tiempo no muy lejano, su simpatía por las Farc y por el Comandante Chávez. Todos con la convicción de que su estrategia obedece a la necesidad de avanzar en el desarrollo de la democracia burguesa, de cuyas entrañas surgirá, ineluctablemente, el socialismo, fase inferior del comunismo, según palabras de Marx y de Lenin, para luego pasar a su fase superior, el comunismo puro, donde ya no habrá clases, ni Estado, aparato represor de la clase dominante.

Así, tenemos la bandera de la expropiación de bienes inmuebles en el sector rural, bajo la consigna hipócrita de que no habrá expropiación, sino que se les impondrá impuestos bien altos, de tal manera que los propietarios rurales se vean obligados a "vender" barato y que el Estado sea el que "compre" esos bienes a precio de huevo, para luego entregárselas en arriendo a los campesinos pobres, bajo la supervisión del Estado, a quien tendrán que rendirle cuentas y participarle la plusvalía. Como si semejante estrategia no fuera una manera solapada de expropiar de forma unilateral y violenta la propiedad privada. Siendo lo cierto que es un primer paso dentro del capitalismo, para llegar al socialismo. El que será seguido por la expropiación —segundo paso— a los pequeños propietarios, de la ciudad y del campo, porque ya en un estado avanzado de la economía capitalista democrático burguesa, la propiedad privada, en cualquiera de sus expresiones, será un obstáculo, una contradicción inconciliable, para construir el socialismo, la dictadura del proletariado.

Es, ni más ni menos, lo pregonado por Lenin de manera vehemente antes de la revolución de octubre, al interior de una sociedad semifeudal con pasos grandes hacia el capitalismo, y lo impuesto a partir del triunfo de la revolución bolchevique. Primero, expropiando la gran propiedad, y después, expropiando la pequeña propiedad. De suerte que, la tan mentada expropiación que propone Petro, no es más que un calco de lo propuesto por Marx, Engels y Lenin en varias de sus obras, como El Capital, el Manifiesto del Partido Comunista, el Antidiüring, entre otros. Para comprobarlo, bastaría leer la publicación denominada El socialismo utópico y el socialismo científico, que constituye un fiel resumen de sus propuestas y programas de lucha plasmadas en las obras completas de Lenin.

Lo cierto es que tras esas caretas está el odio de clases, el espíritu revanchismo, vengativo, contra la clase dominante del capitalismo, en primer lugar, y el pequeño propietario, en general. En suma, contra la propiedad privada, causa de todos los males económico-sociales que nos agobian. Y esto, como lo soñara Marx, el padre del materialismo dialéctico y del materialismo histórico, una vez se detente el poder político burgués, que tanto les causa molestia, se impondrá, no por las buenas, sino por las malas, con violencia de clase, porque los burgueses no estarán dispuestos a perder, de buenas a primeras, sus privilegios de clase dominante. Hay que aplastarlos, así parezca doloroso e indeseable, pues será un mal menor, de cara al bienestar de la mayoría explotada y al fin último: el imperio de la sociedad comunista, donde no habrá clases ni será necesaria la violencia represora de clase. Por ahora, hay que conquistar el poder político burgués, dentro de la sociedad capitalista, después hay que hacer que las fuerzas productivas se desarrollen, para que representen una gran masa cohesionada, fuerte y rabiosamente dispuesta a liquidar todos los vestigios de la explotación capitalista y, así, pasar al socialismo, donde regirá la sencilla regla "el que no trabaja no come" y, finalmente, al comunismo, donde imperara la regla " de cada cual según su capacidad, y a cada cual según su necesidad".

Para muestra un botón: en algunos apartes de la últimos escritos atrás citados, se lee: "El desarrollo progresivo, es decir, el desarrollo hacia el comunismo, pasa por la dictadura del proletariado, y solo puede ser así, ya que no hay otra fuerza ni otro camino para romper la resistencia de los explotadores capitalistas. Pero la dictadura del proletariado, es decir, la organización de la vanguardia de los oprimidos en clase dominante para aplastar a los opresores, no puede conducir únicamente a la simple ampliación de la democracia...la dictadura del proletariado implica una serie de restricciones impuestas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los capitalistas. Debemos reprimir a estos para liberar a la humanidad de la esclavitud asalariada; hay que vencer por la fuerza su resistencia, y es evidente que allí donde hay represión hay violencia...La dictadura del proletariado, el período de transición al comunismo, aportará por vez primera la democracia para el pueblo, para la mayoría, a la par con la necesaria represión de la minoría, de los explotadores...la represión  de una minoría de explotadores por la mayoría de los esclavos asalariados de ayer es algo tan relativamente fácil, sencillo y natural, que será muchísimo menos sangrienta...y costará mucho menos a la humanidad...No somos utopistas y no negamos lo más mínimo que es posible e inevitable que algunos individuos cometan excesos..."(O. C. págs 96 a 103, traducción de la 5a. Edición en ruso de las obras completas de V. I. Lenin, Editorial Progreso, Moscú).

Como puede verse, en momentos tan álgidos, es necesario y conveniente recordar que la izquierda de hoy en día tiene por estrategia decir una cosa y hacer otra muy distinta. Quiere llegar al poder con palabras dulces, atractivas, para los desprevenidos, pero que solo sirven para engañar, teniendo como fin último tomarse el poder para reprimir a las minorías, esas minorías no solo formadas por los capitalistas, sino por los pequeños propietarios, para eliminar la propiedad privada, la libertad, y para imponer el  socialismo del siglo XXI, del Foro de Sao Paulo, donde nuestros hijos serán marionetas, empleados del Estado, y ya no podrán siquiera escoger qué hacer, qué estudiar, en qué trabajar, dónde y cómo vivir, ni formar una familia y cómo formarla, en qué creer, qué ideales y sueños tener. Donde todo lo planeará y regulará el Estado, donde seremos unos números, donde imperarán los bonos, las raciones y las colas para comer lo que la clase dominando del estado socialista decida, que no serán los trabajadores, sino la burocracia parásita que se apoltrone en el poder. Como lo hicieron los Stalin, los Castro, los Chávez y lo están haciendo los Maduro, etc.

Si no queremos que esto ocurra, miremos al pasado nefasto del socialismo, del que cayó estruendosamente a finales de los años ochentas del siglo pasado, del que aún moribundo sobrevive en unos pocos estados. Y, en esta oportunidad clave, votemos a conciencia, por la libertad, por la igualdad, por la justicia social, y la convivencia pacífica verdaderas. Por más y sólidos derechos para todos los colombianos.

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