Manuel Elkin Patarroyo, fallecido el 9 de enero de 2025 a los 78 años, fue un científico colombiano cuyo trabajo marcó un hito en la investigación de enfermedades tropicales. Nació el 3 de noviembre de 1946 en Ataco, un pequeño municipio del departamento del Tolima, Colombia. Provenía de una familia numerosa que enfrentó las dificultades de la violencia bipartidista que azotó al país durante las décadas de 1940 y 1950. Este contexto forzó a la familia Patarroyo a trasladarse a Girardot, Cundinamarca, en busca de un entorno más estable y seguro. Reconocido por desarrollar la primera vacuna sintética contra la malaria, su legado está rodeado tanto de logros trascendentales como de polémicas que marcaron su carrera.
La infancia de un futuro científico
Desde niño, Manuel Elkin Patarroyo mostró una curiosidad insaciable por el mundo que lo rodeaba, alimentada por su amor por la lectura. En Girardot, estudió en escuelas públicas y tuvo acceso a una pequeña biblioteca local, donde descubrió los libros que moldearían su vocación científica. Entre sus lecturas se encontraba la biografía de Louis Pasteur, el pionero de la microbiología y creador de vacunas, así como historias de Robert Koch, Armauer Hansen y Ronald Ross, quienes lucharon contra enfermedades como la tuberculosis, la lepra y la malaria, respectivamente.
Estas figuras científicas se convirtieron en sus héroes e inspiración. Según el propio Patarroyo, fue en esa etapa de su vida cuando decidió que quería convertirse en médico e investigador, con el sueño de desarrollar soluciones para enfermedades que afectaban especialmente a las poblaciones más vulnerables.
Formación académica y primeros pasos
Manuel Elkin Patarroyo ingresó a la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, donde estudió Medicina y Cirugía, graduándose en 1971. Durante la formación, su interés por la investigación médica se hizo más evidente. Decidido a profundizar sus conocimientos, realizó estudios de posgrado en Virología en la Universidad de Yale y en Inmunología en la Universidad Rockefeller de Nueva York, instituciones que marcaron su perspectiva científica y metodológica.
La vocación investigadora de Patarroyo
Su experiencia en Estados Unidos no solo lo formó académicamente, sino que también lo confrontó con la realidad de las enfermedades tropicales y su impacto desproporcionado en los países en desarrollo. Esto lo motivó a regresar a Colombia con la convicción de que debía contribuir al avance científico desde su país natal.
Al regresar, se vinculó al Hospital San Juan de Dios en Bogotá, donde fundó el Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC). Desde allí, comenzó a investigar sobre enfermedades infecciosas como la malaria, un problema que consideraba crítico para la salud pública mundial. Fue en este contexto que, en 1987, desarrolló la SPf66, la primera vacuna sintética contra la malaria.
Un propósito claro
La vocación de Patarroyo como médico e investigador estuvo siempre ligada a su deseo de impactar positivamente la salud pública y de demostrar que desde un país en desarrollo se podían realizar aportes científicos de alcance global. Este propósito lo acompañó hasta el final de su vida, marcando no solo su carrera, sino también la percepción de la ciencia en Colombia.
Contribuciones y logros científicos
La SPf66, la primera vacuna sintética: En 1987, Patarroyo desarrolló la SPf66, una vacuna que utilizó péptidos sintéticos en lugar de microorganismos vivos o atenuados, una innovación pionera en la tecnología de vacunas. Aunque su eficacia fue limitada (entre un 30% y un 50%), estableció un precedente importante en el diseño racional de vacunas.
Diseño racional de vacunas: Su enfoque innovador de identificar virus o bacterias que el sistema inmunológico identifica y ataca. Sentó las bases para la creación de vacunas contra otras enfermedades infecciosas, como la tuberculosis y el VIH.
Visibilización de enfermedades tropicales: Patarroyo puso la malaria en el centro de la agenda científica global, destacando la necesidad de desarrollar soluciones para enfermedades que afectan desproporcionadamente a los países en desarrollo.
Formación de nuevas generaciones: Como director del Instituto de Inmunología de Colombia (FIDIC), formó a científicos y profesionales que continúan liderando investigaciones en salud global. “Nos inculcó el compromiso de trabajar por el país y apostar por la ciencia como herramienta para resolver problemas sociales”, recordó uno de sus colegas.
Trabajos, doctorados, condecoraciones y postulaciones
Tenía 26 doctorados honoris causa, autor de 338 papers divulgados en las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo. Le otorgaron los siguientes premios: Premio Nacional de Ciencias de Colombia: En varias ocasiones por su trabajo en inmunología. Premio del Estado de Sao Paulo (1988) y Premio de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (1990). Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (1994). Premio Robert Koch (1994), considerado uno de los más prestigiosos en ciencia. Fue postulado en dos ocasiones al Premio Nobel por sus investigaciones en vacunas.
Relación con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la vacuna SPf66
La Organización Mundial de la Salud (OMS) inicialmente respaldó la SPf66, permitiendo ensayos clínicos en África y Asia. Sin embargo, resultados inconsistentes llevaron a que la OMS optara por no implementar la vacuna masivamente. Manuel Elkin Patarroyo criticó esta decisión, argumentando que su vacuna tenía un potencial superior al de otras opciones aprobadas posteriormente, como la RTS,S/AS01.
En un gesto de compromiso social, donó la patente de la SPf66 a la OMS para garantizar su distribución gratuita, aunque con el tiempo expresó desconfianza hacia la organización por el manejo de su innovación.
Críticas y detractores
Cuestionamientos a la eficacia de la SPf66: Numerosos científicos cuestionaron la eficacia de la vacuna, señalando que no cumplía con los estándares necesarios para su implementación global.
Uso de primates en investigaciones: Patarroyo enfrentó críticas éticas y legales por el uso de monos nocturnos en sus experimentos, acusándolo de poner en riesgo a estas especies y de liberar primates sin considerar las consecuencias ecológicas.
Estilo confrontacional: Fue conocido por su comunicación directa y en ocasiones agresiva, lo que generó tensiones con otros investigadores y organizaciones internacionales.
Polémica sobre su rol como profesor: En 2024, salió a la luz que Manuel Elkin Patarroyo, registrado como profesor de tiempo completo en la Universidad Nacional de Colombia y con un salario superior a los 48 millones de pesos mensuales, no había dictado clases en más de dos décadas. Esto generó críticas de estudiantes y colegas, aunque también se destacó su contribución en la formación de investigadores y científicos a través de su instituto.
Un legado complejo y trascendental
Manuel Elkin Patarroyo dejó una huella indeleble en la ciencia, con aportes que inspiraron a generaciones y avanzaron el conocimiento sobre enfermedades infecciosas. Aunque su carrera estuvo marcada por controversias, su dedicación y compromiso con la ciencia en países en desarrollo lo convierten en una figura fundamental de la historia científica colombiana.
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