Magia negra: una expedición legionaria

Magia negra: una expedición legionaria

150 jóvenes tomarán la ruta del río Atrato y el Golfo de Urabá para sanar con alegría los vestigios que dejó la guerra

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diciembre 04, 2015
Magia negra: una expedición legionaria

Recorrer un río que arrastró tanto dolor, tanta riqueza, tanto muerto, tanto pillaje y tanto exilio significa, para mí, remontar el río de nuestra propia historia. Soy descendiente de una familia obrera en las bananeras del Uraba. Un tío sindicalizado sufrió la mano dura del paramilitarismo que exterminó miles de personas en los noventas para hacerse con el botín de un territorio biodiverso y lleno de riquezas, con salida a los dos océanos.

Por esta razón, junto a más de 150 jóvenes marginales de varios rincones de la Colombia profunda, recorreremos del 4 al 13 de diciembre  las aguas del Atrato con el propósito de cantarlo, olerlo, verlo, sentirlo, sacralizarlo y donde se pueda, limpiarlo. “Si río se sana, hombre se sana”, decía un indígena Arhuaco de la Sierra Nevada. Un canto con su vibración ya comienza a limpiar el agua. Se verán Atrato arriba desde Quibdó, pasando por Bete, Buchado, Bojaya, Murindo, Carmen de Atrato, Domingodo, Riosucio, Ungía, Titumate y Turbo, balsas de los sueños surcando estas profundas aguas que tanto tienen que contar. Porque el agua tiene voz.

Esta expedición de la Legión del Afecto por río y mar Caribe (subiendo desde Turbo hasta Capurgana y Sapsurro, frontera con Panamá) quiere escuchar esa voz de los ríos y de sus almas vivas: las comunidades negras que lo surcan a diario, se bañan en él, viven en él. Las mismas que en su momento huyeron de la guerra desde varios puntos de Chocó para llegar a Turbo y asentarse allí, sin perder su identidad chocoana.

Los jóvenes tienen la palabra

En Turbo nos encontramos con los jóvenes del Bosque, un barrio donde se enfrentan a machete con los del El Obrero, Manuela Beltrán y Brisas.

“Por acá queremos integrarnos entre los barrios pero a veces es duro porque la cadena de venganzas no para. No podemos dar la espalda. Para lograr esto tenemos que sentarnos a dialogar frente a frente con nuestros “enemigos”, pactar la no agresión. La Legión del Afecto ya nos ha logrado desarmar, ahora falta que nosotros mismos nos sanemos de la desconfianza que no deja vivir en paz”.

Y así como se negocia en La Habana, pequeñas grandes guerras se pueden “negociar”  en los barrios si se les da a los jóvenes la oportunidad de asumir su destino común. Sin desconfianza. Con sincera voluntad de que ellos mismos sean los gestores de paz en sus territorios. Ese es el mensaje que queremos dejar en lugares como Turbo, Bojayá, Riosucio, Quibdo, Domingodo, Carmen del Darién, Murindó  Vigía del fuerte,  y otras zonas que recorreremos  con toda la fuerza y toda la magia de los jóvenes que  queremos recuperar el derecho ancestral a vivir en paz.

El mensaje de nuestra expedición es que la paz territorial empieza por la vida cotidiana; con la  protección de ríos, ciénagas, mar y todas las serranías. No con pañitos de agua tibia y contratos a ONG’s. Los jóvenes pueden encontrar soluciones.

Ruta de expedición Atrato arriba

Ruta de expedición Atrato arriba

Desde el interior del país reconocemos al negro, su magia auténtica, y el derecho sobe sus recursos naturales. Como dice el poeta Jaime Jaramillo Escobar (X-504):

 Hay muchas frutas que son de negros. Dios les dio a los negros la tierra caliente y las frutas porque Dios tiene predilección por los negros, eso es evidente.

A los blancos los puso en tierras frías para que se resfríen,

pero ellos inventaron la aspirina y las cobijas de lana.

 El níspero y el mamey son frutas de negros. Y el zapote también.

Pero lo que pasa es que a los blancos siempre les ha gustado comerse

la comida de los negros. Y la música de los negros.

Y los bailes de los negros. Y las negras de los negros.

Esto es lo que se busca sanar con el viaje: la exotización perversa del negro, y la usurpación soterrada que esta encarna. El instrumento para ello: el piel a piel con estas comunidades, la capacidad para desnudarnos de cuerpo y alma. Y la clave es, de adelante para atrás y de atrás para adelante: Oír ese Río.

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