Made in 'el mundo': ¿qué son las cadenas globales de valor?
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Made in 'el mundo': ¿qué son las cadenas globales de valor?

Las Cadenas Globales de Valor se han convertido en una característica predominante del comercio internacional. ¿Qué tanto se ha insertado Colombia en ellas?

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septiembre 19, 2022
Made in 'el mundo': ¿qué son las cadenas globales de valor?

Pensemos en un carrito de control remoto con el que juega feliz un niño colombiano. El chip viene de Taiwan, las llantas fueron hechas en Estados Unidos y el chasis de plástico fue fabricado en China. Su diseño, por otra parte, es británico, pero el montaje de las partes se hizo en Bangladesh, país donde también se fabricó la caja en la que se vende. Por su parte, la empresa importadora que trajo el carrito al país es colombiana, como lo es también la empresa que se lo vendió a la mamá del niño.

El proceso de manufactura de este carrito, que incluye la concepción del producto, la fabricación de los componentes y su montaje, así como la estrategia de comercialización, están repartidos por el mundo.

A estos procesos por los que pasan los productos para su elaboración, que no solo recorren una línea de producción en una empresa sino que son hechos y armados en más de un país hasta llegar a su resultado final, se les conoce como las Cadenas Globales de Valor (CGV).

Las Cadenas Globales de Valor dominan la producción y el comercio mundial

Para la Cepal, una de las mayores transformaciones de la economía mundial en las últimas décadas ha sido el desarrollo de Cadenas Globales de Valor. De hecho, actualmente gran parte de la producción y el comercio, a nivel global, tienen lugar dentro de estas cadenas.

Esto se ha visto favorecido por la liberalización comercial, la reducción de los costos del transporte internacional y los avances en las tecnologías de la información y las comunicaciones.

Dime cómo te insertas y te diré quién eres

La idea de este modelo de producción es generar eficiencias, a las cuales puedan acceder las empresas —y en últimas los países— a la hora de producir los bienes o los servicios a los que se dedican.

Apoyado en la teoría de la ventaja comparativa, la idea de este modelo es que los países se especialicen en aquello que hacen mejor y para lo que tienen mayor capacidad. De esta manera, podrán obtener mayores beneficios que, a su vez, les permitan acceder en los mercados internacionales a una mayor cantidad de los bienes y servicios en los que no están especializados.

No obstante, y si bien todas las etapas del proceso de producción de un bien son importantes para fabricarlo, no todas reportan los mismos beneficios.

Justamente por tratarse de cadenas, no todos los países se insertan de la misma manera en ellas. No da lo mismo especializarse, por ejemplo, en la provisión de materias primas, que forman la base de la cadena, que hacerlo en la fabricación de microcomponentes. Las primeras, a diferencia de los segundos, tienen escaso o nulo valor agregado.

Pero, ¿es posible comenzar con materias primas y poco a poco dar el salto a la producción de bienes básicos o incluso complejos? Para el Banco Mundial, las Cadenas Globales de Valor han impulsado una transformación económica que permitió a los países más pobres avanzar rápidamente por la vía del desarrollo.

Las Cadenas Globales de Valor como alternativa de desarrollo

En un estudio del Banco Mundial, se concluyó que “los países en desarrollo pueden lograr mejores resultados para sus ciudadanos implementando reformas que aumenten su participación en las Cadenas Globales de Valor. Estas reformas pueden ayudarlos a expandir sus economías pasando de las exportaciones de productos básicos a las manufacturas básicas, y a garantizar que los beneficios económicos se distribuyan de forma más generalizada en la sociedad”.

Para el organismo internacional, “a través de dichas cadenas, los países en desarrollo pueden especializarse y enriquecerse sin tener que crear industrias enteras desde cero”.

Sin embargo, este no ha sido el caso de Colombia.

Un país lastrado de materias primas

Oviedo, el cronista español, alguna vez se refirió al virreinato de la Nueva Granada como un país lastrado de oro. Hoy, hay quienes dicen algo parecido, y afirman que Colombia es un país lastrado de materias primas.

En un estudio del Banco de la República, realizado por Maria del Pilar Esguerra y Sergio Parra Ulloa en 2016, se afirma que “Colombia no ha aprovechado suficientemente las CGV que hoy predominan en el comercio mundial”.

Según los autores, “la oferta exportadora colombiana, excesivamente concentrada en productos primarios y en ventas de productos terminados a países vecinos, no favorece una mejor inserción del país en el contexto global a través de este tipo de cadenas”.

En 2020, la ANDI ratificó que Colombia mantenía una baja inserción en las CGV, medida como la incorporación de productos importados en sus exportaciones y de producto nacional en las exportaciones de otros países.

Hoy, varios indicadores muestran que la situación se mantiene. La producción primaria sigue manteniendo un fuerte peso en la economía colombiana. Además, hay otros factores que cuentan en la débil inserción del país en las Cadenas Globales de Valor. Analdex ha señalado, por ejemplo, que en Colombia un pequeño grupo de grandes empresas lidera la internacionalización de la economía. En 2020, diez exportadores eran responsables del 67% de las ventas internacionales. En efecto, el 98% de las empresas en el país son micro, pequeñas o medianas (mipymes) y estas tienen una mínima participación en las exportaciones nacionales.

Las mipymes enfrentan varios problemas que les dificultan crecer y exportar, como el alto costo país, la informalidad y la difícil competencia con los productos importados. Asimismo, afrontan una alta tributación. María Alejandra Osorio, directora ejecutiva de ACOPI Bogotá-Cundinamarca, señaló, basada en datos de la DIAN para 2020, que “el 1,8% de las empresas más grandes, que generan el 45% de las utilidades, aportó el 32%. En cambio, el 98%, que son las mipymes, generan el 55% de las utilidades, pero aportan el 68% del recaudo de renta”.

Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) resulta deseable que Colombia avance en su inserción a las CGV. El Banco señaló, en julio de este año, que “un aumento de 10 por ciento en la participación de un país en CGV permite un incremento de 1,6 por ciento en la productividad laboral y de hasta 14 por ciento del PIB per cápita”.

Además, aseguró que “las empresas colombianas que ya participan en las CGV son un 38 por ciento más productivas que otras exportadoras no vinculadas en estas cadenas de producción”. Estas empresas adoptan y transfieren conocimiento y tecnología, demandan personal más calificado, pagan mayores salarios y contratan más mujeres, añadió.

El Covid-19 cambió la dinámica de las Cadenas Globales de Valor

La pandemia, y las dificultades asociadas al transporte, la logística y los procedimientos administrativos que le siguieron, modificaron la forma de producir y comercializar los bienes y servicios a nivel mundial. Más recientemente, la falta de disponibilidad de contenedores, la guerra comercial contra China, la guerra en Ucrania y la crisis mundial, han agravado esta situación.

Las preocupaciones ambientales y sociales, además, han venido haciendo sombra sobre el transporte kilométrico y la fuerte competencia por reducir los costos de mano de obra, dos temas claves para el funcionamiento de las CGV.

Al respecto, la ANDI ha dicho que, “ante la dificultad de aprovisionamiento de bienes intermedios y los problemas logísticos del comercio internacional estas cadenas se están reconfigurando, diversificando sus proveedores y buscando el fortalecimiento de las cadenas regionales. En estos fenómenos de reshoring nearshoring, Colombia tiene una oportunidad que no podemos desaprovechar”.

El obstáculo para aprovechar esta oportunidad reside en que, en el marco del libre comercio, los países y las empresas tienen grandes dificultades para incursionar en los mercados internacionales e incluso en los domésticos con nuevas líneas de productos y aún más con nuevos sectores productivos, pues suele tomarles años alcanzar productividades que les permitan competir exitosamente con productores extranjeros ya especializados en ellos.

Romper la barrera de las materias primas suele requerir un alto apoyo del Estado y que este asuma los costos asociados a la curva de aprendizaje, la capacitación de la mano de obra y la inversión en tecnología.

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