En el Evangelio de San Mateo (5, 1-12), encontramos las bienaventuranzas, quizás el pasaje más bello de la Biblia y tal vez el que brinda mayor arraigo popular, sentido esperanzador y vigencia histórica a la doctrina cristiana.
En un mundo contemporáneo agobiado por la diabólica injusticia y desigualdad social, las guerras entre naciones, el colapso ecológico y el peligro de la destrucción nuclear es una dicha encontrar el relato de cuando Jesucristo subió al Monte de Los Olivos y viendo a la muchedumbre, reunió a sus discípulos elevando las siguientes afirmaciones:
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”,
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”,
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”,
“Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
Contextualizando esas refrescantes palabras divinas al momento electoral por el que atraviesa Colombia es inevitable identificarlas con la vehemente agitación que realiza la candidata vicepresidencial Francia Márquez del poema “Los Nadies” del escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Pero la potencia del discurso de Francia no se restringe a la belleza retórica de la poesía ni a su profundidad espiritual, sino que su vida misma ha sido testimonio de aquella voluntad cristiana.
Francia Márquez hace parte de Los Nadies, de esa inmensa mayoría de colombianos que hemos llorado y hemos tenido hambre y sed de justicia.
Ella es nosotros, los ninguneados, los jodidos, los que como diría Galeano “no tenemos nombre sino número, no tenemos cara sino brazos, no somos considerados seres humanos sino recursos humanos, los hijos de nadie, los dueños de nada”.
Francia encarna el sufrimiento, la persecución y la crucifixión que durante siglos ha padecido su pueblo; y a su vez encarna la esperanza de resurrección cuando predica la alegría y la paz profunda a través de la invitación al Buen Vivir Colectivo, o en sus palabras a “Vivir Sabroso”.
En su praxis ejemplar se sintetizan las más progresistas teorías sociológicas contemporáneas (feminismo, decolonialidad, ambientalismo, interseccionalidad) que se apertrechan en los claustros universitarios y que la harían merecedora a varios doctorados Honoris Causa.
En la voz de Francia encontramos el corazón de las Madres de Soacha y de los más de 6402 Santos Inocentes ejecutados por el narcoestado colombiano.
En la mirada de Francia está el espíritu corajudo de los jóvenes de las favelas colombianas, de los “petroñeros”, de aquellos que semejantes a David, en las manifestaciones de 2019, 2020 y 2021 nos dieron ejemplo de valentía y comunión cuando en las calles se le pararon duro y de frente al monstruoso Goliat.
En el corazón de Francia se ilumina San Francisco de Asís y sus alabanzas a la Madre Naturaleza, a través de un ambientalismo que entiende la destrucción de la biodiversidad relacionada a la injusticia social y a las enfermedades del cuerpo y del alma.
Por eso el deber de todo verdadero cristiano es predicar y sembrar el amoroso testimonio de Francia Márquez en el corazón del pueblo colombiano.
