Los líos de la globalización

Los líos de la globalización

Según esta perspectiva, es más que probable que desde su implementación se hayan destruido las condiciones de reproducción social del capital humano

Por: Juan Pablo García
junio 07, 2019
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Los líos de la globalización
Foto: Pixabay

Al iniciar el desarrollo del presente artículo me preguntaba si la expansión del capital en el mundo a través de la globalización —entendida la complejidad multifacética de un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala que permite integrar mercados, sociedades y culturas y de esta forma crear nuevas condiciones internacionales para la acumulación de capital frente a la reducción de la tasa de ganancia— ha contribuido de manera inexorable a menoscabar las condiciones materiales sobre las cuales el capital humano, es decir la fuerza de trabajo, puede garantizar unas mejores condiciones de vida a partir de las exigencias de productividad y competitividad impuestas en la órbita de la producción y el comercio por las grandes corporaciones en el mundo.

Tal parece que esta inquietud cobra sentido cuando la expresión de “libre competencia” que impone la globalización coloca en evidentes desventajas competitivas a numerosos países de América Latina desde el ámbito laboral en el escenario mundial. Veámos:

Con la entrada en vigencia de los tratados de libre comercio los salarios en los países desarrollados y subdesarrollados se modificaron heterogéneamente. Los salarios de los países subdesarrollados y en vía de desarrollo decrecieron en términos reales, mientras en las naciones desarrolladas los salarios crecieron a tasas importantes (OIT).

De otro lado, el libre comercio acelera las brechas salariales entre hombres y mujeres, adultos y jóvenes nacionales y emigrantes, la explicación de esta situación se encuentra en el carácter de las relaciones comerciales impuestas por los TLC, dado que los intercambios no se dan como resultado de productos con ventaja comparativa en la que todos ganan, se da más bien una abierta confrontación entre bajar los salarios y aumentar la productividad en la que se benefician aquellos países que pueden hacerlo. De esta forma la expansión del comercio está condicionada por la reducción en los salarios de los trabajadores.

La explotación laboral mediante la instalación de maquilas en numerosos países latinoamericanos (México, Honduras, Guatemala, entre otros) evidencia una creciente erosión de los salarios de los trabajadores, por ejemplo en 1996 la “National Labor Committee” en Estados Unidos denunció a Kathy Lee Gifford de explotación laboral en sus maquilas en Honduras donde el salario pagado a los obreros era de US$3,1 diarios, un valor claramente irrisorio frente a similares tasas salariales percibidas en promedio por el obrero norteamericano.

En el caso mexicano, un año antes de la entrada en vigor del tratado de libre comercio con América del Norte en el año 1993 (TLCAN), el salario en la industria manufacturera en México era de US 1.9 por hora-hombre, en cambio para Estados Unidos era de US 11.6, para Francia de US 7.6 y para Chile de US 1.4.

Incluso desde los años 80 el FMI advertía que la globalización que acompaña el cambio tecnológico había tenido un impacto negativo en la reducción de 7 puntos en los salarios de los países industrializados, por ello el movimiento internacional del capital trasladó factores de la producción a los países de menor desarrollo para asegurar una producción a más bajo costo, elevar las tasas de ganancia y así mejorar las condiciones de la acumulación de capital mediante la introducción de las maquilas.

En un mundo globalizado, donde los países compiten con productos similares y bienes comunes, el aumento de productividad de un país (desarrollado) ocasiona una reducción de los precios relativos que afecta los términos de intercambio y los salarios de los otros países. Así, el aumento de productividad de una economía avanzada redunda en un deterioro del salario de la economía atrasada.

En concordancia con lo anterior, el aumento de la productividad de una economía desarrollada descansa en la depresión de los salarios de las economías de menor desarrollo. En otros términos, los avances tecnológicos o productivos de un país le permiten colocar sus productos a un menor precio relativo, lo que le impone al país atrasado reducir sus salarios para no salir de la competencia en el corto plazo.

La manifestación concreta de este desequilibrio a todas luces inequitativo en detrimento del factor trabajo, se expresa en los siguientes aspectos:

Rediseño de Puestos: Erradicación del modelo de organización del trabajo taylorista fundamentado en la segmentación de tareas y especialización de habilidades que les eran características hacia una polifuncionalidad de los trabajadores.

Control de los procesos productivos: Paulatina eliminación de la estructura con jerárquica del management orientándose hacia la formación de grupos de trabajo con responsabilidad y control en cuestiones relacionadas con los procesos productivos.

Formas de utilización de la mano de obra: Este aspecto, que no resulta independiente de los anteriores, está vinculado con la flexibilidad de los mercados laborales, en particular la flexibilidad numérica y la externalización, es decir la subcontratación que no implica realmente asistir al centro de producción.

Relaciones laborales en la empresa: Los cambios en la organización del trabajo se han visto obstaculizados o facilitados según el tipo de relaciones laborales prevalecientes en la empresa o sector. La tendencia general parece apuntar hacia una descentralización de las relaciones laborales y una mayor flexibilidad en el uso de la mano de obra.

Todo lo anterior configura la eliminación de derechos laborales adquiridos y ausencia de seguridad social como consecuencia de la implementación de políticas de flexibilización laboral que alteran las condiciones de vinculación y reproducción social de la mano de obra en la órbita de la producción y el comercio, mediante contratos temporales por obra y labor y de prestación de servicios, acrecentando así el bienestar del capital a expensas de los trabajadores.

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