Los invitados no gratos de H&M

Los invitados no gratos de H&M

"Reunir gente para protestar en contra de una de las marcas con ropa más linda, barata y nombre en el mercado, ha sido de las cosas más difíciles"

Por: Melisa Moreu Rivas
mayo 08, 2017
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Los invitados no gratos de H&M
Foto: Andrés Pico

Nunca me imaginé lo difícil que era radicar un derecho de petición para hacer una protesta en Bogotá hasta que decidí hacer una, mi primera y mi mejor protesta. Cuando dos compañeras de la universidad me dijeron que la cadena sueca de ropa H&M iba a abrir sus puertas el sábado 6 de Mayo regalando bonos a los primeros que hicieran la fila, solo podía pensar en que apenas en abril había sido el aniversario del Fashion Revolution, movimiento nacido en Reino Unido que conmemora y trabaja en pro de los derechos de los trabajadores de las maquilas, esas grandes fábricas de ropa en países del “tercer mundo” en Asia.

Se cumplen 4 años desde el derrumbe del edificio Rana plaza en Bangladesh que producía la ropa de muchas grandes cadenas de moda rápida, murieron adentro más de 1000 personas que fueron obligadas a trabajar aun habiendo reportado graves grietas en la estructura, pero esos productivos turnos de 18 horas al día no se podían dejar perder según los supervisores, al día de hoy el juicio se sigue posponiendo.

Al principio pensé lo que muchos me replicaban después y era “bueno, así es la vida, ellos están allá, eso es tarea de sus gobiernos, que lástima” pero después estaba recordando la frase de Emma Watson en su campaña de HeForShe en el 2014 ante las Naciones Unidas, y ella decía —“If not me, who?. If not now, when?— (Si no soy yo ¿quién?. Si no es ahora ¿cuándo?) Todo esto me llevó a pensar sobre mis ventajas involuntarias. Yo no elegí nacer mujer, ni nacer en Colombia, ni nacer estrato 5, entonces ¿quién soy yo para decidir sobre la vida de los demás? Hace unos 3 años dejé de consumir marcas como Zara, H&M, Pull & Bear, y muchas otras tantas causantes de la esclavitud del presente, pero entonces tuve que aceptar que yo sola no podía cambiar el mundo y que en realidad H&M me estaba poniendo su inauguración en bandeja de plata, para acercarme a miles de personas que de otra forma no podrían escucharme.

Reunir gente para protestar en contra de una de las marcas con la ropa más linda, barata y nombre en el mercado, ha sido de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Invité a mis 515 amigos de Facebook de los cuales confirmaron 6, pero a la hora de la verdad me paré con mis pancartas frente al Centro Comercial La Colina y me di cuenta que éramos 4, incluyéndome a mí. De alguna forma cada obstáculo me llenó más de fuerza y en mi cabeza sólo se repetían las tantas imágenes de documentales como The True Cost y River Blue que me hacían cuestionarme absolutamente todo.

Me sorprendí, la gente fue tan receptiva que me sorprendí, era bueno porque me escuchaban, pero era terrible pensar lo poco que sabemos de la industria de la moda. Yo les decía “¿No les gusta el salario mínimo? vayan a trabajar a Bangladesh por 67 centavos al día” y la gente anonadada, cifras como 170 millones de niños trabajando para la industria de la moda son chocantes en un país de apenas 40 millones de habitantes. Cuando me preguntaron ¿Y por qué eso no sale en las noticias? Yo ni supe que responder, medios como Reuters, The Guardian y The New York Times lo publican y de alguna forma no logramos enterarnos.

Una de mis pancartas decía “Hacernos los ciegos no nos hace inocentes”, pensamos que es tarea de otros, que no hay razón para dejar de usar ropa que nos gusta, que no hay alternativas, pero la realidad es que los otros somos todos, comprar ropa a precios ridículamente baratos contribuye innegablemente al sufrimiento y la muerte de personas en otra parte del mundo, que no lo veamos no quiere decir que no esté sucediendo.

¿Cuál fue el balance de mi protesta? Incalculable, simplemente el mejor que pudo ser, la protesta al final no era más que una excusa, porque por el camino 515 personas tuvieron que escuchar mi cantaleta y aprender algo que no sabían. El monstruo de la moda deja de ser tan grande cuando uno entiende que tiene el control, no hay empresa sin consumidor ni oferta sin demanda y la información es el poder. Yo no soy yo, soy todas las personas que me rodean, mi profesor por ejemplo que alzó mi pancarta por 6 horas es ahora el mensajero de esta realidad a cientos de estudiantes que tienen cientos de amigos, cada una de las personas que ese día escuchó nuestro discurso tiene otros cientos de personas que las rodean y hasta los que se ofendieron llegarán a su casa a quejarse, pero para mi felicidad, a quejarse de lo que yo quería.

 

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