Los empoderados hijos de Diana Turbay

Los empoderados hijos de Diana Turbay

Maria Carolina Hoyos y su hermano Miguel Uribe, eran unos niños cuando su madre murió en un fallido rescate. Ambos heredaron el talante político de los Turbay

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enero 24, 2016
Los empoderados hijos de Diana Turbay

El último recuerdo que tiene María Carolina Hoyos de su madre, Diana Turbay, fue el de sus pies. Estaba tendida en una camilla, con los ojos cerrados y la piel translúcida. Parecía tranquila, como si estuviera durmiendo. Lo único raro eran sus pies, cortados y llenos de ampollas. En ellos se reflejaba el medio año de andar obligada caminando trochas inexpugnables, de darle vueltas a las montañas que emboscan Medellín. Al ver esos pies magullados, María Carolina supo que la agonía de su madre había sido muy lenta.

El último recuerdo que tiene Miguel Uribe Turbay de su madre es mucho menos doloroso. El 30 de agosto en la mañana le dio un beso de despedida ya que ella se iba a buscar a la selva al Cura Pérez, la cabeza visible del Ejército de Liberación Nacional. Lo que no sabía Miguel, a sus cinco años, ni Diana a sus cuarenta, era de la celada que le había tendido Pablo Escobar.

El Cartel de Medellín estaba en plena campaña del terror para evitar la extradición de colombianos a los Estados Unidos. Ni la detonación de una bomba en el vuelo 203 de Avianca en la que murieron  las 110 personas que lo ocupaban, ni los 500 kilos de dinamita que explotaron frente al edificio del DAS el 6 de diciembre de 1989 que dejó 70 muertos y más de 300 heridos, ni el asesinato de Luis Carlos Galán, parecían ejercer suficiente presión para que el gobierno desistiera de la medida que horrorizaba a los narcos. Escobar para intentar ablandar a la dirigencia nacional  en un solo mes secuestró a Francisco Santos Calderón, hijo de uno de los propietarios del influyente periódico El Tiempo y a Diana, hija del expresidente Julio César Turbay Ayala.

Diana, quien en ese momento era la directora del Noticiero Criptón, salió el 30 de agosto de Bogotá acompañada de los periodistas Azucena Liévano, Juan Vitta, Hero Buss, Richard Becerra y Orlando Acevedo. Se encontraron con un supuesto miliciano del ELN que los llevaría a la tienda de campaña del Cura Pérez. Después de una semana de dar vueltas alrededor de Medellín, zona en donde el ELN no ejercía ningún tipo de control, Diana se dio cuenta que había caído en una celada tendida por el Cartel de Medellin. Pablo Escobar empezó a dar órdenes tras bambalinas: separó a los secuestrados en dos grupos, a Diana la dejaron sola con Azucena Liévano y Richard Becerra. Después de cambiar seis veces el lugar del cautiverio terminaron en una  casita campesina en la vereda Sabaneta del municipio de Copacabana, a unos 15 km de Medellín.

En la primera prueba de supervivencia Diana le pidió a su padre que hiciera lo que estuviera en sus manos para que el Presidente Gaviria no intentara un rescate

En la primera prueba de supervivencia Diana le pidió a su padre que hiciera lo que estuviera en sus manos para que el Presidente Gaviria no intentara un rescate

 

Durante 36 días María Carolina y Miguel vieron como sus abuelos, Julio César Turbay y Nidia Quitero, cada uno por su lado se ahogaban de la angustia sin saber que pasaba con su mamá.  La agonía terminó el 7 de octubre cuando el expresidente recibió en la puerta de su casa un casete con la voz de Diana como prueba de supervivencia. Estaba bien pero llena de culpa por la imprudencia que había cometido dejándose gobernar por el instituto periodístico sin evaluar los riesgos que rodeaban las circunstancias de orden público del país. Tenía a sus dos pequeños hijos siempre en mente y le pidió a su papá, convencer al presidente César Gaviria no ordenar ningún rescate a sangre y fuego.

La confianza de Diana parecía justificada cuando, el 26 de noviembre, los extraditables deciden liberar a Juan Vitta. “Ya el Presidente se está dando cuenta que nosotros vamos en serio”, le decían sus captores, “tenga confianza doctora que las cosas van a mejorar”. Los hechos así lo demostraban: el 11 de diciembre fue liberado el alemán Hero Buss, el 13 de enero le arrancaron de su lado a Azucena, quien en tres meses compartiendo cautiverio se había convertido en su confidente. Cuatro días después el turno fue para el camarógrafo Orlando Acevedo. Cada vez que anunciaban una liberación en televisión, María Carolina y Miguel creían que iba a saltar en las pantallas el nombre de su madre .

Foto tomada durante el cautiverio de Diana Turbay en Copacabana Antioquia

Foto tomada durante el cautiverio de Diana Turbay en Copacabana Antioquia

El diario de su cautiverio y las conversaciones que sostenía con Richard Becerra, quien tampoco había sido liberado, evidenciaban la desesperanza que empezaba a ahogarla a comienzos de  1991. No le temía a la furia de los extraditables sino al intento de rescate que llegar del Presidente Gaviria  y su ministro de Defensa Rafael Pardo. Su mamá, Nidia Quintero nunca bajó la guardia aunque después de cada súplica presidencial se iba con la sensación de que cualquier cosa podría  ocurrir.

Los peores temores de Diana se hicieron realidad el mediodía del 25 de enero de 1991 cuando escuchó el ruido de los helicópteros del Ejército sobrevolando su refugio en Copacabana. Una llamada anónima había alertado a las autoridades sobre la posible presencia de Pablo Escobar en la zona, sin que se supiera que Diana Turbay estaba en aquella casa de techo de latón.

Aterrorizados con el sobrevuelo sus captores les ordenaron a los dos cautivos cubrirse con unos sacos negros y unos sombreros para que los confundieran con campesinos. Salieron despavoridos por los matorrales bajo el sol despiadado de las 12 del día y por un instante contemplaron la libertad cuando tuvieron al frente  un pequeño cerro empinado. Sus captores los seguían de cerca. Ascendían la cuesta cuando Becerra escuchó unos disparos, se tiró al piso y al voltear la cabeza hacia Diana la encontró tendida bocabajo y pálida. “Me mataron Richard” alcanzo a balbucear. Una bala le había destrozado la columna.

Cuando corrió la noticia de un posible rescate su madre Nidya Quintero nunca tuvo fe en volver a ver a su hija con vida. Como le confesó a Gabriel García Márquez, su corazón de madre nunca le fallaba. Frente a su hija tendida en una camilla en el Hospital General de Medellin sintió toda la rabia del mundo pero nunca le trasmitió rencor a sus dos nietos que crecieron marcados por el estigma de los Turbay y han llegado lejos en la ruta del poder en Colombia. Desde que comenzó el gobierno Santos, María Carolina Hoyos, hija del primer esposo de Diana el manizalita Luis Francisco Hoyos, nieta de la exgobernadora y senadora caldense Pilar Villegas y prima en segundo grado de Fernado Londoño Hoyos,   ha sido la viceministra de Mintics, responsable del programa Vive Digital que ha llegado a municipios en todos los rincones del país. Toda su vida ha estado en el sector público, ligada sobre todo al de comunicaciones. Fue secretaria privada de los ministros Saulo Arboleda y José Fernando Bautista durante el gobierno de Samper y Directora de la comisión nacional de televisión en el 2007 cuando Álvaro Uribe era Presidente.

El menor, Miguelito quien poco pudo disfrutar a su madre tiene sangre antioqueña. Hijo de Miguel Uribe, el  segundo esposo de Diana a quien ella conoció cuando su  padre, Rodrigo Uribe Echvarria era el gobernador del Antioquia en el gobierno de Julio César Turbay, Miguel jr se estrenó en la política  hace cuatro años como concejal de Bogotá. Con solo treinta años acaba de ser nombrado Secretario de gobierno en la alcaldía de Enrique Peñalosa.

La política y la vocación pública les llega a los dos hermanos no solo por el abuelo Julio César Turbay sino por la abuela doña Nidya, casada en segundas nupcias con el político vallecaucano liberal Gustavo Bálcazar Monzón, quien mantiene actividad permanente a través de su Fundación Solidaridad por Colombia. Ella ha sido de alguna manera en la vida de sus nietos la referencia y presencia viva de la madre ausente quien este lunes cumple 25 años de muerta

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