Los empobrecedores del Caribe
Opinión

Los empobrecedores del Caribe

Grave es pensar que la materialización de un Caribe soñado está en manos de los candidatos por venir. Criados en el seno de las familias empobrecedoras que darán continuidad a sus estrategias miserabilizadoras

Por:
diciembre 13, 2017
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Las iniciativas y propuestas de reflexión para superar los grandes problemas del Caribe han tenido en las últimas tres semanas una estratégica presencia mediática.

La idea de atraso generalizado de la región se han ido calcando de foro en foro, por los menos en las últimas dos décadas, y así, en cada febril momento se proclama una visión de pobreza (ahora es multidimensional) que necesita ser superada a través de unos trazos concretos que también han ido de fracaso en fracaso.

La reunión siempre en muy parecida. Se cita a un grupo de académicos, intelectuales o pensadores; se vinculan asociaciones del Caribe, se invitan a empresarios sensibles, se dialoga sesudamente, y para la clausura se invita a un personaje como Carlos Vives, el Pibe Valderrama o Shakira, que leen una proclama, con e incluido.

Se hacen fotos coloridas para la historia y se anuncia un diálogo con candidatos y políticos de turno. Es mejor hacerlo en cercanías de unas elecciones, así se conectan con figuras de la nueva política, que prometen “incluir”, “hacer eco”, “aunar esfuerzos”. Queda un buen flujo de buenas intenciones o aparece la idea de inventarse una nueva iniciativa, programa, ciclo de reflexión que piense en cómo sacar de la pobreza a la gente del Caribe.

Muestras de pobreza las seguimos viendo también en televisión, a través de personajes caricaturizados en novelas y series como Los Morales (Kaleth y Miguel Morales); Diomedes, el cacique de la Junta (Diomedes Díaz); El Joe (Álvaro José Arroyo); Pambelé (Antonio Cervantes), Tarde lo conocí (Patricia Teherán), Déjala morir (Emilia Herrera). Allí aflora la creatividad, la determinación, el arrojo, el talento, la dignidad, en medio de unas carencias producto de viejos sistemas de empobrecimiento, liderados por caporales políticos con apellidos que identifican tanto al Caribe como a las figuras de las bionovelas. Esos “pobres” han hecho más por la zona que la banda de “araujos”, “names”, “gerleins”, “besailes”, “zuccardis”, “gneccos”, “garcías”, y los recientes “elías” y “asthones”.

Recientemente hemos visto la novela La cacica (Consuelo Araujo) que hasta el momento ha mostrado la manera en que familias de Valledupar se han unido con políticos del interior para acrecentar su poder regional, todo en medio de un melodrama patético que parece no despegará. Lo que se ha visto es la bondad de estar cerca de las familias del centro y de sus líderes. Se refuerza el eslogan: “El poder (de los votos de la gente pobre) está en las maquinarias del Caribe.

La tarde del siete de diciembre, en el mercado de Bazurto de Cartagena, una mujer de escasos 20 años, me ofreció bengalas, chispitas, volcanes, totes y otros productos con una vitalidad que animaba a la compra. Me dijo que todos los días se levantaba temprano a vender algo, que mañana vendería aguacates, pasteles, bocachico abierto, yuca, ñame espino o chicharrón frito… “Lo que haya que hacer para seguir adelante”, me dijo, con su entusiasta propuesta de venta. Vive en Fredonia, no estudia. Se retiró del colegio hace cuatro años, porque los profesores no iban, porque había más peleas que buenas clases.

Encontró en el negocio la manera de vivir en medio de una informalidad que le dio la oportunidad para “seguir adelante”.

 

Me dijo que todos los días se levantaba temprano a vender algo,
que mañana vendería aguacates, pasteles, bocachico abierto,
yuca, ñame espino o chicharrón frito

 

¿Me pregunto si hay pobreza en esa chica o hay un sistema que la empobrece?

En el mirador del barrio Nelson Mandela vive Joan, un muchacho de 15 años cuyo gran patrimonio familiar es un joven burro blanco. Con él, baja hasta los bajos del antiguo basurero de Henequén y se abastece de agua potable para toda la familia.

El burro ayuda a aligerar las cargas de una zona sin acueducto ni alcantarillado ni calles pavimentadas ni seguridad. Me cuenta que las pandillas que habitan allí usan los burros para practicar la manera de apuñalar al prójimo.

Me cuenta Joan que cada día, disfruta de la vista de Cartagena desde su mirador. Que los juegos pirotécnicos de un día como el 24 o el 31 de diciembre son la maravilla más hermosa que ve cada año. Es hábil con las manos, es un artista del detalle, puede construir una máscara de yeso con la lentitud que conlleva a la perfección; la pulcritud y la genialidad. Puede que sea un gran artista, pero hoy vive en medio de hostiles sistemas empobrecedores con los que lucha y lucha, cada día.

 

 ¿Puede ser este muchacho considerado pobre con esos niveles de creatividad, dedicación y sensibilidad?

 

La chica que hoy vende cualquier cosa en las calles y corredores del mercado de Bazurto de Cartagena y el joven Johan con su burro blanco en Nelson Mandela, hacen parte de las cifras que debe superar la región, según los últimos foros propuestos.

Hacer foros es una idea sobre la que hay que insistir con un renovado libreto. Grave es pensar que la materialización de un Caribe soñado está en manos de los candidatos por venir. Perogrullo lo sabe, ellos han sido criados en el seno de las familias empobrecedoras y darán continuidad a sus estrategias miserabilizadoras y mafiosas.

 

 

 

 

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