Las predecibles peloteras de Óscar Rentería frente a las cámaras de Win delatan su escasa imaginación. Sus burdas poses de periodista suspicaz, resabido y pérfido —con cara de nazi jubilado— están condenadas al reciclaje.
De hecho, el manido juego con el que siempre ha pretendido arañar sintonía y adeptos acusa como ingrediente principal la rancia amargura de la que nunca se ha despegado. Lo que comienza con una rebuscada perorata normalmente termina siendo un histérica reyerta verbal.
Rentería aún sigue creyendo que aferrarse al viejo libreto de despiadado polemista le garantiza aplausos y credibilidad. Ese artificio anquilosado lo ha llevado a asumir posiciones irreflexivas, de ataques y defensas ultrajosas, endosándose para sí la unigénita razón, y sin el riesgo menor de asumir una equivocación. Morirse con la de él es lo de él.
"Nairo habla pura carreta barata" fue su última estocada, refiriéndose al papel del ciclista colombiano en las últimas carreras del calendario europeo. Como suele ocurrir, Rentería de manera acomodaticia y torpe pretendió dorar la píldora, redondeando: "yo valoro a Nairo Quintana, yo no estoy diciendo que sea un mal deportista, estoy diciendo que sus declaraciones de han convertido en pura carreta”.
Su irresponsable comentario naufraga entre la contradicción y el irrespeto por uno de los más célebres deportistas colombianos de todos los tiempos. Si bien es cierto Quintana no ha alcanzado últimamente los mejores logros, tampoco puede insinuar que sea un deshonesto o mentiroso, por espíritu de sus declaraciones. Tácitamente desdice del coraje y sacrificio del " escarabajo”. Si Rentería " presume" valorar a Nairo y afirma que este no es un mal deportista, ¿por qué con tanta liviandad coloca en tela de juicio las explicaciones que este ha dado en relación con su propio desempeño deportivo? Al contrario, Rentería termina subvalorándolo, reduciéndolo y desconociendo una historia ciclista forjada a pedalazo limpio, con lágrimas, sangre y sudor.
Flaco favor le hacen al periodismo digno, responsable y objetivo salidas tan torpes como las del señor Óscar Rentería, aunque en medio de la confusión social y política actuales esto parezca una utopía. Cuando se cuenta con arrestos éticos suficientes en el ejercicio periodístico es fácil respetar, pero la mediocridad impulsa a algunos a echar mano del despropósito para hacerse notorios. Los Rentería se solazan con tan poco.