Los amigos de la paz y el respeto al Uribismo

Los amigos de la paz y el respeto al Uribismo

"Para tener paz necesitamos que todos los sectores políticos convivan con unos mínimos de respeto y armonía"

Por: Daniel Cardona Caicedo
febrero 26, 2016
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Los amigos de la paz y el respeto al Uribismo
Foto: tomada de internet

Mucho se ha hablado sobre lo que deberían hacer los 'enemigos' de la paz (irse del país, enlistarse en el ejército, desmovilizarse, etc.) pero yo quiero aprovechar este espacio para hablar de algo de lo que muy poco he leído o escuchado: el papel y el compromiso que deben tener quienes dicen respaldar el proceso, para que eso que llamamos 'paz' sea más que un discurso o unas firmas al pie de letra muerta.

Actualmente hay consenso en que la paz no es solo el silencio de los fusiles. Tener paz significa cambiar profundamente la mentalidad de una sociedad que, afrontémoslo, no sabe qué es vivir en armonía; no porque seamos intrínsecamente violentos, sino porque la violencia ha sido parte de nuestra historia desde hace ya demasiado tiempo. El callar los fusiles de uno de los principales -y más terribles- actores del conflicto es un gran paso adelante pero también tenemos que aprender, como sociedad, a acallar nuestros odios y respetar al otro para así unirnos por ese bien superior que es la convivencia pacífica, es ahí donde veo que fallan los autoproclamados “amigos de la paz”.

Para tener paz necesitamos que todos los sectores políticos convivan con unos mínimos de respeto y armonía pero nuestra realidad política y social muestra que en Colombia el odio y la discriminación política que dieron origen (o al menos justificación) al conflicto que hoy intentamos cerrar siguen presentes y de hecho son, paradójicamente, usados por quienes dicen defender la paz para atacar a quienes discrepan del actual proceso.

Colombia es un país tan curioso que uno puede ver en cualquier perfil social de algún “amigo de la paz” una publicación hablando de la importancia del perdón y la tolerancia en el marco de la paz y, a renglón seguido, una definiendo a todo el que sea Uribista como ignorante, ladrón o bruto. Hay memes banalizando los falsos positivos y el uso violento de motosierras solo para asociarlos a la figura de Uribe que son publicados pocas horas después de hacer lo mismo con imágenes del Salado con el eslogan “nunca olvidar”. Lo peor de ese doble discurso (¿moral?) es que pasa desapercibido.

Y no es que me parezcan aceptables las ya rebuscadas razones del Uribismo para no adherirse al proceso de la Habana. Lo que quiero establecer aquí es que, si bien no comulgo con lo que expresan figuras radicales del Centro Democrático, defenderé que lo hagan siempre y cuando sea con los mínimos de respeto y sana convivencia que debe tener una sociedad civilizada, por la sencilla razón que la historia de mi país me enseñó que la violencia empieza excluyendo y estigmatizando grupos políticos.

No niego que del CD pueden venir también mezquinos ataques a otras ideologías políticas pero alguien tiene que dar el primer paso y, ya que hay varios sectores llamándose (y, ojala, siendo) “amigos de la paz”, sería ideal que se comportaran como tal y pasaran del dicho al hecho tolerando y respetando a quienes piensan diferente a ellos. Tal vez, y puede que exagere al creer esto, dejando de estigmatizar al Uribismo como un conjunto de locos y criminales logremos acercar ese importante movimiento a lo que se dialoga en la Habana antes que sea demasiado tarde.

Para terminar quiero agregar que este problema no recae solo sobre el Centro Democrático. Hace algunos días el Alcalde Peñalosa se reunió con doña Isabel, la vendedora ambulante que lo increpó el día sin carro; se presentaron mutuas disculpas, se abrazaron y doña Isabel recibió un puesto de trabajo digno que mostraba que su concepción del alcalde era errada: fue un pequeño proceso de paz entre un gobernante y una ciudadana indignada que terminó siendo calificada de “vendida” por sectores que dicen respaldar la paz. Si no aceptamos que una vendedora perdone a su alcalde ¿Como esperamos perdonar a guerrilleros?

Para llamarse “amigo de la paz” hay que hacer mucho más que subirse a un avión a Cuba o votar favorablemente el plebiscito se debe vivir la paz como una nueva forma de hacer política. Afortunadamente hay esperanza, la columna de León Valencia en la revista SEMANA es un claro ejemplo de ello. Ojala que el respeto y los argumentos prontamente reemplacen la grosería y la falacia ad hominem en la política colombiana.

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