Lecuona en buenas manos
Opinión

Lecuona en buenas manos

Noticias de la otra orilla

Por:
abril 28, 2018
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Han pasado dos años desde que vi por primera vez el documental Playing Lecuona en el marco del Barranquijazz de 2016. Y no lo había vuelto a ver.

Ahora me encuentro de nuevo con la gran interpretación que hace la cantaora Esperanza Fernández de Malagueña, acompañada al piano por Gonzalo Rubalcaba; con la reinvención jazzística de La Comparsa que realiza Chucho; y con la deliciosa y ritmática aproximación que hace Michel Camilo del clásico Para Vigo me voy. Y descubro entonces el milagro de un Lecuona redivivo, perfectamente reactualizado gracias a un concepto que pone en las mejores manos jazzísticas de la música latina el gran repertorio de un genio verdadero.

Y una pregunta me surge, al ver que en un proyecto documental como este participan, por encima de cualquier otro protagonismo, tres de los pianistas indispensables en la historia del jazz latino, y también del jazz contemporáneo, para decirlo de una vez. Y esta pregunta es la siguiente: ¿por qué Chucho Valdez, Michel Camilo y Gonzalo Rubalcaba, que pertenecen a tres generaciones pianísticas distintas, aparecen juntos rindiendo homenaje a un pianista y compositor como Lecuona?

La respuesta surge clara cuando miramos que en el panorama de los contemporáneos de Lecuona hay nombres tan importantes y definitivos para la tradición pianística, compositiva e interpretativa, de la mejor música cubana, pero que ante Lecuona palidecen un poco.

Pero no solo de los contemporáneos de Lecuona, sino de sus inmediatos antecesores y de los posteriores a su importancia.

Y quizá la principal razón sea que probablemente ninguno de esos músicos logra los altos momentos musicales a los que llega un hombre como Lecuona que empieza desde muy niño a formarse como pianista con su hermana Ernestina y ya a los cinco años es capaz de presentarse en grandes escenarios musicales de la isla y a los once escribió su primera composición. Y de ahí en adelante se vuelve una inteligencia musical que no para hasta su muerte.

 

Nadie anterior a él, de su tiempo, y de los años posteriores,
logra construir una obra musical de carácter popular y culta
más sólida y definida por ademanes sonoros de la más arraigada cubanía

 

Nadie anterior a él, de su tiempo, y de los años posteriores, logra construir una obra musical de carácter popular y culta más sólida y más profundamente definida por ademanes sonoros de la más arraigada cubanía en conversación especialmente con la música española y con otras músicas de América. Pero especialmente, nadie como él es autor de tantas canciones inolvidables en la cancionística latinoamericana; ni es autor de melodías instrumentales tan referenciales; ni compuso tantas operetas y zarzuelas; y obras para piano; y música para orquesta popular y gran orquesta; y música para cine…

Por eso es que el genio de Lecuona tiene una especie de omnipresencia en la vida musical cubana que resulta insoslayable a la hora de plantearse cualquier tipo de memoria sonora de la música cubana.

Esa poderosa presencia de la vida y la música de un hombre de esta clase es lo que fundamenta la película Playing Lecuona dirigida por el cubano Pavel Giroud y por el español Juanma Villar, que consideran a Lecuona  “el pianista y compositor iberoamericano más universal”, y del que hacen parte tres intérpretes del piano que rayan en la categoría de genios absolutos como Valdez, Camilo y Rubalcaba.

El documental reactualiza en clave de jazz todo ese edificio sonoro de Lecuona en la memoria musical del mundo, en manos de esos tres grandes del teclado que lo conocen como beber agua, especialmente Chucho y Rubalcaba, y conquista el premio al mejor documental en la XXXVII edición del Festival des Films du Monde de Montréal (Canadá), en la categoría Premio del Público.

La película es un largo metraje en coproducción de la productora canaria Insularia Films, de la productora andaluza La Zanfoña Producciones y la colombiana Igolai Producciones, que tiene además de esos tres grandes del piano la participación de figuras como las de la cantante española Ana Belén y la gran cantante cubana Omara Portuondo, así como también a un destacado guitarrista español de nombre Raimundo Amador, y a la cantaora española Esperanza Fernández y al colectivo de percusión cubana Los muñequitos de Matanzas.

Sus directores la definen como un viaje musical a través de la obra y ciertos espacios vitales claves en la obra de Lecuona, para lo cual “los tres pianistas más destacados del latin-jazz mundial, se unen para servirnos como guías con base en este género musical”. Así, Chucho habla y toca en La Habana natal de Lecuona, fusionando latin jazz con ritmos afro-cubanos; Michel Camilo es grabado en Nueva York (ciudad donde triunfó y fue enterrado Lecuona); también en las Islas Canarias, la tierra de los antecesores de Lecuona, donde también Camilo recrea elegantes atmósferas sonoras; y Gonzalo Rubalcaba, por su parte, en Sevilla (España), recreando ese espíritu andaluz que tanto inspiró a Lecuona, y que allí él fusiona con el jazz y el flamenco.

 

 

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