Lecciones de los jóvenes luego del plebiscito
Opinión

Lecciones de los jóvenes luego del plebiscito

El momento que vive Colombia es el mejor pretexto de aprendizaje posible, los estudiantes están dejando la indiferencia, lideran proyectos, discusiones, y proponen soluciones

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noviembre 04, 2016
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Circula por las redes sociales un video de un grupo de universitarios que habla sobre su compromiso con la construcción de la paz. Participan estudiantes de varias carreras y universidades de Bogotá y Colombia (Nacional, Rosario, Externado, Andes, Tecnológica de Pereira, ESAP, Libre, entre otras), dirigido a todo el país, con un mensaje constructivo y firme: la paz es ahora, este es el momento.

Desde una posición mesurada. Ellos saben que los problemas del país no se solucionan con una firma. Pero intuyen que un acuerdo es un evento simbólico y transformador en nuestra narrativa como país que permite fijar nuevos nortes, aprovechar un momento único y empezar a cerrar heridas.

No solo se trata del acuerdo de paz, claro. También se necesitan cambios en el sistema de educación superior, cerrar brechas sociales y regionales, luchar contra la corrupción, afrontar la crisis ambiental y fortalecer la democracia para incorporar visiones distintas. Pero la paz es un primer paso vital, una puerta maravillosa.

A este grupo de jóvenes universitarios, a pesar de sus diferencias, los une la voluntad de lograr nuevos acuerdos, de soñar con un nuevo país. Piden que no haya más dilaciones, que no haya más guerra, y se definen como la generación de la esperanza. Esta unión fue producto del resultado del No en el Plebisicito, resultado que ha sido capitalizado por ellos.

 

La unión y las manifestaciones de los jóvenes
en todo el país
son un fenómeno que sorprende y alegra

Sorprende porque nos han hecho creer que las nuevas generaciones solo piensan en tecnología, en su propio bienestar, y que no conocen del esfuerzo duro. Pero estas manifestaciones y fuerzas que se consolidan nos dan evidencia de otras cosas, así como pasó hace unos años con el Movimiento de la Séptima Papeleta.

La unión y las manifestaciones de los jóvenes en todo el país son un fenómeno que sorprende y alegra.

Estos grupos de estudiantes nos están dando una lección de resiliencia, de tomar lo bueno en medio de la adversidad, de seguir luchando por un mejor país y creer en sus sueños. Y lo han hecho de manera tranquila y hermosa, con sus manifestaciones y sus carpas y sus sesiones de música y solidaridad en la Plaza de Bolívar, y en varios rincones del país. Dedicando su tiempo y su energía a hacer sentir su voz.

Sé que varios profesores universitarios les han dicho a sus estudiantes que no importa si no aprueban el semestre. Que lo más importante en este momento es dedicar su tiempo y esfuerzos, no a cumplir con su plan de estudios, sino a trabajar por el país de sus sueños, y por este momento histórico maravilloso. Algunos de ellos han dado clases y charlas en la Plaza de Bolívar y han sacado a sus estudiantes de las aulas para participar en las marchas. En esa misma dirección, varios colegios oficiales y privados han creado foros, redes y espacios para debatir el tema de la paz e involucrarse de manera activa en la construcción del país.

Este tipo de hechos son muy valiosos. El momento que vive Colombia es el mejor pretexto de aprendizaje posible. Cada vez son más los estudiantes que están dejando la indiferencia, que se están sumando, que lideran proyectos y discusiones, y proponen soluciones. Para eso ha servido mucho lo que pasó con los resultados. Para que todos dejemos la indiferencia, que es un mal terrible, vecino cercano de la desesperanza.

En una charla a la que fui hace un par de meses entre Jesús Martín Barbero y Patricia Lara sobre educación para la paz y la memoria, decían ellos de manera enfática que debemos permitir que los niños y los jóvenes cuenten sus propias historias para ser autores de su vida. Para que puedan ser verdaderos autores, las instituciones educativas y el país debemos escucharlos.

Desde este espacio, un reconocimiento para todos ellos, quienes merecen ser escuchados, como presente y futuro de este país.

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