PERRO COMEHUEVOS NI PORQUE
LE QUEMEN EL HOCICO
La apreciación pública del señor presidente Santos en el sentido de garantizar en la plenitud de su mandato constitucional que con 50 votos se conseguía la mayoría absoluta a que obliga la ley para aprobar las curules de las zonas de mayor conflicto armado, es la expresión de una vieja manera de entender la realidad. Si recordamos el 2 de octubre de 2016 cuando el resultado final del plebiscito donde una mayoría, exigua, pero mayoría, dijo No y la manera como finalmente logró convertirlo en un Sí (con la complicidad de Uribe que negoció por nada), no nos debe extrañar esta nueva interpretación contable y constitucional del señor nobel de paz. En mi infancia decían en las fincas “perro comehuevos, ni porque le quemen el hocico”.
EL ALACRANERO DE SANTA MARTA
Algo debe estar pasando alrededor de la candidatura presidencial de Carlos Caicedo para que se hayan precipitado, y de manera tan evidente, todo un cúmulo de circunstancias donde el viejo esquema del régimen ha vuelto a florecer. La suspensión por 3 meses del alcalde Martínez porque dizque le colaboraba a su antecesor en la campaña presidencial, nos hizo pensar a muchos que detrás de esa jugada del procurador, monaguillo de Gaviria, había un juego provinciano de votos en vísperas de la consulta liberal. Pero cuando la Fiscalía mete a los dos a la cárcel y el juez de garantía los deja libres 36 horas después, porque no encuentra mérito para detenerlos y, por ende para que se le interrumpa la candidatura presidencial a Caicedo, nos hace pensar que detrás de eso lo que hay es un alacranero y el que meta la mano se pica.
LA ALBORADA MAFIOSA
Quienes hemos sostenido a lo largo de los años que Colombia sufrió una revolución no admitida con el narcotráfico, cada año tenemos confirmación de ello con la alborada de todos los 1 de diciembre, repleta de cohetes y tronantes, juegos artificiales y estallidos en aquellas zonas geográficas donde la cultura fue modificada por el narcotráfico, en el más estricto sentido mafioso. Esa revolución no admitida, nos trastocó valores y creencias, actitudes y moral, puso patas arriba la pirámide social, precipitó una contrarreforma agraria peligrosísima y le abrió campos inimaginables a la venganza y la crueldad. Quemar pólvora el amanecer de todos los primeros de diciembre, así haya sido prohibida una y otra vez, es una manifestación de ese poder de protesta y suficiencia que le destapó al pueblo la revolución del narcotráfico.
