Las peripecia del Jazz Latino (final)
Opinión

Las peripecia del Jazz Latino (final)

Noticias de la otra orilla

Por:
octubre 13, 2018
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Cerramos esta serie de columnas que quisimos enmarcar en la temporada   festivales que se realizan todos los años en algunas ciudades del país, y que ojalá se sigan sucediendo en el tiempo.

Retomamos entonces. Entrando en los años ochenta, el jazz latino  llega a indudables momentos de consolidación y nuevas propuestas.  Su lenguaje se complejiza jazzísticamente, evoluciona desde y hacia nuevas sonoridades, acude a cierta temática nacionalista desde un sentimiento muy latinoamericano pero, por otra parte, remoza y actualiza los temas paradigmáticos del Bop, conceptualiza su edificio sonoro, avanza y especula liberándose con mucha fortuna y en muchas ocasiones de los referentes afrolatinos, que de alguna manera ya se habían hecho clichés facilistas, y aclara el camino con desafíos que desenmascaran a los falsos intérpretes, creadores y arreglistas del jazz latino.

 

Paquito D´Rivera. Foto: Wikipedia

Uno de los nombres que jalona fuertemente este nuevo signo expresivo es Paquito D’Rivera, que, desagregado de Irakere, escandaliza y anonada con su técnica y su largo aliento creativo el ambiente neoyorkino del jazz, no solo latino, rodeándose de un grupo de músicos sobresalientes como los pianistas latinoamericanos Michel Camilo, Danilo Pérez y Hilton Ruiz, o del trompetista brasilero Claudio Roditi, para mencionar solo esos, que luego, cada uno por su lado harán en los noventa su propio camino

Por su parte, uno de los dos hermanos González, Jerry, que acaba de fallecer en Madrid, no sólo conguero sobresaliente, sino un notable trompetista, a veces muy a lo Miles Davies, experimentó un provechoso y extenso aprendizaje en el famoso Conjunto Libre de Manny Oquendo, para sentar el más importante precedente de reelaboración jazzística en este género, con un trabajo titulado Rhumba para Monk, en el que los difíciles temas del pianista del Bop reciben un novedoso tratamiento melódico, armónico, y percusivo, que destaca notoriamente por sus logros jazzísticos, redimensionando el lenguaje de Monk con una nueva sintaxis en sus arreglos.

Pero cerrando casi los ochenta, surge tal vez la figura más importante del piano en América Latina, no solo en el género del jazz general, sino en algunos terrenos de la gran música contemporánea.  Me refiero a Gonzalo Rubalcaba, cubano, con una técnica tan extraordinaria que a veces opaca su lucidez y su inspiración, pero con un talento creativo de intérprete, arreglista y compositor, que permite ser considerado como el equivalente latino de Winston Marsalis.  El trabajo que en lo personal podría destacarse de su prodiga producción sería sin duda Mi Gran Pasión, porque implica una reactualización del danzón con procedimientos mixtos de la música clásica, el jazz y la música cubana tradicional, logrando un producto de especial belleza y profundidad.

En la transición de los ochentas a los noventas, habría que destacar un nombre de especial significación en la salsa de todos los tiempos, y por supuesto, en el jazz latino de esos años.  Ray Barreto, conguero legendario que al igual que Mongo Santamaría, Candido Camero, Armando Peraza, Patato Valdez, Jack del Río y Willie Bobo, entre otros, es uno de los percusionistas obligados en mucha grabaciones de jazz tradicional, moderno, y contemporáneo desde la década del cincuenta, aproximadamente.

Ya en los noventa, profundizando y diversificando los planteamientos de la década anterior con nombres como los de Michel Camilo y obras como las suyas Suites Sandrini I,II,III; y un nombre inevitable como el discutible Arturo Sandoval, no sólo con el repertorio clásico del jazz (recordemos su prodigioso álbum I Remember Clifford), sino con el repertorio clásico de Cuba y Latinoamérica, el latin jazz queda a la espera de los nuevos nombres y procesos que el nuevo milenio le plantea para enfrentar el nuevo anuncio de la muerte del jazz que hacen algunos críticos internacionales.

 

Mario Bauza. Foto:Wikipedia

El otro momento destacable de los noventa es un revival que se sucede con los  tres últimos trabajos editados por el gran Mario Bauza antes de morir, con gran parte de la Orquesta de Machito, de la que siempre había sido el cerebro gris.  Bauza en los tres trabajos que menciono escribió una coda definitiva a su testamento musical, con lo que hace que la corriente del jazz latino desemboque en su propio nacimiento, volviendo a hacer los temas que más de medio siglo atrás sirvieron para presentar el sonido del jazz afrocubano al mundo. Esos trabajos fueron en verdad su canto del cisne para morir en el año 94 en santo olor de jazz latino.

Quedan sonando con sus músicas nombres, de antes, de ahora, y de mañana, en una mezcla de lenguajes, países y aires, como los de Poncho Sánchez, Justo Almario, Jorge Dalto, Chic Corea, Airto Moreira, Hermeto Pascual, Eliana Elías, David Sánchez, Eduard Simon, Egberto Gismonti, Hernán López-Nussa, Omar Sosa, Steve Turré, Ivan Lins, Antonio Arnedo, Francisco Zumaqué, Edmar Castañeda, Alex Wilson, Brian Lynch… y muchísimos más que ayudan a darle realidad rotunda a esta cultura musical que eleva nuestra alma sonora a importantes alturas universales.

 

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