Las pensiones, vuelve y juegan
Opinión

Las pensiones, vuelve y juegan

Si se logra la disminución de aportes a salud de los pensionados se hará justicia, de lo contrario muchos jubilados “privilegiados” estarán camino al empobrecimiento lícito

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diciembre 28, 2018
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Debo advertir que soy pensionada, por lo tanto, tengo claros intereses en lo que voy a escribir. Claro, ser pensionada en Colombia es un privilegio, pero a la vez una maldición. Voy a intentar explicar por qué, así como el beneficio que recibiríamos si se hiciera realidad la disminución de aportes a la salud por parte de las personas jubiladas.

Es un privilegio porque solo un porcentaje muy pequeño de la población logra obtener la pensión de vejez; el empleo formal es muy poco en Colombia y la posibilidad de cotizar es muy baja. Del total de los adultos mayores solo el 23 % logra jubilarse hoy en día y de estos la gran mayoría lo hacen con pensiones bajas de uno a cinco salarios mínimos. Las mesadas altas corresponden a un porcentaje todavía menor de la población. Pero esos sí que son privilegiados; son congresistas, magistrados, ministros, etc. Hay regímenes especiales como los de las fuerzas armadas o los maestros, pero esos son todavía más privilegiados que el resto de los mortales.

Según Asofondos cotizan a pensión algo así como el 35 % de los trabajadores, lo que hace muy frágil el sistema. La legislación laboral, gracias a Uribe, se flexibilizó tanto que hoy es prácticamente un prodigio tener contrato a término indefinido. Casi todo el mundo que consigue trabajar lo hace por el camino de la prestación de servicios con contrato a término fijo, los demás son informales. Un enorme porcentaje de los funcionarios públicos, por ejemplo, no son de carrera, están sujetos a ese régimen injusto de contratistas.

La segunda gran razón para considerar un privilegio la jubilación es la edad. Quien pierda el empleo después de los cuarenta años, prácticamente queda por fuera del mercado laboral y si tiene ingresos y quiere algún día jubilarse sus cotizaciones deberán hacerse como independientes. Muchas veces esas cotizaciones son intermitentes, mejor dicho, cada vez que se pueda.

Ahora, la otra cara de la moneda es que estar jubilado y sujeto a ese único ingreso es una maldición pues el poder adquisitivo de la mesada pensional disminuye sustancialmente con el paso de los años. Cuando alguien se jubila por el régimen de prima media recibe, como máximo, el 75 % del ingreso promedio, lo que se llama IBC. Es decir que de entrada está perdiendo un 25 % de lo que recibía antes como empleado. Claro si se jubila por el régimen privado las cosas son todavía más difíciles; como se sabe la mesada dependerá de la rentabilidad que los aportes hayan obtenido en los Fondos y esta rentabilidad es mucho menor a su equivalente en Colpensiones.

Otro factor de erosión del ingreso es la cotización a salud. Cuando uno es empleado paga los aportes de forma compartida, la empresa el 8 % y el trabajador el 4 %; pero cuando uno se jubila esas dos cifras se acumulan en cabeza del trabajador que pasa a cotizar el 12.5% solito. Lo que significa otra desmejora frente a su antigua condición de asalariado.

 

Como el salario mínimo influye casi de manera directa en la inflación venidera,
lo que sigue es que el aumento de la mesada
queda rezagado con relación al aumento del costo de vida.

 

Finalmente existe una causa más para perder ingresos y es el aumento anual de las mesadas que está ligado al índice de inflación. Cada año nos aumentan lo que el Dane señala como incremento del costo de la canasta familiar. Eso en principio suena bien, solo que cuando se define el salario mínimo casi siempre se hace por encima de este indicador, como fue por ejemplo el año pasado que la inflación estuvo alrededor del 4 % y el incremento del mínimo fue del 7 %. Es decir que a los jubilados nos aumentaron 3 puntos por debajo del incremento del mínimo. Como en nuestro país el salario mínimo influye casi de manera directa en la inflación venidera, lo que sigue es que el aumento de la mesada queda rezagado con relación al aumento del costo de vida.

Estas consideraciones hacen que las mesadas vayan perdiendo capacidad y que los jubilados terminen recibiendo relativamente cada año menos. Tal vez por todo eso fue que se aprobó en el Congreso la disminución de aportes a salud por parte de los jubilados, pero fue objetada por el presidente Santos, que incumplió una promesa más de las muchas que hizo en campaña.

Ahora el presidente Duque abrió la posibilidad de resucitar esta ley para pensiones bajas en la reunión de la mesa de concertación salarial. Si se da ese pequeño paso para mantener algo del poder adquisitivo de las mesadas pensionales, se hará justicia, de lo contrario muchos jubilados “privilegiados” estarán en camino al empobrecimiento lícito.

www.margaritalondono.com

http://blogs.elespectador.com/sisifus

 

Publicada originalmente el 7 de septiembre de 2018

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