Las palabras que no mueren por COVID-19 en la Sierra Nevada de Santa Marta

Las palabras que no mueren por COVID-19 en la Sierra Nevada de Santa Marta

Un homenaje a José de los Santos Sauna Límaco, gobernador del pueblo kogui fallecido este fin de semana

Por: IVAN MAURICIO ARRIETA CRUZ
agosto 10, 2020
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Las palabras que no mueren por COVID-19 en la Sierra Nevada de Santa Marta

La COVID-19 continúa con sus efectos catastróficos en el modo de vida de los pueblos indígenas. Hoy el cielo de la Sierra Nevada de Santa Marta viste encapotado luego del fallecimiento del gobernador del pueblo kogui José de los Santos Sauna Límaco, un reconocido líder que enfrentaba serios problemas a su seguridad personal, los cuales asociaba a su férrea oposición a la posibilidad de adelantar megaproyectos de extracción mineral, monocultivos y turismo a gran escala en el territorio de la Sierra y el Parque Nacional Natural Tayrona. El poderío económico del gran capital se veía inoperante ante las decisiones del pueblo kogui tomadas a base de consultas con padres ancestrales de su pueblo a partir del Zhatukwua, un mecanismo ancestral que comunica el mundo material con el mundo de los espíritus a través de una totuma de calabazo llenado a medias con agua cristalina, y una piedra con orificios que a lo largo del ritual va emanando burbujas en forma de mensajes inteligibles exclusivamente por los mamos, líderes espirituales de los 4 pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes pueden consultar allí las decisiones más trascendentales de sus pueblos.

A principios del 2012 irrumpió en la Sierra Nevada una ola de procesos de consulta previa que buscaban concertar con los pueblos koguis, arhuacos, kankuamos y wiwas, la posible implementación en los territorios ancestrales de puertos multipropósito, ferrovías, hoteles 7 estrellas, y toda una serie de proyectos que simbolizaban la locomotora del desarrollo del gobierno nacional de turno. Allí los indígenas vieron coléricos a ostentosos millonarios que se jugaban su capacidad negociadora y su reputación como infalibles inversionistas en aquel ritual de aspecto rudimentario donde prevalecen la lógica interpretativa y sosegada de los mamos. Antes de cualquier decisión asociada a la tensión negociadora, el cabildo Santos anunciaba “primero tenemos que consultar internamente con nuestras autoridades”, ratificando el zhatukwua como el infalible y confiable mecanismo tradicional de toma de decisiones.

A finales de marzo de este año, Santos Sauna, como le gustaba que le llamaran, decidió trasladarse hacia Pueblo Viejo, una comunidad hogui ubicada en la parte alta del municipio de Dibulla en el departamento de la Guajira. Desde allí atendía virtualmente los asuntos del resguardo kogi Malayo Arhuaco y la Organización Gonawindua Tayrona de los cuales era su representante legal. En Pueblo Viejo iniciaba un nuevo proyecto de dotación de la escuela, la cual había sido desmantelada por las monjas lauristas, quienes recién expulsadas del territorio ancestral desocuparon las aulas y un pequeño salón que fungía de oficina. Contaba el cabildo con algo de asombro que se habían llevado “hasta las tizas del tablero”, por lo cual fue necesaria la subida a lomo de mula de todo tipo de implementos escolares para el uso de los niños de su comunidad.

La decisión de la salida del grupo de hermanas lauristas fue tomada unánimemente por las autoridades políticas y tradicionales del pueblo kogui con la finalidad de recobrar el proceso educativo de la primera infancia, garantizando la aprehensión y la continuidad de su lengua materna (koguian) y con ello, los principios culturales de la ley de origen por las cuales se rigen y organizan los indígenas en su territorio. Posterior a la independencia española, Pueblo Viejo se convirtió en “colonia agrícola”, una fallida estrategia de ocupación territorial emergida desde la primera república. Desde entonces los koguis sostienen un infatigable proceso de consolidación cultural en esta comunidad, logrando convertirla en uno de los centros poblados más importantes para sus mamos quienes fieles a su tradición la renombraron Nubizhaka. Hasta ese remoto poblado llegó el coronavirus para acabar con la vida del representante político del pueblo kogui.

El 6 de agosto día de su muerte, cumpliría 2 años de haber sido expedido el decreto presidencial 1500, el cual tiene por objeto redefinir el territorio ancestral de los pueblos arhuaco, kogui, wiwa y kankuamo de la Sierra Nevada de Santa Marta, expresado en el sistema de espacios sagrados de la “Línea Negra –Sheshiza”, como ámbito tradicional de especial protección, valor espiritual, cultural y ambiental, así mismo se plantea como objetivo establecer medidas y garantías para su efectiva protección.

Al respecto el presidente de aquel entonces, el otro Santos, Juan Manuel, dijo que su compromiso con el decreto obedecía al cumplimiento de lo ordenado por la Corte Constitucional para proteger a los pueblos indígenas de la Sierra: “Este decreto respeta el acceso de las comunidades a sus sitios sagrados, que suman alrededor de 350 hectáreas dentro de un área superior a 1.700.000 hectáreas”.

Desde 1973 los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta habían logrado el reconocimiento de sus sitios sagrados a través de la resolución 02 expedida por el entonces Ministerio de Gobierno, siendo ratificada y ampliada por la resolución 837 de 1995 del mismo despacho, hoy Ministerio del Interior, las cuales servirían como antecedentes jurídicos del decreto presidencial 1500 de 2018. Sin embargo, el decreto recibió una demanda de nulidad ante el Consejo de Estado argumentando que allí se desconocen los usos que tiene el Estado colombiano del subsuelo. Así mismo, plantea el abogado demandante coadyuvado por gremios económicos, el decreto obviaría la normatividad vigente en cuanto a ordenamiento territorial y el sistema de control ambiental. Desde entonces, el cabildo Santos Sauna lideraba una campaña jurídica junto a las autoridades wiwas, arhuacas y kankuamas respaldadas por organizaciones internacionales solidarias con las causas ambientales, cuya última fase cursaría de manera virtual por redes sociales haciendo un llamado a defender el decreto 1500 y la Línea Negra, la cual él mismo definiría como “una línea espiritual en la parte baja de la Sierra conectada en el mar y con los picos nevados, allí se ordena el territorio desde los ezwamas, alli se encuentra guardada nuestra memoria, el gobierno propio, nuestras escrituras, nuestros conocimientos; por eso la Sierra la vemos como un templo sagrado donde habitan nuestros padres espirituales. Desde los principios, la misión de los pueblos de la Sierra es protegerla, cuidarla y conservarla de manera integral, en espiritual y material. Eso nos han enseñado y han repetido los mamos”.

Todas sus intervenciones eran el impoluto reflejo de las decisiones de los mamos, confiaba fielmente en su sabiduría, ratificadas en incontables historias donde debía su vida y su integridad a la capacidad interpretativa de los mensajes de los padres ancestrales y la madre tierra a través de ellos. En alguna ocasión contaba como el mamo Jacinto zalabata le había salvado la vida en el corregimiento de Mingueo. Allí lo esperaba un grupo de 7 hombres armados con palo y machete quienes lo acusaban de impedir el desarrollo en la región al oponerse a la construcción de un puerto multipropósito en esa jurisdicción, en una clásica imagen maniquea donde los indígenas se dibujan como antagónicos al progreso económico y social que vendían de aquel megaproyecto. Santos Sauna se dirigía a una reunión de carácter interno en la casa indígena de aquel poblado cuando recibió la llamada de uno de sus asesores más cercanos: “Cabildo, no vaya a mingueo lo están esperando para matarlo, mamo Jacinto le manda esa razón, eso lo dice el zhatukwa”. Atendiendo aquella explicita advertencia detuvo el vehículo en cercanías a Palomino y retornó de inmediato a Santa Marta. Años después, quienes estaban destinados a ser sus verdugos le comentaban que lo hicieron impulsados por el odio visceral que les causaba su decisión opuesta a la transformación de sus vidas como empleados de una megaempresa. Arrepentidos, y aun con la promesa incumplida de convertirse en prósperos empleados de la minería, le facilitaron a Santos Sauna el acceso a un lote en el corregimiento donde construiría su vivienda junto a su familia.

Siempre pausado, pero con la convicción del deber cumplido se despide de nosotros, el amigo, el consejero, el padre de familia, el Jate que con la simpleza del movimiento de la brisa enredada en el árbol, o el vuelo de un ave, era capaz de explicar las complejas decisiones que protegen el orden de las cosas que se muestran naturales frente a la celeridad del idílico progreso. Los mamos han dicho que los grandes hombres vuelven al territorio en forma de pájaros, montañas, piedras, vientos, ríos y toda forma que emane de su seno, y continúan desde allí la misión de cuidado del orden natural a través del pensamiento. Allí habita ahora Santos Sauna quien pasa a ser consejero del otro lado del zhatukwa, desde donde emitirá su mensaje. Hay que saber escuchar el pensamiento, las palabras, lo que nos dicen los mayores, allí están los principios, decía quien viaja hoy en forma de enseñanza

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