Las generaciones del odio, la muerte y la metralla

Las generaciones del odio, la muerte y la metralla

“Se optó por acabar a todo aquel que generara oposición: estudiantes, políticos, líderes sindicales, campesinos. Todo en nombre de la droga, el dinero y el Estado”

Por: Fabián Torres
diciembre 29, 2018
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Las generaciones del odio, la muerte y la metralla
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Somos el resultado del odio, la muerte y la metralla de una guerra ajena. Interiorizamos la  violencia como si se tratase de algo innato de un hombre que nace dentro de una frontera. La disfrazamos bajo el eufemismo de “malicia indígena”, como si estas culturas ancestrales representaran el lado oscuro del ser humano. Renunciamos a nuestra herencia cultural para dar paso a opiniones prestadas. En resumen, somos la generación que se formó después de cuatro días de adolescentes drogados en el festival de Woodstock de 1969.

Estados Unidos no solo perdió la guerra de Vietnam en una cruenta lucha de guerrillas, su derrota se dio en la desmoralización y el enviciamiento de las tropas en el llamado triángulo de las drogas (Castro, 2014). Colombia no pudo representar otro papel que el de víctima indirecta de aquel conflicto aberrante y despiadado. Los soldados estadounidenses llegaron de la guerra con su sangre llena de odio, muerte y desesperación. Odio hacia un grupo de hombres en su mayoría campesinos, a los que denominaron Vietcong; muerte por la estela de sangre que dejaron tras asesinar mujeres, ancianos, niños y seres humanos cuya única culpa fue nacer en Vietnam; desesperación por conseguir la droga que de manera eficaz hacia su vida más sencilla. Intentaron primero en Jamaica, pero no dio resultado por cuestiones conservadoras, entonces centraron sus ojos en Colombia, un país propicio para el cultivo. Finalmente, controlaron el mercado interno e instauraron el narcotráfico y la generación de la guerra y el odio, y la metralla nació.

El profesor Renán Vega, denominó esta generación como una “cultura traqueta” (Vega, 2014), presente en todos los rincones del país, pero que tuvo su nacimiento en las calles de Medellín en los cargos más bajos de la delincuencia. De allí viene su nombre, del sonido del arma (tra tra tra) del sicario. Se optó por eliminar a todo aquel que generara oposición: estudiantes, políticos, líderes sindicales, mujeres, campesinos. Todo en nombre de la droga, el dinero y el Estado. El narcotráfico y el paramilitarismo permearon todas las estructuras sociales del país. Todos querían ser llamados patrón, al costo que fuera y no son palabras vacías si se toma como referencia el gran número de víctimas que estos fenómenos han dejado.

Desde lo institucional se reproduce una cultura de odio. Desde la familia como primer eje socializador no se piensa en otra cosa que salir de la pobreza, empobreciendo al otro. Y no es para más si tomamos en cuenta los medios de comunicación, grandes movilizadores de opiniones y educadores a distancia. ¿Que colombiano después de 1965 no creció y basó muchas de sus discusiones en los cínicos y amarillistas encabezados del periódico El Espacio? Titulares como “Tres caníbales sexuales, se comieron siete prostitutas”, el cual fue publicado un día después de la muerte de Jaime Garzón, junto a una nota  de la canción el último beso, dejan mucho que decir. El mismo Jaime Garzón que durante el gobierno Uribe pasó de ser un personaje reconocido y fraternal en el país a un guerrillero en radio y la televisión.

Somos el resultado de lo que las clases dominantes y los barones de la droga quieren que seamos, una sociedad violenta en la alegría, celebrando triunfos individuales como colectivos, convirtiendo esto en excusa para transformar las sonrisas en llanto, la mujer en objeto, el joven en sospecha, al otro en enemigo. ¿O acaso nuestra identidad y patriotismo traqueto no ha causado ya muchos muertos? La respuesta la dio un narrador deportivo el 5 de septiembre de 1993, cuando dijo con total euforia: “Ahora sí saquen el aguardiente”. Ese día en el país se registraron 100 muertos, representando 20 por cada gol marcado (Vega, 2014). Somos una sociedad que absorbió las dinámicas traquetas y paramilitares, naturalizó la violencia y reprodujo el odio, la muerte y la metralla.

Castro, G. (2014). Nuestra Guerra Ajena . Bogotá: Planeta.

Vega, R. (2014). ¿Cuánto nos cuesta cada gol de la selección Colombia?

Vega, R. (18 de Febrero de 2014). La formación de una cultura "traqueta" en Colombia.

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