Las Farc, Álvaro Gómez, el Establecimiento y el Régimen
Opinión

Las Farc, Álvaro Gómez, el Establecimiento y el Régimen

El Establecimiento que decían las Farc, el Régimen que decía Gómez, ahí siguió, ahí sigue, ¿ahí seguirá?

Por:
octubre 11, 2020
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Sería la trama de una buena novela de realismo mágico, o de una serie de Netflix como el Robo del Siglo que también parece una ficción pero fue real, si no fuera porque hay en el centro ríos de sangre de seres humanos reales y el dolor infinito de sus familias. No es entonces una novela, es la realidad colombiana. A Álvaro Gómez Hurtado lo mataron cuando salía de dar clase y, aunque parecía derrotado definitivamente en la política electoral, se mantenía activo en reuniones y discusiones en un momento muy complejo por la debilidad del presidente Samper. Parece increíble que en el año 2020 tengamos que seguir hablando del asesinato Álvaro Gómez como un hecho de actualidad. La historia de Gómez tiene raíces hace más de 100 años, ya por esa época estaba activo su papá, Laureano Gómez. A quien le interese más contexto vale la pena que lea la biografía bien escrita, con el sesgo confesado de un admirador, de Juan Esteban Constaín, Álvaro, su vida y su siglo.

No hemos cerrado las heridas del pasado, la sangre en Colombia se mantiene caliente por décadas, no se investiga hasta el final, se dudan todos los intereses y todas las conclusiones. No sabemos quién mató a Gaitán, a lo mejor ahí empezó todo. Ahora la Farc, las ex -Farc, dicen que ellos mataron a Gómez y lo dicen a través de su vocero, el senador Carlos Antonio Lozada. Uno escucha a Lozada y entiende también porqué la Farc están condenadas a desaparecer si en este país se mantiene la democracia con unas elecciones para determinar quién ocupa espacios de poder, asunto de otra reflexión. Habla Lozada, Timochenko en la intrascendencia de siempre, a lo mejor para bien de todos nosotros. Que él ejecutó la orden que dio el Mono Jojoy, que simbolizaba la maldad, la crueldad y la torcida definitiva de cualquier ideal que pudo haber en el origen de esa guerrilla.

Después de su asesinato, Álvaro Gómez ha conocido la redención que no tuvo en vida. Laureano, su papá y su mentor político, mantiene el lugar que debe mantener cualquier simpatizante del fascismo. Constaín complejiza la figura de Laureano, pero no lo redime. Álvaro es más interesante. Su participación en la constituyente, su pacifismo al final, el rumor de su renuencia a participar en golpes de estado violentos. A mí me gusta mucho la idea de su última campaña, que Colombia sea un país en el que no maten a la gente, decía. Sin embargo, la idea de Gómez más repetida en los últimos años ha sido la del “acuerdo sobre lo fundamental”. No se suele dar mayor contexto a dónde lo dijo, ni para qué lo dijo, pero a cada rato se vuelve a eso de que necesitamos un “acuerdo sobre lo fundamental”. Ya con el paso de los años, y viendo lo que vemos, hoy yo valoro que Álvaro Gómez escribía y pensaba la política, daba los debates, valoraba la universidad, se metía a las elecciones. La última voz realmente relevante del Partido Conservador que se acabó desde que se volvió gobiernista, independientemente del gobierno.

Habla entonces Lozada e insinúa que Gómez cargaba una lápida porque hacía más de 30 años fue protagonista principal de los debates que resultaron con el bombardeo a Marquetalia. Un desastre, sin duda. Uso excesivo de la fuerza, se dice ahora, la prepotencia de un gobierno que pensaba que barriendo con bombas a unos campesinos resolvía un problema estructural. Había tantas otras opciones que nos habrían ahorrado, quizás, tanta sangre. Que lo mataron por eso, dice Lozada. Extrañísimo. Pero supongamos que es verdad, lo mataron y no confesaron, no “cobraron”, y la hipótesis que sigue – con base en notas de Manuel Marulanda- es que ya vengado lo de Marquetalia, se encontraron con una oportunidad táctica, la de dividir el establecimiento. Que se acusaran entre ellos, que se “agudicen las contradicciones”. Un análisis marxista de clases relativamente simple.

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Ya vengado lo de Marquetalia, las Farc se encontraron con una oportunidad táctica, la de dividir el establecimiento. Que se acusaran entre ellos, que se “agudicen las contradicciones”

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Me pareció que esto era lo más interesante, más allá de la discusión de quién lo mató y por qué, que ojalá se resuelva, sobre todo por la familia Gómez que sigue con esa herida abierta. Interesante porque el eje del supuesto análisis de las Farc -la lucha contra el establecimiento-, de alguna manera se parece al eje del análisis de Álvaro Gómez – la lucha contra lo que él llamaba el Régimen-. Ambos, las Farc y Gómez, fracasaron políticamente. El establecimiento nunca se dividió realmente, al final fue más un odio personal entre Samper y Pastrana, pero el establecimiento de verdad, la estructura de poder y de clase en la perspectiva marxista, se reunió bastante rápido, en la presidencia inmediatamente posterior a la de Pastrana, la de Álvaro Uribe Vélez. Aunque en sus inicios, los Pastrana consideraban poca cosa a Uribe, hasta peligroso sugerían, ya sabemos que quien fuera liberal samperista en Antioquia, Uribe Vélez, terminó reuniendo a todo el establecimiento, incluyendo a los conservadores, a sus rivales más enconados, a los que el calificaba de corruptos – los Valencia Cossio y los Ramos-, a todos en eso que se llama el uribismo.

Y lo logró, en buena parte, por las Farc. Porque matar a Álvaro Gómez, abusar del Caguán, tener a cuadros dirigentes tan flojos como Lozada y tan malos como el Mono Jojoy, fueron todas decisiones tácticas desastrosas. No solo no dividieron al establecimiento, unieron al pueblo contra ellos mismos. Sea lo que sea el pueblo, defínalo como quiera, terminó estando abrumadoramente en contra de las Farc. Entonces fueron las Farc las que le dieron a Uribe vida política. Al establecimiento, al fin y al cabo, que ya tenía de frente y sin pena, un brazo armado en los paramilitares. Brazo armado y político, la parapolítica. Ese establecimiento que supuestamente se iba a dividir terminó reforzado y da origen a este Frente Nacional del siglo XXI, en donde todos los presidentes los ha puesto Uribe. El enfrentamiento entre Uribe y Santos es un asunto personal también: al final han gobernado los mismos con las mismas, como bien ha explicado el senador Jorge Robledo. La diferencia sobre la desmovilización de las Farc – no podemos llamarle la Paz a lo que dejó Santos que dio un primer gran paso, pero incompleto y destruido por este gobierno- fue solamente táctica y de ego: Uribe habría hecho lo mismo si hubiese mantenido el poder.

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Ese establecimiento que supuestamente se iba a dividir terminó reforzado y da origen a este Frente Nacional del siglo XXI, en donde todos los presidentes los ha puesto Uribe

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El “pueblo” fue, por supuesto, quién más sufrió con la estupidez estratégica y la inmoralidad de los cínicos de las Farc: que yo sepa, para dar un ejemplo, no han pedido excusas a Héctor Paúl Flórez, el único condenado por ese remedo de justicia que hemos tenido en el caso de Álvaro Gómez. Tampoco han mencionado a otro hombre humilde víctima de su asesinato, el asistente de Álvaro Gómez, José del Cristo Huertas. Y, si lo que están diciendo es cierto, las Farc deberían ocuparse de un señor que respondió por lo que ellos cobardemente ocultaron por décadas, deberán pedir perdón a otra víctima de su venganza por el debate de las repúblicas independientes. También fueron carne de cañón, daños colaterales de las contradicciones agudizadas dirán, las víctimas de la masacre de Mondoñedo. Por estar pensando en esa cosa abstracta, el establecimiento, por estar vengando discursos de los 60, las Farc sacrificaron -directamente o indirectamente- la vida de tanta gente, la misma gente que Gómez, al final, pidió con vehemencia que no mataran. El Establecimiento que decían las Farc, el Régimen que decía Gómez, ahí siguió, ahí sigue, ¿ahí seguirá?

@afajardoa

 

El eje del supuesto análisis de las Farc -lucha contra el establecimiento- se parece al eje del análisis de Álvaro Gómez –lucha contra el Régimen-. Ambos fracasaron políticamente

 

 

 

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