Las encuestadoras políticas, ¿podrán superar las pifias?
Opinión

Las encuestadoras políticas, ¿podrán superar las pifias?

Las encuestas no pasan su mejor momento, los “errores” se han dado en todo el mundo, y sin integrar redes sociales poco se podrá mejorar

Por:
mayo 02, 2018
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Demasiados resultados de “grandes encuestas políticas” parecería que no reflejan más que ruido y confusión. Según el gran político británico Disraeli. “Existen tres tipos de mentiras: mentiras, mentiras malas y estadísticas”, tal parecería ser el caso en Colombia.

Todos miramos las encuestadoras para ayudarnos a dilucidar qué pasará en las próximas elecciones presidenciales. Conocer el futuro ha sido siempre una obsesión de la humanidad, las técnicas han sido varias, pitonisas, astros, cartas, y ahora en un mundo más científico, las encuestas. Pero aquellos que realizan las encuestas, y los que las mandan a hacer, saben que los resultados dependen de cómo se maneje la muestra.  El término “estadísticamente representativa de la población”, aguanta para seleccionar municipios o zonas de la ciudad históricamente más favorable a un partido u otro.

Los últimos años han estado caracterizados por “errores” en los resultados de las encuestas políticas en todo el mundo. El brexit y el triunfo de Trump son los más mencionados, pero en Colombia no nos quedamos atrás, recuérdese la votación por el plebiscito sobre los acuerdos de paz, donde todas las encuestas daban ganador y mayoritariamente al Sí, cuando el resultado fue 50,21 % por el No, y un 49,79 % por el Sí. Pero igualmente, estas marcadas diferencias también se vieron en las anteriores elecciones presidenciales entre los resultados y los pronósticos de las grandes encuestadoras:

Resultados de intención de voto en primera vuelta de 2010:

 

Resultados de intención de voto en primera vuelta de 2014:

 

Fuente: Firmas encuestadoras.

El efecto de las redes sociales no aparece en ninguna de las metodologías utilizadas. Si se lee la ficha técnica de la mayoría de las encuestas, todas dicen algo como: “se implementó un muestreo aleatorio estratificado por región, tamaño del municipio, según censo electoral y resultados de las elecciones al congreso 2018. Selección de los municipios en sus estratos, selección de barrios-manzanas, selección de hogares y selección de persona en los hogares”. Técnicamente nada de redes sociales.

No podemos olvidar que Obama usó para su elección a Twitter, Macri en Argentina a Facebook y Trump se benefició del manejo de los usuarios de Facebook por parte de Cambridge Analytica. Los analistas que monitorearon la actividad en las redes sociales durante la campaña en EE. UU. hablaron de la enorme base de votantes silenciosos que se estaba formando alrededor del candidato republicano. Sonaron continuamente las alarmas sobre que las encuestas no reflejaban la situación. El problema, es que nadie en las compañías encuestadoras todavía sabe cómo interpretar un “me gusta” o “compartir” con un voto. Especialmente cuando las encuestas dicen lo contrario. Sin embargo, mientras no se mida esta variable, difícilmente las encuestas lograran aproximarse a la realidad.

 

 

La creciente falta de fiabilidad de las encuestas para predecir resultados electorales
viene del cambio de teléfonos fijos a inteligentes
y que menos personas quieren responder encuestas

 

 

Dos tendencias están impulsando la creciente falta de fiabilidad de las encuestas para predecir los resultados en elecciones: el crecimiento de los teléfonos inteligentes (con su reemplazo de los fijos) y la disminución de las personas dispuestas a responder encuestas. Las personas son más difíciles de contactar para una encuesta ahora que en el pasado. Eso es consecuencia de vidas más ocupadas y una mayor movilidad, pero también de una tecnología que hace que sea más fácil para las personas ignorar las llamadas telefónicas provenientes de números de teléfono desconocidos.

Los partidarios de Trump, por ejemplo, no son parte del sistema tradicional. Por lo general no se involucran en encuestas, y trabajan activamente para proteger su privacidad. Como resultado, las encuestas que muestran una oposición generalizada a las políticas y acciones del presidente son intrínsecamente defectuosas en su metodología, porque no incluyen una población significativa que alteraría drásticamente los resultados. La primera pregunta que se suele hacer en las encuestas es si el sujeto da su consentimiento para participar en la encuesta. La mayoría de los seguidores de Trump se niegan, por lo que las encuestas no incluyen esa población que reflejaría el apoyo que los medios dicen que no existe.

Varios candidatos nacionales han salido a cuestionar las visitas metodológicas que debería realizar el Consejo Nacional Electoral a las encuestadoras. Creo que primero, sería conveniente revisar quien o quienes serían encargados de realizar esas visitas. El CNE no solo es un reconocido fortín político, sino que el personal no pareciera ser sólido técnicamente. Recordemos el reparto de los tarjetones para las consultas de partidos las pasadas elecciones, donde se utilizó un promedio simple por mesas, sin siquiera considerar un simple análisis histórico de los volúmenes de votación por centros, para maximizar los tarjetones impresos. La estadística no parece ser el fuerte del actual registrador.

Aunque en ocasión se equivocan, las encuestas siguen siendo herramientas periodísticas importantes, y cada anuncio de resultados produce anticipación en medios, en el público y por supuesto en las campañas. Y aunque pueden ser útiles, solas no parecieran ser un indicador confiable. Como en otras áreas, el ecosistema digital se convierte en una herramienta importante para entender e incluso predecir el comportamiento de los electores. Tal vez los datos de las encuestas, combinadas con datos de las redes sociales, puedan predecir tendencias y comportamiento electoral mejor que cualquiera sola.

Los resultados de una que otra encuesta, no resuelve los grandes argumentos, pero tal vez sí, las finanzas de las encuestadoras, que son las grandes beneficiadas de esta “guerra de números”. No es mi interés acabar con el lucrativo negocio de las encuestas, no solo no lo podría hacer, sino que además he de recordar que he vivido de ese trabajo, pero creo que como ciudadanos debemos ser más conscientes que las encuestas no están pasando por su mejor época, y que estas empresas, como el resto de la economía, se beneficiarían de integrar el comportamiento digital en sus análisis.

@aarcilaa

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