'La vida es un ratico y ese ratico no lo podemos desperdiciar'

'La vida es un ratico y ese ratico no lo podemos desperdiciar'

A través del fútbol, Martha Goyes, 'la profe', le enseña ética y valores a los niños de la comuna 20 en Cali

Por: Manuel Tiberio Bermúdez
junio 10, 2016
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'La vida es un ratico y ese ratico no lo podemos desperdiciar'
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Se llama Martha Goyes, pero todos le dicen “la profe”. Es dinamizadora de “Fútbol para la Esperanza”, un proyecto de la Fundación Sidoc, en la Comuna 20 de la capital vallecaucana. Su función es liderar a los jóvenes, apoyarlos en lo referente al proyecto deportivo,  y estar pendiente de las necesidades de ellos.

Aunque ella enseña a los muchachos del sector  el ABC del deporte, su mayor esfuerzo lo centra en hacer mejores personas para la vida futura. “Queremos que por medio del fútbol las juventudes aprendan otros valores que les va a servir para la cotidianidad. Aspiramos, a que el fútbol sea una excusa para que ellos asimilen la vida en armonía con su familia y con los demás.

El grupo de Fútbol para la Esperanza, en la Escuela Simón Bolívar, es de 40 niños. Inician el trabajo haciendo un juego de activación que consiste en que, si por ejemplo están jugando a la lleva, el que le pegue la lleva a un compañerito, debe decir alguna frase sobre el cuidado de la vida o sobre el respeto hacia los demás; y si no la dice, hay una penitencia que cumplir. Entonces los niños van comprendiendo que deben aprender valores para poder continuar en el juego.

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Sobre la mezcla juego y comportamiento Martha dice: “Esta fusión funciona a las mil maravillas porque los niños, por el deseo de estar incluidos en el juego, aprenden todo más rápido. Y por querer hacer los ejercicios del fútbol, más cuidado le ponen a lo que se les enseña”.

“En esta comuna hay mucha pasión por el balompié, aquí los muchachos son ante todo, futboleros. Han aprendido que el fútbol, no es solamente patear un balón, que el deporte también requiere aprender cómo manejarse en  una cancha, que la violencia durante el juego,  no es el comportamiento adecuado, que debe haber respeto por las otras personas, y que todos somos iguales. Simplemente hay que aprender a comportarse”.

¿Cómo una dama viene a parar como entrenadora en un deporte que parece tan masculino?

“Desde niña he jugado fútbol. Me gusta mucho y lo practiqué con éxito. Estuve también en atletismo pero mi pasión ha sido el futbol. Terminé recogiendo a unos niños que no hacían nada en el barrio, y que permanecían parados en una esquina. Por allí cerca había una cancha disponible y empecé a enseñarles lo que yo había aprendido. A medida que fui enseñándoles fueron llegando más chicos y me fui involucrando en el cuento del fútbol”.

¿Que sueña para el futuro de estos muchachos?

“Yo le pido mucho a Dios, que me de sabiduría e inteligencia para poder llegar a ellos y expresarles que la vida no es lo que ellos piensan, que la vida no es la violencia y lo que se vive en el barrio. Que hay muchas cosas por hacer,  y mi proyecto, es cambiar su modo de pensar, que mejoren su calidad de vida, que se esfuercen por estudiar y aprender cosas que realmente les sirva para el futuro”.

En el imaginario de gran parte de los habitante de esta ciudad, se piensa que los muchachos que habitan Siloé son agresivos, peligrosos, que no desean cambiar, y mucho menos mediante actividades como las que Ud. realiza como el deporte y el juego. ¿Qué piensa al respecto?

“Eso es mentira. Porque el chico de aquí de este barrio es lo mismo que el que está al otro lado de esa vía que nos separa, dice mientras señala la avenida de Los Cerros. La única diferencia con los de aquí, es que los de allá tienen unos recursos económicos mejores, pero si los comparamos, los de nuestro barrio tienen más corazón, más coraje. Nuestros chicos, son de bajos recursos pero tienen expectativas y desean crecer como personas. Mientras que los de allá, podrán tener mucha plata, pero son pocos los que en realidad quieren desarrollarse como buenos seres humanos para salir adelante. Piensan que,  porque tienen un poco de dinero, ya lo tienen todo y no es así”.

¿Qué les dice a los chicos que quieran acercarse a Ud. porque desean aprender de fútbol?

“Yo les digo que le pongan ganas a la vida. Que la vida es un ratico, y ese ratico no lo podemos desperdiciar. Que las puertas están abiertas en el momento que quieran, no importa si el niño tiene problemas, consume alucinógenos o lo que sea. Aquí somos una casa, una familia y estamos con las puertas abiertas para recibirlos”.

¿Qué papel juega la Fundación Sidoc, en el trabajo que Ud. realiza?

“Yo trabajo con ellos en Fútbol para la Esperanza. De ellos he aprendido mucho. Gracias a la Fundación, soy una mejor persona, porque en realidad mi vida era bastante diferente: con todo el mundo me peleaba, con todo el mundo quería chocar y siempre era como violenta y es gracias a la Fundación que muchos niños se han servido de este proyecto”.

Hace 5 años que ingresé a la Fundación y mi vida dio un giro. Hoy soy una persona distinta, pues he adquirido hasta una forma de expresarme diferente, he aprendido a valorar el trabajo en equipo y a respetar el interés que tienen las personas por tendernos la mano para cambiar.

¿Qué tanto afecto sienten los chicos por Ud. y como se lo expresan?

“Me abrazan, me esperan con bombones. Para el día de la madre me hicieron una cartica que me emociono mucho. Ellos, donde me ven, no solo aquí en el Colegio, sino también en la calle, me llaman, me abrazan. Igual, me siento muy agradecida con esas muestras de cariño porque me siento muy bien y me doy cuenta de que vale la pena luchar por un barrio que aún tiene muchas falencias pero que las estamos enfrentando entre todos”.

¿De todos esos chicos que ha formado hay alguno que haya llegado donde Ud. lo quería ver?

Tengo un chico, Juan Camilo Quezada, que lo he llevado a hacer pruebas de fútbol y las pasó. Aunque faltó que alguien lo patrocinara. Lo bueno es que hay muchos pelados luchando por una vida mejor y sé que aquí  hay mucho talento, pero sobre todo, grandes seres humanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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