¿Cómo se pueden ablandar, por no decir reblandecer que suena peyorativo, los corazones? ¿Cómo lograr que los colombianos respiren profundo, inhalen, sostengan el aire, exhalen, aflojen y piensen, analicen, recuerden y aspiren a tener o a dejarle a los nietos un mejor futuro? ¿Cómo evitar que a punta de odio, noticias falsas y sectarias se vacune contra la reflexión, la memoria histórica, y el sentido común?
¿Qué nos deja la derecha si no es un país en caos, una olla de presión a punto de hacer explosión?
Con la excepción de la dictadura de Rojas Pinilla, todos los gobernantes que ha tenido Colombia han sido de derecha, ya que pensar que López Michelsen y su MRL hubieran sido de izquierda es un bolero ranchero, como lo hubiera asegurado su amiga del alma, Helenita Vargas, pues ni siquiera se acercó a los ideales del gobierno de su padre, último que sin ser de izquierda tuvo agendas sociales.
Rafael Uribe Uribe, quien se negó a apoyar la Unión Republicana, coalición de liberales y conservadores, fue asesinado.
Jorge Eliécer Gaitán, disidente, también llamado el Tribuno del Pueblo, fue asesinado.
Jaime Pardo Leal, Unión Patriótica, denunció las alianzas de la clase política con el narcotráfico y los paramilitares, fue asesinado.
Bernardo Jaramillo Ossa, Unión Patriótica, fue asesinado.
Carlos Pizarro, torturado y asesinado.
Antonio Navarro, Luis Eduardo Garzón, Clara López, Carlos Gaviria y el mismo Petro fueron “neutralizados” en sus aspiraciones a la presidencia. Ni hablar de Luis Carlos Galán y su obsesión de neutralizar las mafias del narcotráfico y su influencia en la política.
¿Qué nos dejan los gobiernos de la derecha de tantos años?
- 43.5% de pobreza, puesto 41 a nivel mundial
- Corrupción gubernamental a todo nivel, por encima de la mesa y alabada en primera página de los medios.
- Indiferencia absoluta con las necesidades de los colombianos, especialmente los que viven en zonas rurales, e intentan sobrevivir al fuego enemigo y al fuego “amigo”.
- Demagogia de logros inexistentes. Subsidios falsos en lugar de oportunidades de trabajo digno.
- Obras de infraestructura (escuelas) mal construidas, presupuestos inflados, ruinas.
- Boicot al proceso de paz (imperfecto como todos los procesos). Incapacidad y abierta falta de voluntad para corregirlo e implementarlo.
- Absoluto y total desamparo a los reinsertados para comenzar una nueva vida. La indolencia también es cómplice.
- Incapacidad y falta de voluntad para tomar decisiones a tiempo nos dejan el holocausto del Palacio de Justicia entonces y dos meses de paro con el gobierno de turno observando, entretenido, el caos desde palco de primera.
- Burocracia gubernamental donde cada asistente tiene dos asistentes y la nómina pertenece a la maquinaria de turno. Ojo! Maquinaria prima de la anterior y hermana de la siguiente, todas corruptas y desde donde se desdibujan las diferencias entre la derecha y la izquierda.
- El país se convierte en la mayor hacienda cocalera que se vende al mejor postor y las pocas tierras dedicadas al agro se fumigan con “Roundup Turbo Herbicide” (léase glifosato).
- Un Congreso cuyas mayorías semejan las seguidoras fieles del Flautista de Hamelin.
¿Qué nos ofrece la izquierda?, ¿convertirnos en otra Cuba o en otra Venezuela? Suficiente evidencia tenemos del fracaso absoluto de los gobiernos de izquierda que mal llamándose socialistas han engañado a su pueblo para hacer lo mismo de los gobiernos de derecha, engañar al pueblo y enriquecer sus líderes.
El colombiano pensante no se presta para el juego de ninguno de los dos equipos.
Busquemos un nuevo director técnico, jugadores, terapeutas, cancerberos aptos que le pongan freno a la corrupción y podamos por fin gritar “¡viva Colombia!” desde el centro del estadio.
