El clientelismo triunfa a pesar de los treinta años de la constitución política

El clientelismo triunfa a pesar de los treinta años de la constitución política

"La carrera administrativa ha funcionado irregularmente por causas del entorpecimiento venido de distintos enemigos de la meritocracia constitucional"

Por: JORGE BUITRAGO PUENTES
julio 08, 2021
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El clientelismo triunfa a pesar de los treinta años de la constitución política
Foto: The Register

Se celebran con bombos y platillos y con toda clase de actividades académicas y políticas los 30 años de la expedición de la constitución política. Columnistas y analistas de los grandes medios de comunicación de distintas orillas políticas destacan sus avances en distintos temas, especialmente los logros obtenidos con la tutela como también las materias que están pendientes de hacerse realidad, destacándose la necesidad de reformas de fondo en la justicia, la salud, y el trabajo por solo mencionar las más apremiantes para la mejora de la sociedad.

No obstante que cada ciclo de tiempo se hacen celebraciones y balances de la constitución referentes a las distintas temáticas donde ha habido avances y sobre las cuales es necesario hacer reformas para hacer realidad nuestra limitada democracia y el estado social de derecho llama la atención que estos expertos pasen por alto un análisis más a fondo del fenómeno del clientelismo del empleo público.

Pareciera que su omisión enviara el mensaje que es una lucha perdida. Que el constituyente se equivocó al pretender erradicar esa práctica cancerosa del estado colombiano que cultural y políticamente viene desde la colonia y está vigente hoy más que nunca.

Veamos brevemente por qué ha sido infructuosa ese imperativo constitucional establecido en el preámbulo de la constitución política, a la igualdad de oportunidades, y a la carrera administrativa como regla general para vincularse con el estado.

La carrera administrativa ha funcionado irregularmente en estos 30 años de vigencia de la constitución por causas del entorpecimiento venido de distintos actores proclives al clientelismo y enemigos de la meritocracia constitucional. Tropiezos legislativos y de acciones jurídicas dirigidas en contra del desarrollo normal de los concursos ha sido la constante.

Inicialmente un concurso duraba entre diez y quince años y se presentaban entre cincuenta y cien personas. Hoy dura aproximadamente tres años y se presentan entre quinientas y mil personas. Y al estado han ingresado más de doscientas mil personas por concurso aproximadamente. No obstante lo anterior ese porcentaje es bajo frente al total de los empleos del estado y el problema de las provisionalidades y los temporales continúan siendo manipulados por la clase política a través de sus gerentes y directivos públicos que se oponen de esta manera al espíritu de la constitución.

La paralaboralidad expresada en los contratos de prestación de servicios llegó para quedarse. La función política se ha privatizado y clientelizado. Han transcurrido más de 30 años de aplicación irregular, de desnaturalización, de abuso, de explotación laboral, denunciada por distintos medios y prohibida a diario por las altas cortes de justicia, pero que la clase política de derecha y de izquierda en el poder hacen de esta oportunidad laboral de fortín del mayor clientelismo para pagar favores y obtener réditos electorales y políticos.

El mejor ejemplo es lo ocurrido en Bogotá con los gobiernos de izquierda hasta la presente de Claudia López que prometió acabar con esas prácticas clientelistas, pero en la ejecución de su gobierno ha demostrado lo contrario.

Así las cosas en materia de la función pública las excepciones, que son las provisionalidades y los contratos de prestación de servicios, han terminado por ser la regla general. Y ni qué decir de los cargos de libre nombramiento y remoción que históricamente son otro fortín para repartir entre la clase política de turno gobernante. Son una especie de clientelismo perfumado, excluyente, y clasista.

En países desarrollados a estos cargos llegan los funcionarios de carrera administrativa que ingresan desde los cargos más bajos y van ascendiendo hasta llegar al final de su vida laboral a ocupar uno de estos cargos directivos en un acto de justicia, de agradecimiento y especialmente de culminación de la carrera administrativa. De nada ha servido pertenecer a la Ocde en este sentido.

De otra parte, la categoría laboral de los trabajadores oficiales (vinculados en loterías, licoreras, empresas de servicios públicos, etc.) son ruedas sueltas al servicio del clientelismo de los sectores políticos gobernantes.

El empleo público en Colombia en su mayor porcentaje ha sido y continúa a pesar de la constitución propiedad privada. Y lo más extraño es que este tema no merece el más mínimo análisis por parte de los expertos del establecimiento. Tal vez tienen rabo de paja.

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