La renuncia de Abello y la virtud de la banca
Opinión

La renuncia de Abello y la virtud de la banca

¿Por qué en el momento de celebrar los 60 años de la BLAA se retira inesperadamente su director? ¿Primará el hermetismo del Banco de la República y su gerencia cultural?

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noviembre 28, 2018
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Cuando en marzo de 2017, el nombre de Alberto Abello fue mencionado por la prensa como el nuevo director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, BLAA, sus primeras palabras fueron para las decenas de bibliotecas ubicadas en todo el país; (Red de Bibliotecas del Banco de la República); los programas de lecturas en todo el territorio y las actividades que mostraran la riqueza de un país extenso, diverso y complejo. Tenía la nación en su cabeza.

Sin haberse posesionado, garabateó las líneas gruesas de lo que sería su accionar, como aliado de una entidad que como el Banco de la República ha intervenido con aciertos y desaciertos sobre la vida y las experiencias culturales en buena parte del territorio colombiano.

En esos primeros trazos, Abello tuvo claro el más amplio y generoso concepto de cultura. Un gestor que conoció las ausencias de proyectos estatales que dinamizaran la creación en las regiones. Fue su ruta y vocación, en ese año,  siete meses y unos días más,  que estuvo como director de la BLAA.

Esa misma prensa que destacó la gestión de Abello, se pregunta hoy por qué un hombre venido del Caribe, al que en los pasillos de la biblioteca llamaban en un tonito muy cachaco “doctor don Alberto”, sale con tanta prisa de un lugar al que llegó con el entusiasmo del administrador sereno. Esa misma prensa se pregunta, por qué justo ahora, momento para celebrar los 60 años de la BLAA.

¿Primará el hermetismo que ha caracterizado al Banco de la República y su gerencia cultural?

Comentar sobre la gestión visible, la evidente, es fácil. Conciertos, muestras artísticas, discos, publicación de libros, ciclo de conferencias. En la gestión visible brilla la muestra Evidencias para una nación, que se propuso atacar la desinformación, el chisme de corrillo, la mentira construida y sus creadores en la sombra. Allí se vuelve sobre las evidencias, los documentos reales, la fuente primigenia, aquello que configura certezas y entregan lecturas próximas a la verdad. Es la enseñanza de las ciencias y del periodismo que se apega al dato. Esas Evidencias de una nación chocan con la narración hegemónica, que se construye y publica como memoria única.

Hubo otras acciones, producto de la confianza que generaba como director. La donación de más de tres mil libros custodiados por Mercedes Barcha y que pertenecieron a Gabo. La donación del archivo de caricaturas de Armando Buitrago, quien firmaba como Ugo Barti, Timoteo, Kosko o Moscón, gran caricaturista de humor político del país, entre otras donaciones.

 

 

En medio de ese fortín malsano de poderes hay una gestión oculta,
que molesta, que perturba al poder central,
y que posiblemente sea la razón de su sorpresiva renuncia

 

 

En medio de ese fortín malsano de poderes también hay una gestión oculta, aquella que molesta, que desequilibra, que perturba al poder central y que es posible sea la razón de su sorpresiva renuncia. Se propuso repensar una biblioteca en tiempos de la nube virtual, de bibliotecas de salas vacías. Revitalizó una red de bibliotecas y centros de documentación en los que se cuenta ese otro país que el centro no revela. Creó un grupo para pensar la acción y no caer en el activismo propio de los gestores de vitrina. Se pensaba en el tiempo, luego de ganar un concurso de méritos, lento y minucioso, que le valió acceder a este cargo como director. Con ese grupo de pensamiento reflexionó sobre inclusión social, derechos de autor, los públicos diferenciados, los contextos de la gestión y las formas de leer todo un país desde sus particularidades.

Abello se propuso invocar el alma de los libros. Lo hizo cuando se cumplieron 20 años de la muerte de la antropóloga Nina S. de Friedemann. Un colectivo de investigadores permaneció días en la biblioteca: revisando, leyendo, releyendo, escudriñando, la obra de Nina, quien dedicó su vida a mostrarnos una nación afro, que estuvo cubierta por un manto blanco.

 

Abello se propuso invocar el alma de los libros

 

No pudo consolidar un grupo directivo que se encargara de la gestión amplia, de la gestión que abarca región, esa que se extiende por los territorios. En otras palabras, se propuso hacer cambios radicales, transformar las viejas formas de hacer las cosas. Aparecieron las resistencias ¿De dónde vinieron? ¿Del poder central? ¿De más arriba? ¿De más allá? De los mismos estamentos que han creído por años que pueden dictar (son dictadores) una política de cultura que es más de élite que de romanceros.

Ahí, en esa gestión oculta, quizá esté la respuesta a la inesperada renuncia de Abello. Una silla en la que en cinco años, se habrán sentado 4 directores. ¿Crisis? ¿Hegemonías? ¿Inestabilidad? ¿Dictaduras? ¿Control central? Una muestra más del desprecio hacia las políticas de lectura de un país que ha permanecido en los últimos lugares de la tabla.

Dar un paso al costado, abandonar el camino en el cruce preciso, dejar la batalla en el justo momento, tirar la espada cuando el temple falla, es lo que ha hecho Abello, una decisión que fortalece sus virtud y renueva en sus compromisos.

Se pregunta usted ¿Incompatibilidades con las maneras, concepciones y formas de la gerencia cultural del Banco de la República?

El hermetismo ha sido siempre una de las mejores virtudes de la banca.

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CODA: Las declaraciones de María Claudia Páez, directora de la Cámara de Comercio de Cartagena, sobre la propuesta marginalizante denominada Chambacú Cabaret, fueron parte del espectáculo gratuito. Aquello que estará en escena: la Cartagena llena de talentos que divierte a las “personas de ingresos ricos”, es lo que será pago. El show gratuito es insuperable, ¿para qué entonces más show? Los artistas deben mostrar dignidad. Los que paguen accederán a nuevas barbaridades.

 

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