La razón por la que Otoniel estaba muerto de la risa cuando lo capturaron

La razón por la que Otoniel estaba muerto de la risa cuando lo capturaron

Ser extraditado a los EEUU sería un premio para el narco más buscado del país. A sus 50 años tiene tiempo para disfrutar de una fortuna enterrada en la selva

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octubre 24, 2021
La razón por la que Otoniel estaba muerto de la risa cuando lo capturaron

Como si se tratara de un trofeo los soldados que la Fuerza Especial del Ejército que llevaban en un helicóptero al líder máximo del Clan del Golfo, se tomaban selfies con él. Otoniel, con mueca satánica, sonreía. Esa primera foto divulgada el sábado 23 de octubre conmocionó al país con más fuerza que su captura. Después, con el correr de las horas, se conocieron más imágenes: Otoniel sin camisa siendo sometido por los soldados y manteniendo la misma sonrisa cínica, como si su captura no fuera más que una parte ya conocida de la trama, como si todavía no se moviera una hoja en Necoclí sin su mandato.

Otoniel estaba obsesionado porque el Gobierno colombiano le diera al grupo que dirigía, el Clan del Golfo, una organización hecha a punto de retazos de Bacrim tan temibles como Los Rastrojos o Los Urabeños, un estatus político. Con la llegada de Juan Manuel Santos a su primer periodo, en el 2010, asesores suyos como Germán Chica y el venezolano JJ Rendón, quienes estuvieron detrás de su campaña, según testimonio de Don Berna, habrían recibido 12 millones de dólares de parte de él para que los metieran en un paquete de negociación y les dieran el estatus que tenían las FARC y el ELN. En el 2018, al final del segundo periodo presidencial de Santos, el líder del Clan del Golfo salió en un video vestido de camuflado y volvió a hablar de sometimiento a la justicia. En ese momento la operación Agamenón, creada con millones de dólares en recursos para capturarlo, no le hacía ni cosquillas.

Los rumores de su imbatibilidad se multiplicaban y generaban su aura mítica entre campesinos e indígenas del Urabá. Decían que estaba rezado, que una bruja lo hacía invisible ante sus enemigos, que pagaba grandes cantidades de plata a todo aquel que decidiera confundir al ejército con su información, que estaba en el nudo del Paramillo protegido por los Embera Chamí quienes se vengaban de un Estado que los había condenado al olvidado protegiendo a su enemigo mayor. Mientras tanto, uno a uno, alias Inglaterra, Gavilán y su mismo hermano Geovanny, eran abatidos por el propio ejército. A él nunca le pasaba nada. ¿Sería él mismo el informante, el sapo?

En una de sus ya acostumbradas salidas en falso Iván Duque afirmó que la captura de Otoniel era tan importante como la caída de Pablo Escobar. Comparar el poder de uno, con el otro, es tan absurdo como afirmar que Duque tiene la jerarquía de un gran mandatario. En lo que si se parecen es en lo sapos. Escobar entregó a la mayoría de sus hombres e hizo tratos por debajo de la mesa con el gobierno Reagan para darles la cabeza, por ejemplo, de Carlos Lehder, uno de sus socios en el Cartel de Medellín. En los últimos años el circulo inmediato de Otoniel ha sido desmantelado mientras él permanecía fresco. A lo mejor preparó, durante años, el terreno para su entrega. A lo mejor estaba esperando la puesta en escena, el show mediático para hacer más espectacular su sometimiento a la justicia. El orden que tenía el cambuche en Necoclí donde lo capturaron, sus botas pantaneras recién estrenadas, su imperturbable sonrisa…¿Qué va a pensar uno?

Lo mejor que le puede pasar a un narco en estos momentos es ser extraditado a los Estados Unidos. Se pagan unos diez años por unos cuantos kilos de coca, se obvia los crímenes que este monstruo cometió en Colombia, como el asesinato sistemático de policías en un plan pistola planeado como venganza por la muerte de su hermano Geovanny el 31 de diciembre del 2012, o la violación de cientos de niñas entre 11 y 13 años, a los que era adicto, en Urabá. Ni hablar de las extorsiones, los secuestros, las torturas. Todo eso quedará impune. Revisen la cantidad de narcos que han regresado a gozar de sus fortunas después de pagar condenas ridículas en Estados Unidos, se caerán de para atrás.

El pasado 13 de septiembre Otoniel cumplió cincuenta años. A lo sumo le darán 10 y a los sesenta saldrá a buscar las caletas en la selva en donde tiene buena parte de su fortuna, calculada en 900 millones de dólares. Regresará al país en silencio, con nombre y rostro cambiado, incluso hasta fingirán su muerte, volverá a Necoclí, la tierra de sus ancestros y será un rico hacendado más. Las niñas siempre estarán ahí, al alcance de la mano. El crimen en Colombia si paga.

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