La prensa carroñera y la grandeza de Ramayá
Opinión

La prensa carroñera y la grandeza de Ramayá

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noviembre 05, 2014
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Uno podría escribir sobre las nuevas alcaldadas del Barbita Vélez. Sobre sus “foticos” en posición de estampita del Divino Niño que cuelgan hoy en paredes de colegios públicos de Cartagena. Sobre la inútil visita de Charly de Inglaterra y su mujer glamurosa y fea.

Podría uno escribir sobre la develación de un mojón pestilente a espaldas de la estatua de Blas de Lezo y de toda la ciudad, con una leyenda parca y temerosa con visos de lamento oficial por no haber sido invadidos por Vernon en 1741 y hablar inglés británico.

Uno podría escribir sobre la “ligera elevación” como llamó Nati Abello (Ministra de Transporte) a la loma de zahorra de Marbella, como quien descubre una pequeña protuberancia en mala parte.

Si así fuera, entonces el gran hecho cultural ocurrido la noche del sábado (1 de noviembre), quedaría sin registro. La prensa local hace bien en reproducir, criticar, comentar, valorar la serie de elaboradas estupideces que pulen la imagen de una ciudad que añora un pasado de conductas dictadores o lamenta pérdidas históricas de piratas y corsarios isabelinos. “Un registro viral”, como diría uno de esos jóvenes que escuchan en estéreo, hablan en monofónico, ven dos videos en simultánea y envían mensajes por WhatsApp, todo en el mismo instante.

Pedro Ramayá Beltrán. Foto David Lara

Pedro Ramayá Beltrán. Foto David Lara

 

El gran hecho cultural fue el homenaje a Pedro Ramayá Beltrán, en el teatro Adolfo Mejía, que reunió a legendarias figuras de la música como Juan Chuchita Fernández, Antonio Toño García, Catalino Parra, Gregorio Almeida, Sixto Silgado Paito y José Santana Beleño. Además Nando Coba, Rafael Pérez García, Juan de Dios Narváez, José Luis Borré y Ariel Ramos, quienes aprendieron de aquellos a vivir la tradición que siguen propagando con sus cantos y composiciones.

Pedro Beltrán nació hace 84 años en Patico, corregimiento de Talaigua Nuevo, Bolívar. Llegó a Soledad, Atlántico, en los años sesenta. Hizo parte de la Cumbia soledeña, agrupación dirigida por Efraín Mejía. Allí grabó temas como Santo y parrandero, El guataco y la guataca, y Pa’ gozá el Carnaval, entre otros.

Su relación con Efraín Mejía, aunque respetuosa, estuvo llena de tensiones por las novedades que Pedro intenta hacerle a las melodías tradicionales. “Es que la tradición hay que renovarla, meterle nuevas ideas, nuevos sonidos; eso fue lo que hice con la música. Entonces como no podía hacer eso en La cumbia soledeña, porque Mejía se ponía a discutir conmigo, me salí y formé mi propio grupo: “La cumbia moderna de Soledad”, recuerda.

A comienzos de los años 70, cuando la música africana sonaba en las esquinas picoteras. Pedro Beltrán sintió que esas melodías eran posibles en su caña e’ millo. Seguía su fonética, repetía las letras sin entender jamás su significado. “Imitaba lo que decía el cantante y me salía igualito, cogía “el millo” y le metía unos pitos bien buenos pa’ que sonara más de acá de la tierra, como una cumbia, un porro”, dice Pedro con una alegría contagiosa.

En 1978, Pedro grabó el tema Ramayá, un éxito picotero interpretado por el músico de Mozambique Afric Simone, más conocido como Simón el africano, algo así como el Michael Jackson de los setenta.

Luego de esa grabación, la gente comenzó a nombrarlo Ramayá. “Me llamó Pedro Agustín Beltrán Castro, pero fíjese, la gente cogió el nombre de la canción y me la puso a mí, ahora soy Ramayá. Si usted llega a Malambo (Atlántico), donde yo vivo, nadie me conoce como Pedro Beltrán, todos me conocen como Ramayá”.

En su mochila carga una buena cantidad de cañas, las cuales tiene marcadas con el nombre de los temas que interpreta con cada una de ellas: La rebuscona, El ratón, Mi flauta, Dónde estás, El mico ojón pelúo, La clavada, El caballo Chovengo, temas que hacen parte de su contagioso repertorio.

Sixto Silgado, Paíto, el gran gaitero afro de Punta Brava, contó que nunca había visto a Ramayá, pero desde los años ochenta, cuando sus hijos armaron un picó en su casa, él mismo se encargaba de comprar sus discos. “Ese es un tipo que toca sabroso, con brío, y no se siente apura’o”, contó al día siguiente del homenaje. Ramayá comentó que Paito tocaba una gaita versátil, rápida, única y que había sido “una maravilla conocerlo”.

Ramayá y Catalino Parra. Foto David Lara

Ramayá y Catalino Parra. Foto David Lara

 

Rafael Pérez García, autor del tema Fuego de cumbia, incluido en el trabajo discográfico que ganó Grammy Latino en 2007, se sorprendió de que no hubiera prensa. Rafael llama a la prensa ausente de los momentos gratos del folclor “prensa carroñera”, porque solo aparece cuando hay un muerto. “Así pasó con Juan y José Lara, con el Currarro, con Nicolás Hernández y muchos otros. Aquí no vienen, pero espera que se muera alguno de estos y verá usted el ejército de cámaras retratando el cajón y haciendo preguntas estúpidas, llegan es a la hora de la tristeza no de la alegría”, dice Rafael con decepción.

Al día siguiente, la fiesta siguió en el barrio El Socorro y su Festival de Gaitas, un evento único que celebra la riqueza de nuestro folclor y rinde homenaje a los nuevos y viejos cultores de la música del Caribe, mientras la prensa ausente seguía (sigue aún) atenta a las nuevas estupideces monárquicas de Dioni Primero, conocido también como el Barbita Vélez.

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