La potabilidad de la educación en Colombia

La potabilidad de la educación en Colombia

Para potenciar los talentos y las capacidades de los niños y jóvenes, la educación que circula en el país debe ser transferible en las mejores condiciones

Por: José Darwin Lenis Mejía
enero 05, 2023
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La potabilidad de la educación en Colombia
Foto: Facebook Icfes

En tiempos donde las competencias escolares determinan las posibilidades de mayor acceso a la empleabilidad, a los derechos económicos o a el mejoramiento de la calidad de vida para la gran mayoría de la población más pobre del país, vale la pena poner el acento sobre la calidad educativa y la mirada sobre el punto que señala la aguja en la brújula de la educación en Colombia.

Superar pobreza multidimensional, una vieja “pandemia” instalada hace décadas en el territorio nacional, implica que la educación, la herramienta integral más potente para combatirla sea pertinente y de calidad. Es decir, que sea:

  • Asequible, que existan instituciones y programas suficientes por vías públicas o privadas que beneficien a los niños, niñas y jóvenes.
  • Accesible, que este al alcanzable para todos y todas sin ningún tipo de discriminación.
  • Adaptable, que responda a las necesidades, particularidades y dinámicas de aprendizaje de los niños, niñas y jóvenes,
  • Aceptable que tenga mejoramiento en distintos aspectos, niveles y componentes donde se ofrece y por último que no descuide lo
  • Ancestral, que reconozca lo propio, valore lo endógeno y los saberes de las poblaciones en sus territorios. Esta forma de referir el derecho a la educación es otra forma de medir la calidad, porque la actual nos deja mucho que pensar para vencer los males de la pobreza.

Según DANE en el 2020, el porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional en Colombia fue 18.1% en el total nacional; en las cabeceras de 12.5% y en los centros poblados y rural disperso de 37.1%. Es observable que trabajar en reducir la pobreza es estratégico, además, el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible y uno de los retos prioritarios exigible del próximo gobierno nacional.

En estas circunstancias, dos indicadores educativos que obstaculizan el logro de este propósito son el acceso y la retención de estudiantes y el mejoramiento en desempeños en las pruebas Saber 11° que determina el ingreso a la educación superior; ambos de gran influencia en el Índice de Competitividad de Ciudades 2021, informe técnico que emite el Consejo Privado de Competitividad de la Universidad del Rosario, en los que se establece los niveles de avance integral en la educación básica y media desde los subpilares de cobertura y calidad.

Sobre el primer indicador, se sabe que los efectos de la pandemia en la educación básica y media fueron profundizar el retroceso en aprendizajes de estudiantes y aumentar el fracaso escolar. Es decir, se incrementó la deserción en 2.37% equivalentes se agudizó la repitencia entre 2019 y a 234,223 estudiantes, 2020 con un incremento de 142.22% de estudiantes repitentes, al mismo tiempo se aumentó la baja apropiación de saberes y competencias académicas de los niños y niñas en las escuelas del país.

En el 2021 en educación media (grados 10° y 11°) la cobertura neta (cantidad o porcentaje de estudiantes matriculados que su edad concuerda con el grado que deben estar cursando) solo alcanzó el 48.88% lo que infiere que más del 50% de los jóvenes no continúan sus estudios o un porcentaje muy alto se encuentra en extraedad, razón fundamental de la preocupación en el encuentro de secretarios de educación realizado en los primeros días de mayo en Bogotá. Claramente con los indicadores anteriores la pobreza se seguirá paseando por las escuelas, dejando sin oportunidad a los jóvenes y sin viabilidad de desarrollo al país.

Igual suerte ocurre en la educación superior cuya crisis se mantiene. Según informe N°40 de 2021 del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, de los 475,075 estudiantes graduados de educación media, solo el 39.7%, accedieron de forma inmediata a la educación superior. De igual forma, Según el Sistema Nacional de Información de Educación Superior (SNIES), la matrícula 2020 pasó de 2.355.603 estudiantes, lo que representa una reducción del 1.7% respecto a 2019, con prospectiva de poca mejoría o continuar a la baja 2021-2022.

En este sentido, para analizar las situaciones de la educación en Colombia se puede tomar prestado el vocablo “potabilidad”, un término recurrente de la ingeniería química que se usa para medir la calidad que ha de tener el agua para que pueda ser consumida por los seres humanos sin peligro para su salud.  La potabilidad implica hacer filtraciones para hacer que el agua sea limpia y segura, sin contaminantes, transparente y referida con algunos mínimos de calidad.

De forma similar, podríamos pensar en la calidad de la educación que circule sea transferible en las mejores condiciones para potenciar los talentos y las capacidades de los niños, niñas y adolescentes que estudian en el sistema educativo colombiano.

Al googlear “calidad educativa” se encuentran 1,8 millones de palabras que hacen referencia, ¿pero en qué consiste la calidad en las escuela-universidades? ¿Cómo se entiende la calidad en las escuelas-universidades? ¿Cuántas y cuáles escuelas-universidades efectivamente concretan ese término y lo hacen tangible a los estudiantes, sus familias y la sociedad? Similarmente al fenómeno que ocurre cuando se da una gran inundación por desbordamiento de los ríos donde abunda el agua por todos lados y contradictoriamente escasea el agua potable, en Colombia abunda el concepto calidad y escasea su potabilidad.

Es decir, se requiere en grandes proporciones educación apta para el consumo-desarrollo humano de miles de niños, niñas, jóvenes y familias que desean salir de la pobreza con buena educación, una educación con calidad verdadera y coherente en la que se pueda medir de otra manera, más eficientes los indicadores de calidad en acceso, retención, articulación y competencias en educación básica primaria, básica secundaria, media y educación superior. De lo contrario, la potabilidad de la educación, como sinónimo de buena calidad, se quedará en planteamientos inalcanzables.

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