La politización del carnaval de Pasto

La politización del carnaval de Pasto

"No podemos caer en el terreno pantanoso del sectarismo político provocado por unos avivatos que pretenden aprovechar el contacto popular para ganar adeptos "

Por: JESUS ORTIZ MUÑOZ
mayo 05, 2017
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La politización del carnaval de Pasto

Lo que faltaba, el carnaval de Pasto, teóricamente engalanado con la calificación de ser patrimonio cultural de la humanidad, viene siendo contaminado por políticos profesionales de la región que lo quieren convertir en su nicho de lanzamiento electoral lo que se ha considerado como una camuflada agresión contra las fiestas del pueblo, de por sí impermeables a estas expresiones partidistas.

Las fiestas de fin de año y comienzos de calendario en el sur tienen su propio espacio de crítica política: el desfile de los años viejos que tanto en imágenes como prosa y verso, son el desfogue natural de la ponzoña dirigida al sector gobierno de todos los estratos. Pero el carnaval se ha respetado desde siempre y los gobernantes de turno de los gobiernos municipales han sido recelosos de infiltrar el carnaval con su espectro de corrupción y clientelismo, limitándose a la designación de un director de los festejos, que generalmente  está revestido de una perfecta ineptitud, y de la asignación a cuentagotas de los recursos que permitan el flujo carnestoléndico, frente al constante reclamo de los artesanos nuevos y de siempre que no confían en los administradores municipales y así lo han demostrado periódicamente, al igual que los músicos de la región que en la propias vísperas de la gran fiesta del último evento, determinaron armarle una secuencia de plantones al Alcalde y al director encargado del ente Corpocarnaval.

Sin embargo, frente a la nula existencia de filtros y confiando más en el autocontrol de cada artesano, algunos promotores del odio visceral contra el Libertador Simón Bolívar (que ha recrudecido en los últimos tiempos en una epistemología equivocada) convencieron a un grupo de artesanos para que hicieran una carroza en honor a Agustín Agualongo en un acto de venganza ultra secular y chauvinista y hasta encaramaron en ella al historiador Enrique Herrera de quien se conoce públicamente su animadversión por la causa patriota y al abogado pastuso Fredy Ibarra, miembro del Tribunal Administrativo de Cundinamarca y posible candidato al Consejo de Estado, quien en una entrevista en la Voz del Galeras, con la profunda emoción patriótica que producen unos aguardientes dijo: Voy en la carroza del hombre más valeroso que ha tenido Pasto y Nariño, que luchó contra la ignominia de Simón Bolívar y contra el atropello de las fuerzas patriotas y que reclama esa vindicta por la grandeza y el valor de los pastusos…! 

Lo que nos faltaba, un magistrado clamando venganza dos siglos después, justo en el momento coyuntural en que se está implementando un proceso de paz precisamente por actos de guerra.  Un funcionario de quien se supone ostenta una formación de calidad y a quien es dable atribuirle pretensión de intelectual, incentivando el absurdo fanatismo y sectarismo agualonguista en pos de una venganza desquiciada de los íconos históricos, cuya principal victoria ha sido asaltar la coyuntura de la remodelación del parque de Bolívar para remover y ocultar o destruir la escultura en bronce del Libertador que lo complementaba, ante la inoperancia de un gobierno municipal abierta y descaradamente descriteriado cuyo titular pareciera que todavía no se posesiona.

Por supuesto, hubo rechifla, harina a granel y protestas de madrazo incorporado contra los autores del mensaje ideológico-político agualonguista, rompiendo la prohibición de arrojar harina o polvo guarro, por lo menos hacia los actores de la llamada senda del carnaval.

No hace mucho, y en ese mismo sentido se habían producido ya incursiones de Antonio Navarro, Jimmy Pedreros y Raúl Delgado, como reinsertados del M-19 (como se ve en la foto); pero cuando Antonio Navarro, posesionado como Alcalde de Pasto en 1997, aprovechó que en una carroza cuyo motivo central era un homenaje a Marceliano Vallejo, escultor de los monumentos ecuestres que hay en Nariño, se subió en uno con los pantalones arremangados, sin la prótesis de su pierna izquierda y camisa anudada en el pupo, como se cree vestía Agustín Agualongo, cuyo nombre utilizaba cuando fungía como guerrillero; y en los otros encaramó a Antanas Mockus ya conocido por su exhibición pálida de nalgas y Carlos Moreno de Caro el excéntrico político de filiación conservadora, candidato a la Alcaldía de Bogotá en 1997, luego elegido senador y finalmente nombrado como embajador en Sudáfrica en el segundo gobierno de Alvaro Uribe.  Navarro, siendo Alcalde recién posesionado y pese a la coraza del triunfo sobre la conservadora Miriam Paredes, no resistió la presión de la protesta por la contaminación política que estaba haciendo y lo bajaron en el sector de Las Cuadras, donde viven los perfumados de Pasto

En esa tónica no sería extraño que el año próximo año el nuevo gobierno de don Pedro y don Camilo, se bandereen en una góndola, especialmente construida por la Lotería de Nariño o el beneficiario del millonario contrato del aguardiente en una entendible acción de gracias.  Y como es año político, no faltará tampoco una carroza alusiva al Centro Democrático donde se suba Uribe, otra donde esté Guillermo García seguramente alusiva al Agua de Panela y más atrás Miriam Paredes y su combo o Tato y sus muchachos.  En ese mismo sentido en medio de bastidores multicolores y con el apoyo del presupuesto municipal, la burocracia y el autismo del alcalde, desfilarán don Afranio Rodríguez, don Nelson Leytón, don Henry Barco, don German Zambrano, doña Lilian Rodríguez y don Eduardo Enríquez, actual secretario de Gobierno y quien se filtró ya en una carroza, en lugar  de estar trabajando como era su elemental obligación.  Esto lo manejó ya públicamente el concejal Fidel Darío Martínez, quien colige que si eso no es corrupción entonces el alcalde Pedro es astronauta.

En Nariño, el proceso de paz con las FARC está casi congelado, mientras el ELN y los grupos armados con nuevos nombres, copan el vacío de autoridad que dejan en muchas regiones rurales  y, para adornar el cuadro, permitimos que el Carnaval se politice y radicalice con odios sempiternos. El objetivo de estos deicidas es ideologizar al carnaval, polarizarlo, sectarizarlo, meterlo en una temática de odios y venganzas que reviva heridas donde puedan pelechar indefinidamente los ineptos.

Lo que hemos disfrutado los pastusos y la gran masa turística que atiborra hoteles y vías, con el marco de la riqueza patrimonial cultural incorporado por la Unesco, era ese carnaval de unos artesanos que juegan con unas fantasías, unas creaciones alusivas a mitos, a leyendas, a veces desbordadas de imaginación y otras veces no tanto, pero no podemos caer en el terreno pantanoso del sectarismo político provocado por unos avivatos que pretenden aprovechar el contacto popular para ganar adeptos en medio de un chauvinismo estúpido en un reclamo que nos ha producido más dolor y marginamiento que éxito.

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