La Perla by Turi Valdes: "Solo buenos momentos y tranquilidad"

La Perla by Turi Valdes: "Solo buenos momentos y tranquilidad"

"Yo, personalmente, lo invito a repetir el menú de todo lo bueno que sí disfrutó, garantizándole omisión total de todo lo malo que le aquejó"

Por: Stellita de Duque
abril 07, 2017
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La Perla by Turi Valdes:
Foto: Enviada por el autor

"El hombre que no investiga las dos partes de una cuestión, no es honrado." Abraham Lincoln.

Tengo una historia que contar desde la otra orilla.

Una historia, que por muy romántica que parezca es una historia real.

Una historia que tiene por protagonista al mismo personaje que fue tirado hacia la otra orilla como antagónico de otra historia, con foto, good will comercial, buen nombre y todo.

Fue mas o menos el año antepasado que, gracias a las virtudes del mundo cibernético, conocí un lugar llamado La Perla by Turi Valdes. Tal vez desde la época del colegio, es decir, desde hace mas de veinte años, no sabía nada de este personaje que había estado viajando y preparándose para ser uno de los mejores ejecutores que conozco en mi tierra, de la hoy muy de moda "cocina de autor". Sin embargo, nuestra falta de conexión no evitó que fuera inevitablemente atraída por su obra publicada en la misma página de Facebook que lectores de la otra orilla han sido redireccionados para desprestigiarle.

Con mi esposo llegamos de incógnito una noche a conocer esta perla en medio de Sabanilla y a probar de sus manjares. Y no estaba el dueño, y fui atendida por su staff, y no se veía ni el color del mar, sólo la luna, y no sólo no tuve queja, sino que quedé atrapada en la ostra con esta perla de lugar, con un deseo de volver, que, desafortunadamente, muy pocas veces siento por sitios de playa en nuestras playas. No me tomen a mal, ni soy clasista, ni elitista, ni mucho menos despectiva con lo mío, pero como barranquillerísima que soy, reconozco que, por razones de nuestra misma idiosincrasia y de pocas oportunidades de educación, entre otras, es difícil encontrar buen servicio, buenas condiciones y hasta buen personal en nuestros alrededores. Pero además, en términos ecológicos y marítimos es también un panorama no muy alentador lo que le espera al visitante después del Club Caujaral y hasta Juan de Acosta.

Pero este no es precisamente el caso de La Perla de Turi. Y ojo, somos personas de mar, al que visitamos, sólo por amor, semanalmente con nuestros hijos, así que tengo algo de conocimiento empírico y un poco académico en la materia. Pero esto sólo es contexto de la verdadera historia que hoy aquí les traje. Porque por supuesto, volvimos y volvimos hasta que un día pude reencontrarme con Turi, y pude entender de donde venía tanta belleza. Pues resultó que, aunque ambos nos acordáramos el uno del otro muy vagamente, los valores que nos enseñaron la misma calidad de educadores (unos buenos padres y un alma mater único e incomparable), nos reconectaron ipso facto, y desde entonces ha sido como cuando encontramos al hermano perdido. Sábado tras sábado. Sólo buenos momentos, tranquilidad y un factor multiplicador de grandes amistades gestadas allí en la acogedora Perla.

¿Por qué les cuento esta historia? Y sobretodo, ¿Por qué es desde la otra orilla? Porque es una historia de amor en contraposición de una historia cargada de una clara mala intención de dañar al otro. Porque no estuve en ese mal momento de domingo, en términos de cuentas, números, boleo, malentendidos y sinsabores, pero si puedo afirmar que como seres humanos errantes e imperfectos que somos todos, todo el mundo tiene un mal día. Porque puedo entender que desde la orilla de quien se sintió frustrado, mal atendido y hasta estafado, se tenga deseos de dar su mala reseña, o su pésima crítica o de simplemente expresar su opinión en un medio público como válvula de escape de todo ese maremoto de emociones fúricas fundamentadas, pero no podría nunca dejar pasar esta ola de odio por mis ojos, sin alzar la voz para pedir un poco de mesura, y aclarar un poco el récord sobre lo que podría ser para mi, como abogada que soy, una clara denuncia y acusación, disfrazada con signo de interrogación, de un delito penal, como lo es la estafa. Porque si me tocara defender al personaje de esta historia solo me tocaría tomar el camino de la calumnia en lo jurídico y el de la buena fe en lo moral.

Como diría el escritor de la otra orilla, todo iba bien hasta que...tornó un incidente de servicio en su contra como cliente, en un asunto en contra de una verdadera perla de persona que seguramente también se encontraba en uno de esos días de marea alta, que sin justificarlo, no lo hace un delincuente.

Yo, personalmente, lo invito a repetir el menú de todo lo bueno que sí disfrutó, garantizándole omisión total de todo lo malo que le aquejó, a ver si juntos sacamos del fondo de su juicio a donde tiró a nuestra preciada perla, y de esta manera podamos encontrar un punto de feliz encuentro entre su orilla y la mía.

¡Allá los espero!

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