La pandemia y el orden mundial ¿Qué ha fallado?

La pandemia y el orden mundial ¿Qué ha fallado?

El virus y su veloz propagación debería servir para abrir los ojos y poner en tela de juicio la institucionalidad y su incapacidad para dar una respuesta coordinada y rápida

La pandemia y el orden mundial ¿Qué ha fallado?

Las circunstancias que ha enfrentado el mundo en meses recientes, a raíz de una pandemia para la cual no estaba preparada la especie humana a pesar de haber sido anunciado el riesgo en muchos foros por fuentes respetadas, ponen en evidencia la necesidad de pensar con más rigor la institucionalidad pública del planeta. El punto de partida natural es la revisión del orden social y económico existente: la globalización, las redes sociales, las estructuras y procesos, y el impacto de las nuevas realidades en la vida cotidiana.

El mundo lo sabía, estaba anunciado; cada bicho que ha aparecido en los últimos años se ha recibido con el temor de pandemia. Así pasó con el SARS, el EBOLA, y la peste porcina; cada año algo se anticipaba. La pregunta natural es muy clara ¿qué ha fallado?

El Orden de la Posguerra

La terminación de las dos guerras mundiales en 1945 abrió el espacio a nuevas formas de ordenamiento supranacional, de discutible eficacia en el mundo actual, pero de importancia en ese momento.

Se creó el ordenamiento económico de Bretton Woods en 1944; del debate entre Harry Dexter White, vocero de EEUU, y John Maynard Keynes, de Gran Bretaña, surgieron el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General sobre Comercio y Tarifas, todo bajo un marco en el cual lo internacional era complemento de lo doméstico, había restricciones al flujo de capitales y las tasas de cambio eran fijas como reflejo de productividades relativas, a menos que hubiera desequilibrios fundamentales. Este ordenamiento hizo crisis a principios de los setenta; desde entonces ha habido apertura creciente al libre flujo de bienes, servicios y capital, con algunas restricciones en asuntos como política agrícola y propiedad intelectual.

Naciones Unidas nació en la conferencia de San Francisco, en 1945 como respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial. En adición a la entidad matriz, el numeroso conjunto de instituciones que conforman el sistema incluye la FAO, la WHO, la UNESCO, la UNICEF, la IAC, y en el ámbito regional la CEPAL. Sin embargo, el propósito de impulsar la armonía entre las naciones y el respeto por los derechos humanos no se materializó La organización nació con flexibilidades inconsistentes con su propósito: : uno de los aliados vencedores era la Unión Soviética, liderada por el dictador Josef Stalin, cuyo régimen político era tan totalitario como el derrotado régimen Nazi, y no solo participó en la formación del ente, con participación de Bielorrusia y Ucrania, bajo el dominio de Stalin, como países independientes; fue reconocido como miembro permanente del Consejo de Seguridad y suscribió sin pudor la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. El sistema creció en número con la independencia de los países antes controlados por las potencias occidentales. El aumento en el número de países acentuó las diferencias entre miembros por población, nivel de desarrollo social y económico, e instituciones públicas. Desde entonces ha habido aumento en la desigualdad en casi todas partes, y auge de retórica que alimentan regímenes cuyo único propósito es la perpetuación de su circunstancia, así sea con costos desmedidos para el grueso de la población. La diversidad de sus miembros, su estructura y su papel han perdido relevancia en la sociedad actual, lo que hace que la ONU y sus filiales sean ineficaces.

La Unión Europea es hija de la Unión Europea del Carbón y del Acero, que se transformó en la Comunidad Económica por el Tratado de Roma de 1957, y avanzó de manera inconsistente hacia la transformación en grupo político con espacio para la unión monetaria con el Tratado de Maastricht de 1993. Se ha hecho evidente desde entonces que la unión comercial, monetaria y normativa en diversos planos no es suficiente, y en muchos casos crea desorden y desperdicio: para lograr la integración económica sostenible es preciso impulsar la integración fiscal y promover de manera activa la movilidad laboral; de lo contrario, se construye un sistema inestable y, en el caso que nos ocupa, burocratizado. El colapso del sistema soviético entre 1989 y 1991 promovió la ampliación de la Unión Europea, cuya consecuencia ha sido mayor heterogeneidad en sus miembros, con erosión de la eficacia coercitiva.

Desde los noventa la Unión Europea ha intensificado sus procesos regulatorios y sus exigencias para permitir la comercialización de productos innovadores. Entre tanto, la economía mundial ha crecido, la pobreza se ha reducido, la cobertura en educación y salud ha aumentado, y se han materializado la consolidación del sistema de tasas de cambio flotantes, la reducción de las protecciones arancelarias, el crecimiento en la participación del sector financiero en el ingreso y el patrimonio, la concentración del ingreso, y la integración de las sociedades del mundo, impulsada por la explosión en las comunicaciones con apoyo de internet y la telefonía móvil celular, las economías de escala en el transporte intercontinental y el auge del turismo en dimensiones nunca antes consideradas.

La Gran Recesión de 2008-2009 puso en evidencia la debilidad reguladora de lo público en el mundo frente a las posibilidades del capital internacional. El problema se abordó con herramientas fiscales y monetarias acertadas en ese momento, pero cuya consecuencia será aumento del gravamen para futuras generaciones, sin solución acertada para las causas últimas. Desde entonces, las diferencias en distribución del ingreso en países ricos y pobres y dentro de los mismos países aumentan, lo cual puede ser reflejo, al menos en parte, de los cambios en la naturaleza del trabajo derivados de la llamada cuarta revolución industrial, con sustitución de mano de obra de creciente nivel de calificación por máquinas e inteligencia artificial. Todo esto es reto para lo público que no se aborda, porque no tiene las implicaciones para quienes están hoy en el poder que pueden tener otros asuntos.

La Situación Actual

Las tareas de imponer normas, regular actividades, controlar ciudadanos y, en general, orientar la conducta colectiva, corresponden a autoridades legítimas. Además, el marco normativo no puede ir en contra de la realidad: la apertura comercial, con la consiguiente reducción tarifaria, la orientación a la iniciativa privada como motor de la economía y, sobre todo, la construcción de una sociedad global, no pueden ser desconocidas en las definiciones institucionales de la sociedad contemporánea. Hay polos geopolíticos que incluyen las dictaduras totalitaristas como China, Rusia y Arabia Saudita, cuyos gobernantes hacen lo que les place. A sus títeres, como Corea del Norte, Cuba, Venezuela e Irán, se les juzga, critica y sanciona, con algún resultado, en general nocivo para la población, aunque no para sus gobernantes. También existe el bloque de democracias parlamentarias, conformado por la mayoría de los países de Europa Occidental, Canadá, Japón, Corea del Sur, Taiwán Australia, en general, países desarrollados con régimen parlamentario, con bajo gasto militar, políticas distributivas del ingreso, acceso a salud y educación, servicios y transportes subsidiados, buenas comunicaciones y, en general, el propósito de construir el Estado de Bienestar. Por su parte, EEUU, el Reino Unido y, en época más reciente, Turquía, Brasil e India, tienen orientación nacionalista, con enormes costos militares e ideología de limitada orientación a la integración con el resto del mundo. El grueso del resto de los países, incluidas Latinoamérica y África, son abandonados para efectos institucionales, sin asidero constructivo ni perspectivas claras. No tienen suficiente peso en el ordenamiento mundial, aunque algunos países Latinoamericanos tratan de diferenciarse de este grupo, para lo cual asumen posiciones y firman acuerdos, con frecuencia al margen de las realidades de su respectiva sociedad.

La aparición de una pandemia de muy rápida difusión debería servir a la humanidad para abrir los ojos y poner en tela de juicio el orden institucional existente y la capacidad de una respuesta coordinada y rápida Hemos perdido tiempo valioso y vidas. Nos preparamos para la guerra o incluso la declaramos, denunciamos la amenaza nuclear, el cambio climático y la crisis  energética. De un momento a otro un virus nano invisible nos paraliza y destruye más riqueza o crea más pobreza y miseria que todo lo anterior junto. Nuestra impreparación para lo anunciado ha puesto en entredicho los pilares fundamentales de toda sociedad: SALUD, EMPLEO, HOGAR Y ALIMENTACION.

El problema que se enfrenta puede abordarse desde la razón, como se ha propuesto desde hace dos décadas. Lo básico es tener un sistema simple de monitoreo epidemiológico, que garantice detección inmediata y acción coordinada. Bastaría en esta materia que todos los hospitales y centros de salud del mundo reportaran todos los días el número de visitas a la emergencia . El aumento inusitado de visitas a la emergencia en una región levantaría de inmediato una bandera roja. La industria farmacéutica está sometida a nivel global a un sistema de vigilancia para detectar efectos no deseados en sus fármacos; la tecnología ya existe, pero se pierde tiempo hablando de los efectos nocivos de la carne roja o el azúcar en lugar de desarrollar métodos sencillos de anticipación y detección.

La detección temprana y el monitoreo rápido permiten monitorear las pandemias y establecer respuestas coordinadas.  El mundo hoy sería distinto si en enero todos los países el mundo hubiesen decretado una pausa, coordinada y simultánea, de dos semanas. La falta de movilidad de recursos, sobre todo el recurso humano, se agrava aun mas por las regulaciones. Médicos y enfermeras deben estar licenciados para practicar en cada ciudad, estado o país. Eso está bien para controlar a los charlatanes, pero el sistema regulatorio le quita flexibilidad a los recursos en épocas de pandemia. Un sistema de “call center”, en el que el paciente llame y reciba atención primaria vía telefónica, ayudaría a descongestionar emergencias y centros médicos, lo cual evitaría contagios y propagación. Además, permitiría ubicar geográficamente al paciente, identificar núcleos de contagio y aislar rápidamente. El tema regulatorio de los medicamentos es obsoleto. Refleja una soberanía mal entendida: no es sensato pensar en replicar en cada país todos los estudios y tramites regulatorios. Bastaría que un medicamento, aprobado por la FDA y EMA, con pruebas de estabilidad en la zona climática apropiada. Se ganaría tiempo y ahorraría dinero.

Es muy importante reconocer que el virus ha puesto de relieve la vulnerabilidad de un mundo sin fronteras, donde las personas y los materiales viajan con libertad si tienen los medios para ello. De allí que los países con barreras efectivas de entrada han tenido menor presencia del virus. Es doloroso reconocer también que en los países con régimen totalitario ha sido más fácil y efectiva la imposición de barreras y controles. Llama la atención que la población en esos países no puede protestar, pues el acceso al internet está controlado o vedado, y no hay información confiable sobre lo que ocurre: no hay libertad de prensa, y las noticias son distorsionadas. Occidente, consistente con la política de trasladarle la responsabilidad a China, se ha volcado, en general, a decir que en esta ocasión sí informaron sobre la anomalía, en tanto que el médico de Wuhan que detectó y reportó lo que estaba ocurriendo fue acallado y condenado; al final, sucumbió al virus.

Al final, ya generalizado el confinamiento, en clásico estilo occidental y con la ayuda de las redes sociales, se ha evidenciado la inclinación a banalizar el virus con despliegue de humor, y a imputar exageración y alarmismo a quienes alertaron sobre la dimensión posible de la pandemia; se perdió tiempo valioso, que habría evitado grandes pérdidas humanas y económicas.

La Cadena de Suministros y la Globalización

El asunto es motivo de honda reflexión. Así, en la industria farmacéutica una proporción muy alta de los principios activos no patentados, que representan el 80% de las prescripciones del mundo, vienen de China e India. Estas formulaciones no se pueden cambiar de la noche a la mañana. La salud de Occidente, ámbito que cobija, además de los países desarrollados con instituciones democráticas, a Latinoamérica, está en manos de sistemas sociales ajenos, por su propia negligencia, por falta de incentivos efectivos y de mecanismos regulatorios claros y eficaces, que permitan al fabricante de producto terminado el registro de múltiples sitios de fabricación de materias primas y el cambio de sitios con procesos simplificados de validación y reporte

En Puerto Rico existió por mucho tiempo la ley 936 de incentivo a la industria farmacéutica. En su época la mayoría de los principios activos de la industria americana se fabricaban allí. Existen numerosas instalaciones industriales y talento que podrían aprovecharse con rapidez para eliminar la dependencia de los chinos. Además,  hay instalaciones farmacéuticas significativas no utilizadas en New Jersey, Illinois, Michigan e Indiana.

De igual forma Igual hay componentes e intermedios en otras industrias, como la informática y la automovilística, bienes de consumo, ropa, zapatos, juguetes, y minerales en manos de sistemas sociales extraños, Es afortunado que China haya logrado controlar en buena proporción el problema de la pandemia, pero la vivencia actual debe crear conciencia sobre la excesiva dependencia de la órbita China. Occidente valora la perspectiva de independencia energética y la propiedadintelectual, pero todo lo demás está en otras manos.

Dependencia alimenticia

Quizá lo más grave es que el mito de las eficiencias productivas nos ha llevado a que la despensa del mundo sean los países del primer mundo. Estados Unidos y Europa se autoabastecen y a través de tratados de libre comercio perpetúan su estatus dominante: Colombia es importador neto de alimentos, por diferentes razones históricas y políticas, pero la primera línea de defensa estratégica de un país es su autoabastecimiento, con serias consecuencias para el costo de vida con la devaluación por la evidente debilidad de los precios del petróleo. Por supuesto habrá industrias que se beneficiarán con la devaluación, pero el impacto en la calidad de vida de la pérdida de poder adquisitivo para los bienes esenciales no admite explicación. El campo tiene valor estratégico; la agricultura tecnificada para productos de bajo costo no es en estos tiempos muy intensiva en mano de obra, aunque ciertas actividades de cosecha lo son en forma transitoria. En contraste, la producción de alto valor agregado requiere mano de obra calificada y en mayor intensidad. Así las cosas, La cadena de suministro apoyada en procesos de capacitación puede generar empleo con remuneración decorosa y motivar la permanencia de los habitantes del campo.

La Red Informática Mundial (INTERNET)

La posibilidad de divulgar de manera instantánea y masiva cualquier mensaje puede ser el mejor o el peor enemigo de la civilización occidental. La sobre población de noticias falsas y el fácil acceso paralizan. Capítulo aparte merece la invasión del derecho a la intimidad, cuyo alcance no se podría o no se quiere predecir. Cualquier persona recibe una noticia, la copia y la vuelve a enviar, sin asumir responsabilidad por el contenido. Las noticias y, en general, la información, deben venir de fuentes apropiadas, certificadas, verificadas y comprobadas. No sobra recordar que la red se convirtió en el sustituto del médico casero, del pediatra y de la enfermera; sin ninguna base se accede, se opina, se envía y se reproduce información de tipo sanitario, como se ha puesto en evidencia en esta crisis.  De allí que en esta época se debería trascender el mero principio de libertad de expresión: debería haber, más bien, compromiso de todos con la expresión responsable. El buen uso de la información disponible sería muy benéfico, pero la mayoría de la especie no tiene ni el conocimiento ni el criterio necesarios para que ello ocurra.

Hay ciertas funciones en las cuales el uso apropiado de internet seria revolucionario: la educación, la educación a distancia, las bibliotecas, los museos y los conciertos telemáticos. La medicina telemática: se ahorraría dinero y tiempo mediante consultas no presenciales, con recetas, emisión de pruebas en línea e, incluso, mediante el telemonitoreo de pacientes. En el campo médico quirúrgico la tecnología y la informática tienen un valor inimaginable: hoy son posibles en gran escala cirugías robóticas realizadas desde cualquier lugar con los equipos apropiados, controles y seguimiento en línea, consultas en línea, servicios de médicos y enfermeras en el teléfono móvil, evaluación en línea (con la consiguiente reducción de congestión), mantenimiento de la distancia social y reducción de la posibilidad de contagio, reducción del papel del intermediario comercial, envío de recetas por correo y reducción de márgenes de comercialización para el beneficio del usuario final o de las finanzas públicas del estado. Sin embargo, todo este conjunto de oportunidades requiere un marco legal y regulatorio apropiado.

Se ha hecho evidente en estos días, con gran frustración en todo el globo, que las pruebas no llegan, que los respiradores requeridos no están disponibles y, en general, que la humanidad no está preparada para imprevistos. La velocidad de respuesta es inferior a la velocidad de reproducción del virus: se intenta atacar un virus con la capacidad de dispersión del siglo 21 mediante  procesos arcaicos, en muchos casos del siglo pasado. ¿Por qué no hay una vacuna y se necesitan tantas pruebas para tenerla? Por la responsabilidad contingente en caso de que no haya éxito y, como consecuencia, haya damnificados. En muchos casos se puede predecir la eficacia y seguridad mediante algoritmos e inteligencia artificial pero puede haber errores, como en cualquier caso puede ocurrir, así se hagan numerosas pruebas previas. Ello no significa negligencia, pero la ilusión de certeza detiene los desarrollos; es hora de actualizar los procesos y regulaciones, y darles la velocidad y prioridad que se requiere, sobre todo cuando se trata de vida o muerte.

El Reto Hacia Adelante

Está claro que la mejor estrategia ante una plaga con gran capacidad de transmisión es el confinamiento simultáneo de toda la humanidad durante el número de días necesario para que el virus cese su progreso y colapse en gran proporción, por falta de ámbito de reproducción. Es un reto de acción colectiva sin espacio para free riders, porque las reglas surgen de la naturaleza misma, y no de designio expresado en palabras. Sin embargo, también es evidente la imposibilidad de abordar con eficiencia una tarea de coordinación en dimensión global sin instituciones públicas supranacionales adecuadas. La experiencia con la plaga debe obligar a revisar el ordenamiento de la institucionalidad humana, a entender las oportunidades y los riesgos que la especie enfrenta, a reivindicar la ciudad región como ámbito de vida cotidiana, pero también a valorar la posibilidad de integrar comunidades para capturar economías de escala en diversos planos, incluso con distintos linderos para distintos propósitos: seguridad mediante el monopolio del poder coercitivo, educación más allá de las necesidades inmediatas para aprovechar las ventajas comparativas de la ciudad región respectiva, servicios de salud universales y con alcance geográfico amplio, acordes con la movilidad humana propia de esta época, sin precedentes en la historia, políticas fiscales y monetarias con la necesaria coordinación, y desarrollos culturales diversos en un ámbito compartido, con el enriquecimiento que se deriva de la pluralidad. Se necesita dar importancia práctica a los valores que se predican, más allá de la retórica: la defensa de los principios que sostienen a Occidente debe ser consistente, así ello tenga costos en el corto plazo, porque solo la claridad permite asegurar la viabilidad económica, social y ambiental de la especie en esta época, llena de amenazas de destrucción total y de peligros por inadecuado ordenamiento para enfrentar los fantasmas de la máquina, pero también de oportunidades derivadas de la misma cibernética, del conocimiento construido y en proceso, y de la posibilidad de hacer sostenible la integración global, con todos sus beneficios. La mejor defensa de la legitimidad de la iniciativa privada es el aseguramiento de la posibilidad de invención que alienta la innovación en un ámbito de libertad. En esta materia la tradición de Occidente, construida en los últimos dos siglos con fundamento en el respeto, es imbatible.

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