La oportunidad entre la crisis

La oportunidad entre la crisis

"El llamado es a recordar el verdadero sentido humano, a rechazar esas tradiciones políticas que nos llevan al conflicto y nos educa con signos de odio"

Por: Fabián Torres Ortiz
abril 17, 2020
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La oportunidad entre la crisis
Foto: Vía Twitter

¿Hasta dónde llega nuestra indiferencia como seres humanos, dentro de un contexto tan determinante para el futuro de la humanidad? No es de extrañar que en medio de la crisis provocada por el Covid-19, los sentimientos de odio, rencor y desidia de los colombianos salgan a flote, la incertidumbre genera miedo y comportamientos erráticos que terminan por definir lo que desde hace muchos años es Colombia, un país inmerso en la violencia, la ignorancia, la alienación, la deshumanización y la falta de carácter. En nuestra propia jerga, Colombia es el país del sagrado corazón de Jesús, una nación que dentro de su territorio demuestra que hasta la situación más ridícula puede ser parte de lo cotidiano.

Mientras reflexionaba frente a las innumerables noticias que diariamente se producen en el país, centré mi atención en una donde el presidente Iván Duque pedía al pueblo colombiano no caer en la xenofobia hacia los venezolanos. En un primer momento pensé que era obvio el sentimiento de racismo y desprecio hacia los migrantes del vecino país, si desde las instituciones del Estado el mensaje ha sido claro, es deber odiar al otro. Es claro el mensaje y se reproduce de manera constante, el blanco predilecto el migrante venezolano, golpe saludable para la clase dirigente del país, que tiene un objetivo sobre el cual reaccionar si las cosas siguen saliéndose de control. No obstante, recordé que dentro de esta nación blanca, católica y liberal las contradicciones de sus habitantes son constantes, pero su formación individualista es permanente, no hay que ir muy lejos para darse cuenta que el colombiano ha sido formado bajo el odio y la antipatía.

Recuerdo una situación de protesta que se llevó a cabo hace algunos años en barrios del sur de la ciudad de Bogotá cuando se implementaron programas de vivienda para los desplazados del conflicto armado, porque aunque Darío Acevedo lo niegue existe el conflicto y producto de ellos millones de desplazados. La reacción de la gente fue similar a lo que hoy en día se vive frente a los albergues dispuestos por las autoridades, rechazo, indignación y xenofobia. 

El Estado en Colombia sigue manteniendo esas dos características que mencionó William Ospina en algún momento, es un Estado que no existe en absoluto, y es un Estado que existe infinitamente. En este momento existe para entregar los bienes públicos al sector financiero, tomar decisiones basadas en extremismos ideológicos sin tener en cuenta las necesidades de la población, existe para entregar beneficiar a las grandes multinacionales a costa de la salud, generar actos de corrupción con las ayudas a la población vulnerable.

En contraparte es un gobierno que no existe cuando se trata de generar salud adecuada, acceso a la vivienda y la educación, de garantizar algo tan sencillo como fundamental, el Estado social de derecho. Es momento de cambiar, ver esta crisis como una oportunidad. El llamado es que recordemos el verdadero sentido humano, a rechazar esas tradiciones políticas que nos llevan al conflicto y nos educa con signos de odio, dejemos de generar ganancias a la clase dirigente a través del odio, la muerte y al metralla.

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