“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”
Jorge Luis Borges
Libros en la sala, en el comedor y en la terraza. Estantes llenos de libros en cada uno de los cuartos. Una biblioteca enorme con sofás, chimenea y varios cojines para recostarse a leer. Libros en las mesas de noche, en los baños. Libros en la entrada y en la salida al jardín. Para salir, un libro en la cartera, el maletín o en la mano. Un libro, o dos. Siempre.
Así crecí. En el paraíso.
Los libros son los mejores compañeros. Están ahí. Siempre. No te dejan, no te critican, no te menosprecian ni te subvaloran. Por el contrario, te entretienen, te quieren y así, como por arte de magia, interpretan lo que sientes, lo que piensas, lo que quieres decir y no te atreves.
Los libros te transportan. Te presentan personajes interesantes, inteligentes y distintos. Te hacen parte no de una sino de mil vidas o más. Te despejan la mente. Te llenan de ideas y de sueños. Te regalan aventuras y viajes. Te hacen sentir querida, valorada. Te permiten cambiar personalidades y jugar con posibilidades.
Los libros son los mejores amigos. Son la respuesta a tus problemas, son soluciones, son argumentos. Son fracciones de tiempo detenido que te obligan a repensar, a replantear.
Los libros son terapia. Son riesgo. Son descanso y emoción. Son romance, tristeza y drama. Son historia. Los libros son ideas expuestas y atrevidas, convertidas en historias con efusión.
Los libros no te abandonan.
Te explican con paciencia, con pasión
Los libros no te abandonan. Te explican con paciencia, con pasión. Extienden tus horizontes y te transportan al mas allá. Te abren panoramas y paisajes, te invitan, te atraen, te llevan.
Los libros te explican sin juzgar. Te consiente sin manipular. Te entienden sin esperar. Son consejeros, hermanos, conocidos, extraños. Son casualidades, coincidencias y sorpresas. Son arte, son mundo, son emoción.
Los libros son los libros y como Borges, creo que en el verdadero paraíso no pueden faltar.