La malinterpretación del comunismo

La malinterpretación del comunismo

A propósito del centenario de la Revolución rusa y el bicentenario del nacimiento de Karl Marx

Por: Henry Gonzalez Ortiz
abril 03, 2018
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La malinterpretación del comunismo

Un artículo de un columnista del New York Times me llevó a sentarme y escribir una respuesta a él y a otros autores que insisten de manera tozuda en calificar lo incalificable: la Unión Soviética. Los mal llamados países socialistas de Europa, Cuba y Corea del Norte no han sido, no son y nunca serán sociedades socialistas y mucho menos comunistas. Venezuela tampoco está tras la construcción de una sociedad socialista ni comunista.

Me llama poderosamente la atención que los autores que insisten en tildar de comunistas a ciertos países y regímenes sean destacados académicos, muchos de ellos con doctorados y posdoctorados en las más prestigiosas universidades de EE.UU. y Europa, conocedores de las profundidades de la política, pero dan la triste impresión de que nunca hubiesen tenido enfrente suyo una obra de Marx, Engels o Ulianov (Lenin). Si de verdad la hubiesen tenido hubiesen escrito cosas diferentes de las que hoy escriben. O, si las han leído me gustaría saber qué entendieron o qué interés oscuro los mueve a escribir lo que escriben.

No soy experto en marxismo ni nada que se le parezca, pero de una cosa de la que sí estoy seguro es que con una detallada y objetiva lectura de solo algunas obras de Marx, Engels y Ulianov cualquier desprevenido lector llegaría a la conclusión de que nada de lo que se dio en los países de la Cortina de Hierro y sus satélites tiene algo que ver con la concepción científica, materialista de la historia.

Comencemos por la concepción marxista de la historia: el materialismo histórico. Marx demuestra que la sociedad humana pasa por varias etapas en su recorrido y cada una se diferencia de la otra por el desarrollo de sus fuerzas productivas. Marx las llama modo de producción y son: la sociedad primitiva, la sociedad esclavista, la sociedad feudal y la sociedad capitalista. Según el desarrollo de las fuerzas productivas, cada etapa de la sociedad humana es superior a la anterior. Así, el esclavismo fue un salto histórico que superó las falencias de la sociedad primitiva en sus fuerzas productivas y como consecuencia esta última desaparece del camino; las fuerzas productivas del feudalismo, nacidas y criadas dentro del esclavismo, superaron con creces a las del modo esclavista de producción. Consecuencia: este también desaparece; las fuerzas productivas del modo de producción capitalista nacen y se desarrollan dentro del modo feudal de producción. Con las arremetidas de las máquinas de vapor, la electricidad, el gas y luego el petróleo, el feudalismo no se resistió y se derrumbó como un castillo de naipes. Las ya archiconocidas revoluciones burguesas en América y Europa, sobre todo la Revolución francesa, terminaron la labor iniciada y sembraron el camino para la entrada triunfal del modo capitalista de producción. El modo de producción capitalista ha sido el más productivo de toda la historia. Con tan solo unos cuantos siglos de existencia ha cambiado en 180 grados la sociedad humana y todo debido al alto y veloz desarrollo de la tecnología y la ciencia que han logrado entrar hasta los más recónditos lugares de la vida física, psíquica y emocional del ser humano.

El desarrollo de la historia, como decía Marx, tiene forma de espiral. Cada nueva etapa tiene muchos rasgos de la anterior, pero en un nivel superior. Ahora, la caída del Muro de Berlín no ha significado ni significa el fin de la historia como lo vaticinó el académico Francis Fukuyama. Proponer eso es simplemente tomar una posición anticientífica, antidialéctica. Los últimos hechos en el mundo lo han demostrado. El conocimiento es infinito y el movimiento no se detiene. La historia está en constante movimiento y la democracia liberal no es la cúspide de la sociedad del homo sapiens.

Ahora, si la historia no se detiene, ¿qué sigue después del modo de producción capitalista? Según la concepción materialista y científica de la historia, el modo de producción capitalista se desarrollará hasta agotar todo su potencial para que, en determinado momento histórico, se cumpla la ley dialéctica de la transformación de cambios cuantitativos a cualitativos. O sea, a medida que el capitalismo avanza, como sucedió en los anteriores modos de producción, en sus entrañas se va desarrollando su antítesis, el germen de la nueva sociedad. Y eso es objetivo. No se puede adelantar ni atrasar. ¡Y he ahí el meollo de la cuestión! La historia no admite adelantos. Todo en ella tiene su tiempo y lo hace cumplir. El siglo XX lo demostró a la saciedad. La Revolución rusa, que celebró su aniversario número cien el pasado octubre, llevó al poder político a un grupo de revolucionarios marxistas que se vieron avocados a comenzar a construir algo nuevo y no sabían que. Eran marxistas, pero Marx no pudo, por circunstancias obvias, dibujar en detalles lo que venía después de una revolución proletaria. La guía que tomó en un principio Ulianov fue lo escrito por Marx en el Manifiesto Comunista en donde decía que al tomar el poder la clase obrera debía destruir la máquina del poder político de la burguesía, el Estado capitalista. Atacar las bases económicas capitalistas, la propiedad privada, mediante la socialización y autogestión de la producción. Pero, la realidad le mostró inmediatamente que la cosa no era por ahí: Rusia no estaba lista para el cambio cualitativo. Era el eslabón más débil de la cadena capitalista. El capitalismo solo empezaba a despuntar en la tierra de los zares. Y Ulianov, marxista y dialéctico, entiende que lo único que puede hacer un partido revolucionario al llegar al poder político de la sociedad es usar el mismo para desarrollar al máximo las fuerzas productivas y la sociedad capitalista, pero en esta ocasión bajo la vigilancia de un partido que buscaba llevar a cabo una mejor distribución de los bienes materiales de la sociedad, como, además, estar obligado a desarrollar la democracia y todos los derechos alcanzados por las revoluciones burguesas, como la libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de movimiento, libertad de pensamiento. Sin el agotamiento real de las ventajas del capitalismo, la sociedad no puede dar el salto al nuevo modo de producción comunista, a través de su primera etapa, el socialismo.

Lo anterior nos lleva a concluir que en la extinta Unión Soviética y los mal llamados países socialista nunca hubo una sociedad socialista y menos comunista. Ulianov implementó una Nueva Política Económica encaminada a desarrollar el mercado capitalista en Rusia. Desafortunadamente, Ulianov murió prematuramente y al apoderarse de todos los hilos del poder el señor Stalin lo primero que hizo fue desmontar la NEP e implantar un nuevo sistema llamado la “Construcción del socialismo en un solo país”, contraviniendo todas las leyes objetivas del materialismo histórico, reemplazando el mercado por el plan y convirtiendo el marxismo y el leninismo en una religión oficial, quitándole toda su riqueza y fortaleza científica. El estalinismo construyó una sociedad de capitalismo de estado: igual que las otras sociedades de la época, solo que el propietario de las fuerzas productivas era el Estado. Era una sociedad condenada a sucumbir por ser manejada de una forma subjetiva, voluntarista y esto la historia no lo perdona y cobró lo suyo.

Según el materialismo histórico, la sociedad que vaya a reemplazar al modo de producción capitalista obligatoriamente debe ser una sociedad superior en todo sentido, como en su momento el esclavismo fue superior al primitivismo, el feudalismo superior al esclavismo y el capitalismo superior al feudalismo. Y este no es el caso de los mal llamados países socialistas. El líder chino Den Tsiao Pin entendió bien la situación y recogió las banderas de la NEP de Ulianov, la implementó en China Popular y los resultados están a la vista. En nuestro continente buenos ejemplos de cómo tiene que actuar un partido revolucionario en el poder son los gobiernos del Frente Amplio en Uruguay (Tabaré Vázquez y Pepe Mujica), Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia. Un ejemplo a no seguir es la intención del chavismo de construir algo en Venezuela que ya la historia ha demostrado no funciona y que está condenado al fracaso: el modelo cubano de economía.

Y al final, ¿cuándo se va a dar el salto cuantitativo al cualitativo? Hay que volver a lo que decía Marx cuando demostraba que cada sociedad se destaca por su nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas. El capitalismo ha desarrollado tanto las fuerzas productivas que los marcos estrechos de la sociedad burguesa no permiten su ulterior desarrollo. ¿Qué significa esto? Con el desarrollo desenfrenado de la tecnología y la ciencia y sobre todo la popularización de la internetización de las cosas, la producción se va alejando cada día más de su aspecto humano. Cada día desaparecen más puestos de trabajo para humanos y la aparición en los mismos de robots. Para cualquier capitalista es un gran negocio: no hay que tratar con obreros, empleados, prestaciones sociales, vacaciones, convenciones colectivas, y lo más importante, más plusvalía. Pero, la contradicción central que va a acabar con el sistema basado en la explotación del hombre por el hombre reside en que el capitalismo no puede vivir sin el consumo, primordialmente, sin el consumo de la clase media. Los robots están reemplazando a los humanos sobre todo en los empleos que ocupen hoy día la clase media. Y si la clase media pierde su empleo, su forma de obtener ingresos…. ¿quién va a comprar lo que los robots van a producir? La producción perfecta, pero sin su destinatario final el comparador. Ahí es donde precisamente yo veo se va a dar el salto cuantitativo al cualitativo. El capitalista, el empresario, al ver que lo que produce no se vende, pierde el interés en la producción y se retira. Es el momento preciso para que la sociedad entre a manejar los destinos de la economía ahora dentro de un modo de producción diferente, el socialista, como transición al comunismo. La realidad mostrará cómo se va a desarrollar el mismo. Según el Foro de Davos del 2016 esta situación de plena internetización de la sociedad se verá en el año ¡2050 aproximadamente! ¡Amanecerá y veremos decía mi abuela!

 

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