La mala hora de Quintero: pierde ante Uribe, la revocatoria alza vuelo y se le rebela el Concejo

La mala hora de Quintero: pierde ante Uribe, la revocatoria alza vuelo y se le rebela el Concejo

Está por consolidarse como el alcalde más impopular, el primero al que una revocatoria le respira en la nuca y el que ha experimentado un desgaste más prematuro

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
noviembre 10, 2021
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La mala hora de Quintero: pierde ante Uribe, la revocatoria alza vuelo y se le rebela el Concejo

Medellín no va bien, así la invasiva estrategia de comunicación de la alcaldía se empeñe en llenar cada esquina con el eslogan “Medellín va bien”. En realidad, Quintero va rumbo a consolidarse como el alcalde más impopular en décadas, el primero al que una revocatoria le respira en la nuca y el que ha experimentado el desgaste más prematuro. Además, la ciudad atraviesa por una polarización sin precedentes; inclusive, llegando a registrar preocupantes niveles de agresividad en la discusión pública, con reprochables episodios de censura en medios públicos y hostigamiento a sectores opositores.

En este punto valdría la pena hacer una precisión: cuando se habla de Medellín hacia afuera, se tiende a creer que Quintero es una “víctima” de las fuerzas del uribismo o de un ramillete de empresarios poderosos (agrupados en el GEA), pero esa perspectiva se encuentra muy distanciada de la realidad, pues la mala hora de Quintero es el resultado de sus decisiones e incumplimientos; consecuencia de entregar la administración de la ciudad a la politiquería tradicional (olvidando su promesa de “sin jefes o partidos políticos”); su comportamiento autoritario; su hostigamiento a los medios críticos; su exagerado nepotismo y su precaria capacidad de autocrítica.

En el fondo de la polarización que sacude a Medellín se encuentra la alteración de un statu quo político-empresarial que se presumía inamovible; sin embargo, en esa pugna con el uribismo y el GEA, el alcalde ha caído en el sinsentido de ver el mundo en blanco y negro, pues Quintero solo ve a su alrededor amigos (que le deben hacer caso como un verraco) y enemigos radicales; por fuera de su burbuja solo ve fuerzas oscuras empeñadas en desestabilizarlo, medios vendidos y opositores irracionales. Es claro que perdió la capacidad de ver el punto medio, el espacio de equilibrio o conservar la sensatez.

A continuación, presento los tres momentos que tienen a Quintero en la mala hora

Uribe gana el round

A Quintero le gusta casar pelea con Uribe porque sabe que eso le da visibilidad en el ámbito nacional. Ante el enorme desgaste del uribismo y el desastre que ha representado el gobierno Duque, polemizar con Uribe resulta políticamente rentable. Y aunque no es algo nuevo (se viene dando desde la campaña en 2019), sí hay que recordar que, por un tiempo, Quintero intentó cuidar las formas con Uribe, solo hay que recordar cómo le expresó “solidaridad” tras la decisión de la Corte Suprema, por esos días, al alcalde le preocupaba más que Duque le diera luz verde al Conpes del Metro de la 80 y en resguardar el apoyo relativo del Centro Democrático en el Concejo.

Sin embargo, esa pasividad pragmática no duró mucho y se vino abajo cuando Quintero endureció su discurso sobre los responsables en el entramado de Hidroituango. Fue a partir de ese momento que Uribe le exigió a los concejales uribistas “demostrar firmeza”. Marcando una distancia que coincidió con una implosión en la coalición de gobierno, pues concejales como Daniel Duque, Dora Saldarriaga y Daniel Carvalho también se distanciaron de Quintero.

En medio de ese enrarecido panorama, Quintero endureció la confrontación con Uribe y en varias ocasiones se han enfrascado en discusiones de grueso calibre en Twitter. En la más reciente, Uribe tildó a Quintero de “ladrón” y lo acusó de recibir sobornos. El alcalde no se quedó quieto e instauró una tutela para exigir una rectificación inmediata. Y la perdió, por partida doble, pues en dos instancias el Tribunal Administrativo le amparó a Uribe el derecho a la “libertad de expresión”, ya que considero que sus acusaciones se dieron en medio de una discusión pública. A Quintero no le quedó de otra que aceptar la decisión del Tribunal. Uribe le ganó el round.

La revocatoria alza vuelo

La revocatoria a Quintero se viene convirtiendo en un tema cada vez más cotidiano en la ciudad. En efecto, nunca antes un proceso de ese tipo había llegado tan lejos en Medellín (donde todos sus alcaldes tradicionalmente han gozado de una altísima popularidad) o había generado alguna expectativa; pues bien, los comités promotores alcanzaron a reunir más de 300.000 firmas (se necesitan 91.000 válidas), tomándose el tiempo suficiente para que eventualmente el calendario electoral coincida con una fecha estratégica: el 13 de marzo de 2022. El día de las elecciones al Congreso y de las consultas presidenciales.

Si la Registraduría avala las firmas y autoriza la celebración de la elección para el 13 de marzo sería un “golazo olímpico” para los comités prorrevocatoria, pues así desinflarían las críticas sobre el alto costo de un proceso electoral atípico (ya que aprovecharían la logística de una elección ordinaria), podrían aumentar la expectativa de participación aprovechando el clima de la temporada electoral, y de paso, les daría para posicionar la revocatoria en las agendas de candidatos al Congreso o presidenciables con peso en Medellín (como Federico Gutiérrez). Tan solo hay que recordar que, en 2018, el Centro Democrático alcanzó 281.222 votos con su lista al Senado.

Y aunque detrás de la revocatoria hay alfiles cercanos al uribismo, dado el prematuro desgaste del alcalde, su creciente impopularidad, el impacto de la sobreexposición de una matriz mediática (auspiciada por El Colombiano y el portal ifmnoticias) que cada semana destapa un nuevo escándalo en relación a su administración o su gabinete, la revocatoria podría sumar ciertos respaldos de opinión, incluyendo espontáneos inconformes, electores desencantados o políticos que soterradamente ven con buenos ojos bajar a Quintero del piso 12 de La Alpujarra.

Un Concejo independiente

La relación de Quintero con el Concejo ha pasado por varias etapas; primero, fue una auténtica “luna de miel” que le permitió montar una aplanadora (con cierto respaldo de la bancada del Centro Democrático); segundo, sobrevino la avería, tras las tensiones con Uribe y el fajardismo; tercero, se vino el desgaste tras la ruptura con el concejal Luis Bernardo Vélez y la conformación de un bloque opositor tan amplio como dinámico.

A medio camino de su gobierno, Quintero experimenta el desgaste propio de un alcalde que va llegando a su cuarto año. No tiene una gobernabilidad asegurada y depende de los arreglos burocráticos con los partidos tradicionales (Liberal, Conservador, la U) para sacar adelante su agenda en el Concejo.

Su último encontronazo con algunos concejales resultó preocupante, pues el alcalde filtró la fotografía de una reunión de los corporados en un reconocido restaurante. Según Quintero, los concejales celebraban un “acuerdo oculto” para avanzar en la revocatoria, perseguir su administración y devolverle el poder al GEA. No resulta extraño que los concejales se reúnan por fuera de sus oficinas, mucho más para definir la composición de la Mesa Directiva; lo delicado del episodio es el hostigamiento de Quintero (¿acaso vigila a los concejales fuera de La Alpujarra?), su actitud persecutoria a quienes lo cuestionan y su señalamiento sobre “acuerdos ocultos”.

Así, la mala hora de Quintero también es la mala hora de Medellín. Sinceramente, y según muchas personas, la ciudad no va bien y todo se sintetiza en algo que recientemente dijo el concejal Luis Bernardo Vélez (antigua punta de laza del movimiento Independientes): “Daniel no conocía a Medellín, la ciudad está siendo gobernada por un alcalde que apenas la está conociendo”.

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