La inútil vicepresidencia de Marta Lucía

La inútil vicepresidencia de Marta Lucía

Así como en Inglaterra y España algunos cuestionan la existencia de la realeza porque genera un gasto innecesario, acá hace falta replantear y reformular esta figura

Por: David Fernandez Barraza
marzo 26, 2019
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La inútil vicepresidencia de Marta Lucía
Foto: Las2orillas

Marta Lucía Ramírez quería ser la mujer de hierro que fue Margaret Thatcher en su versión tropical. El Ministerio de Defensa le cayó al pelo, y quiso lucirse en el cargo, pero se dio cuenta que el machismo en las fuerzas militares no es cosa de poca monta. No era lo mismo mandar y atemorizar a sus subordinados en los ministerios donde fue jefe de cartera que exigirle a un general una orden con su perentorio estilo. Y pensó que el respeto que le tenía Uribe era suficiente para sentirse con poder y mando, pero el temperamento de este fue otro desencuentro que terminó con su renuncia. Tuvo sus rifirrafes con la cúpula militar y ya sabemos quién debe renunciar cuando se presentan estos episodios. Uribe prefirió a los militares y la relación con el presidente quedó tensa.

Entonces había que prepararse para llegar a la Casa de Nariño. Y la mejor manera de imitar a la política inglesa era llegar a la presidencia, no a la Vice, que era para los segundones, los aspirantes frustrados o los que llegan para matizar el perfil del candidato principal. Tenía prestigio, una votación importante en el partido conservador y atesoraba una experiencia en el sector público que la convencía de no hacer fila ni pedirle permiso a nadie para aspirar a la primera magistratura de Colombia. Le importaba un pito la convención del partido, las encuestas o los conciliábulos. Ella tenía que ser la ungida. Nació para ser abeja reina. Pero las cosas no estaban servidas en la mesa. Tenía que pasar por el filtro de Uribe y la ayuda de Pastrana. Con el segundo era fácil, pues los expresidentes no influyen pero mueven cositas. Pero con Uribe era a otro precio. Este quería presidente propio y Marta Lucía lo sabía. Y es aquí cuando las grandes expectativas y los grandes egos tienen que ser doblegados. Buscó que Pastrana y Uribe la designarán sin necesidad de consulta, pero Uribe tenía su propio libreto. Entonces creyó que nadie podía disputarle su candidatura y tuvo un destello de sobradez cantando victoria en secreto de que podía ganar la consulta. Al final tuvo que aceptar a regañadientes ser la fórmula de Duque y convencerse de que tenía que lidiar con el propio Duque, Uribe y con el Sanedrín de este.

En los primeros días con Duque no se hallaba. Su orgullo no le permitía pedirle lo que quería: tener juego en todas las aéreas del poder, es decir, que la consultaran en las grandes decisiones. Y Duque lo sabía. Y le fue señalando algunos temas para no comenzar con el pie izquierdo con su fórmula. Sin embargo lo único que se le recuerda a Marta Lucía es el trino que mató antes de tiempo al expresidente Belisario Betancur. Hoy en día ella anda ocupadita con oficios varios reemplazando al Presidente en reuniones baladíes. Pero no entra en los temas gruesos que afectan al colombiano. Puso el grito en el cielo cuando unos ladrones asaltaron su casa y exigió seguridad como cualquier acomodado exfuncionario. Pero no se ha preocupado por liderar una política de seguridad que llegue al ciudadano de a pie. Una vez asegurada ella, qué importa la seguridad de los demás. Lo mismo ha ocurrido con muchos de sus líderes a lo largo y ancho del país, que después de haberlos utilizado en sus dos últimas campañas ahora los ignora como si no existieran. Fueron personas que crearon una mística proselitista alrededor suyo y hoy en día ni siquiera los quiere ver, así sea para saludarlos, cuando llega muy pomposa y vaporosa en las caravanas de seguridad que recorren las calles de las regiones.

La vicepresidencia de Marta Lucía Ramírez debería ser una oportunidad para replantear y reformar ese cargo que solo se ha prestado para la inutilidad. Si en Inglaterra y en España algunos se quejan de la realeza, porque genera un gasto innecesario, aquí también la tenemos con doña Marta Lucía Ramírez, excelentísima vicepresidenta del Palacio de San Carlos, Casa de Nariño, Casa de Huéspedes y Hacienda Hatogrande en el municipio de Sopó.

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