Queridos y queridas estudiantes, hace unos meses nuestras vidas parecían “normales”, íbamos al colegio, estábamos cerca a nuestros compañeros, jugábamos a la hora del descanso, comíamos juntos, nuestros padres y madres iban al trabajo o en su defecto trabajaban desde casa para que nosotros pudiéramos estar en la escuela, en fin, parecía que esa “normalidad” siempre iba a ser constante.
Hoy, después de dos meses de que tuviéramos que recurrir a nuestro hogar para salvaguardar nuestras vidas y las de nuestros seres queridos, nos damos cuenta de que la historia es muy cambiante. Es decir, en un momento estamos es una situación de comodidad y en otro, en una profunda crisis mundial. Todo este panorama nos hizo extrañar, o por lo menos a mí sí, esas cosas cotidianas que a veces no valorábamos: saludar con un abrazo a nuestros seres queridos, jugar futbol en el patio del colegio, hablar de nuestros inconvenientes con las personas más cercanas o incluso estar en una clase de forma presencial.
Claro, nadie imaginaba los impactos tan lesivos que traería consigo esta pandemia, como el desempleo, la pobreza, el hambre, la falta de una salud digna, entre otras tantas cosas, que cabe señalar que existían antes de la pandemia, pero que la misma nos las hizo ver más de cerca.
Hoy el paisaje de la ciudad parece raro: las calles medianamente solas, los aeropuertos vacíos, no se ven grandes trancones, las personas con tapabocas y algo que me duele profundamente, los colegios y universidades sin un alma, una situación realmente triste.
No nos quedó de otra que basar nuestra existencia detrás de una pantalla, hacer nuestras clases a través de plataformas digitales, hablar con nuestros amigos por video llamada e incluso hasta pagar miles de cuentas a través de la virtualidad. Por lo menos yo no aguanto más.
Hoy la historia nos pone un reto demasiado grande, debemos cuidarnos para cuidar a los otros, debemos seguir todas las recomendaciones que nos dictan los entes científicos, como lavar las manos, usar tapabocas, no saludar de beso o abrazo y mantener una distancia prudente. Sí, esos son los retos inmediatos, pero hay otros más complejos: debemos comenzar a ser más solidarios, más empáticos y pensar de forma colectiva dejando de lado nuestro individualismo.
No sé cuando acabe todo esto, pero estoy seguro de que ya no volveremos a la “normalidad”, o eso espero, porque esa normalidad era extremadamente individualista, poco solidaria y tenía miles de desigualdades que hoy son más que evidentes. Esperemos que la humanidad, o por lo menos, los y las colombianas asumamos este reto con altura y que el cambio lo comencemos a agenciar nosotros.
Muchos no aguantamos más, incluso hemos tenido choques emocionales muy fuertes, pero les recuerdo, tenemos una cita con la historia y debemos asumirla. Metamos un poquito de energía que de esta saldremos entre todos y todas, esperemos, por lo pronto, que nuestros compañeros y compañeras estén bien, que sepan que no están solos que acá tendrán a un equipo que los y las apoyará.
Finalmente les recuerdo que los llevo en mis pensamientos y en mis más profundos sentimientos.
Recuerden que la historia la cambiamos juntos.
