La guerra de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la familia Chamorro

La guerra de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la familia Chamorro

La primera dama pasó de ser la secretaria del patriarca Pedro Joaquín Chamorro a apoyar a su marido en una persecución que tiene a tres Chamorros en la cárcel

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julio 11, 2021
La guerra de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la familia Chamorro

Un nuevo capítulo de una vieja historia de guerra política se está escribiendo en Nicaragua. La del presidente Daniel Ortega y su esposa la vicepresidenta Rosario Murillo contra los Chamorro, una familia tradicional, adinerada e influyente en la política desde mediados del siglo XIX.  Seis presidentes llevan el apellido, la última, Violeta Barrios de Chamorro, viuda del asesinado director del diario La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el Mártir de las Libertades, héroe nacional.

Desde La Prensa fue el abanderado de la resistencia por fuera de las guerrillas sandinistas a la dictadura de Anastasio Somoza en los setenta. El 10 de enero de 1978 cayó abaleado en las calles de Managua mientras se dirigía al periódico. Hoy dos de sus cuatro hijos están bajo arresto y otro en el exilio, por decisión de quien con las armas colaboró en la caída del dictador Somoza.

Primero fue Cristiana Chamorro, precandidata presidencial, acusada de lavado de dinero a través de su fundación, por lo que más de 30 periodistas y directores de medios han tenido que comparecer ante la Fiscalía en una notoria operación de intimidación. 23 días después, el 25 de junio, el régimen tomó preso a Pedro Joaquín, el hijo mayor, quien fuera diputado, ministro, miembro del Partido Ciudadanos por la Libertad. Por quebrantar una ley hecha a medida llamada de Defensa de los Derechos del Pueblo a la Independencia, la Soberanía y la Autodeterminación para la Paz, aprobada en diciembre pasado, con la que el gobierno ha encarcelado 26 opositores. Entre tanto, allanaba en Managua la casa de Carlos Fernando, director del diario Confidencial, quien tuvo que exiliarse por segunda vez en tres años.

Pocos dudan que detrás de la feroz persecución montada por la pareja presidencial esté su inocultable deseo de aferrarse al poder. Cuando Cristiana Chamorro manifestó a principio de este año su interés en una candidatura presidencial para las elecciones del domingo 7 de noviembre, la vicepresidenta Murillo saltó inmediatamente en su hora del Angelus de cada día por televisión.” Son una casta entreguista, aprovechada y saqueadora… Hasta con los rieles del tren arrasaron”, dijo contra la familia Chamorro, sin nombrarla.

 

Rosario Murillo con Pedro Joaquin Chamorro C., y otros periodistas en la casa del periodista. Foto: La Prensa

Con esa familia Rosario Murillo tiene una relación muy antigua. Décadas atrás, con 18 años y embarazada de su segundo hijo, llegó a La Prensa para ser la secretaria de Pedro Joaquín Chamorro, el filtro de sus visitas y las del codirector, el poeta Pablo Antonio Cuadra. Ella también quería ser poeta, así la recuerdan quienes la conocieron en el diario, con trajes multicolores y una sonrisa sin pausa. Eran otros años. De 1968 a 1977. Pedro Joaquín hijo, el que está en prisión, por esa época era un joven fotógrafo del periódico, que también quería ser poeta y a quien ella le “pasaba a máquina” los poemas con la enorme habilidad que tenía para escribir con velocidad sin comparación, mientras hablaba. La proximidad con la familia de periodistas quedó en evidencia durante el terremoto de 1972. “A Rosario se le murió un hijo y ella llamó a Pedro y a Carlos Hollman y fueron con ella a quitar los escombros. Y lo sacaron”, relata Jaime Chamorro, a sus 86 años, actual director de La Prensa.

Esa cercanía es cosa del pasado. La permanencia en el poder y las elecciones de noviembre es lo de hoy. «Esta embestida responde bien al imperativo político de Ortega y Murillo de seguir en el poder a cualquier costo… señala Carlos Fernando Chamorro, recientemente premiado con el Ortega y Gasset de Periodismo, en un artículo titulado “El golpe a la vía electoral, los rehenes, y la radicalización del régimen”. Lo de hoy también es matar los fantasmas del pasado. Daniel Ortega teme que Cristiana Chamorro lo derrote como hizo su madre en 1990. Es vox populi en Nicaragua.

 

Hace 31 años Violeta Chamorro derrotó a Daniel Ortega, y el lloró sobre su hombro ese día. Hoy sigue acosado por el fantasma de la derrota

En la historia política de la nación centroamericana está vivo el recuerdo del adelanto de las elecciones de noviembre a febrero de 1990, cuando Daniel Ortega punteaba todas las encuestas y se daba como seguro triunfador. Para, según decían los sandinistas, consolidar un proyecto político en medio de una cruenta guerra civil de diez años, una economía sin fondo, y el péndulo ideológico del mundo en contra. Violeta Barrios de Chamorro, a la cabeza de la coalición UNO, Unión Nacional Opositora, ganó la presidencia contundentemente. 14 puntos fue la diferencia con su opositor ese domingo 25 de febrero de 1990.  Horas después Ortega lloró sobre su hombro la derrota cuando fue a su casa para reconocerla triunfadora. El líder sandinista volvería a La Loma, el palacio presidencial, en el 2007, con 17 años de oposición y dos derrotas a cuestas.

Ese fantasma que no deja dormir a Ortega. Y tiene nombre propio (uno que sobresale entre muchos): Cristiana Chamorro. Ella fue la primera mujer directora de La Prensa, perdió a su marido en un accidente de helicóptero en el 2015, y dicen los politólogos que su empuje asustó a Daniel Ortega. Su intención era unificar la oposición y en redes sociales estaba marcando alto. En Nicaragua este es el medio de hacer política para la oposición y el compromiso de sus seguidores daba un sorprendente 340 % de interacción.

 

Cristiana con Pedro Joaquín y Carlos Fernando, cuando este regresó del exilio en noviembre de 2019. Foto: Twitter/ Carlos F Chamorro

Cristiana cree que Ortega tiene miedo, que no soporta el recuerdo de su madre en una silla de ruedas, sin armas ni partido pero con el formidable apoyo político de los nicaragüenses, los brazos en alto saludando el triunfo. Violeta Chamorro, a los 91 años y una salud muy precaria ha visto en los últimos años como su rival político le cortaba la entrega de papel a La Prensa poniéndola al borde del cierre durante los enfrentamientos del 2018, ha visto tomar militarmente la sede de Confidencial y Esta Semana ese mismo año, ha visto cómo en el 2021, cuatro meses antes de elecciones tres de sus hijos y un sobrino, el economista y aspirante presidencial Juan Sebastián Chamorro, son víctimas de la persecución implacable de quien ha decidido matar la democracia en Nicaragua.

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