La grandeza de Hernán Peláez que nunca tuvieron sus compañeros en Caracol

La grandeza de Hernán Peláez que nunca tuvieron sus compañeros en Caracol

Cuando se fue de La Luciernaga el maestro dejó a la emisora en una crisis que ya es inocultable. Claro que hay gente irremplazable

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marzo 23, 2023
La grandeza de Hernán Peláez que nunca tuvieron sus compañeros en Caracol

En su autoimpuesta autoridad moral César Augusto Londoño, en la editorial del pasado martes, cuando presentó a Juan Felipe Cadavid como el reemplazo de Oscar Rentería, empezó a hablar de ética periodística. En cinco minutos ensalzó a uno de los dos creadores del Pulso, Hernán Peláez, e ignoró a Iván Mejía. Era la respuesta a los cuestionamientos que le ha hecho desde su salida del programa el periodista caleño al manizalita. La manera de hacer periodismo entre los dos está separada por un abismo. Iván es frentero, directo, un tipo que siempre se la jugó en sus conceptos. Un provocador. César Augusto es un declarado defensor del statu quo, un tipo que ha sabido defender como nadie su puesto de trabajo, complaciendo siempre los preceptos de sus jefes. César cree que un periodista está impedido de emitir un concepto sobre un colega. Él, tan atento a los cambios tecnológicos, está de espalda a la realidad actual. Las redes sociales transformaron los medios, cada persona que tenga Twitter es un periódico. Cuando se hace un periodismo que siempre le da la cara a los dueños de los propios medios la opinión deja de tener validez. Cada vez que él opina sobre Gamero, la defensa a ultranza del proceso Gamero, a pesar de tener sólo un trofeo, el de la Copa Colombia, lo hace defendiendo la idea de Gustavo Serpa, dueño del equipo, de tener un técnico que le sirva de escampadero al gran proyecto que tiene Millonarios, el de vender jugadores. Los títulos en este momento no importan. Ahora prima el negocio.

Defensor de las políticas de sus empleadores, el Grupo Prisa, Londoño ha decidido hacerle campaña a Petro de frente. Incluso publica unos videos, con la bandera de Colombia atrás, en donde muestra un panorama absolutamente sombrío de lo que es el país en manos de la izquierda. Peláez en su programa rival, también es muy crítico de Petro, como también lo fue de Duque, y atenúa el entusiasmo petrista de Martin, pero uno le cree a Hernán porque tiene una integridad a prueba de balas.

Hernán se fue de Caracol cuando, debido a la presión del gobierno Santos, sacaron a Gustavo Álvarez Gardeazabal. No se dejó mangonear del poder. Ese es uno de los tantos gestos de un Peláez que sigue estando vigente sin ponerse camisetas Metallica  -por cierto, hoy en día sólo los viejos escuchan Metallica-  y sin traicionarse acapara audiencia, porque hay que ver lo bien que le va a Pelaez en su parche con Martín, le va también que el programa dura dos horas, que incluso la W Radio le ofreció un espacio de tango los domingos en la noche. La gente lo respeta. No tuvo que venderle el alma al diablo para tener vigencia, para ser eterno como los cerros.

Por eso mientras todo lo que toca Pelaez reverdece, lo de Rentería y Londoño, sus excompañeros en la polémica en Caracol, se vuelve piedra. Es patético que hace poco, en uno de sus cada vez más frecuentes lapsus, Cesar le haya atribuido a Gabo –fue Kapusckinsky, querido Peter Pan- la frase apócrifa de que “Sólo las buenas personas son buenos periodistas” cuando en este gremio hay tanto hijo de puta, tanto trepador, tanto oportunista. Además es gracioso que César crea que es una buena persona cuando hay tantos de sus compañeros que opinan lo contrario. El ejemplo de Hernán Peláez debería ser un faro para todos los que quieran internarse en las aguas tormentosas del periodismo. Hernán no necesita sino ser él para brillar. A otros les toca refugiarse bajo las largas enaguas de sus jefes.

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