La generación de dirigentes caucanos que abren camino a nuevas voces

La generación de dirigentes caucanos que abren camino a nuevas voces

"He sido testigo del crecimiento de algunos dirigentes, y esto me lleva a confirmar que el liderazgo no se improvisa; es el fruto de muchos años de preparación

Por: Proclama Cauca y Valle
octubre 29, 2021
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La generación de dirigentes caucanos que abren camino a nuevas voces
Foto: Pixabay

Ojeando el Facebook de Temístocles Ortega Narváez me llamó la atención un corto diálogo que sostuvo con una de sus interlocutoras: “Senador, ya debería dar la oportunidad de que otros lideren, un pensamiento e ideas nuevas nos puede ayudar en un posible cambio, como caucana no daría más mi voto de confianza en usted, por años miramos lo mismo” (sic).

Conociendo el carácter de Ortega, la curiosidad por conocer su respuesta, que imaginé enérgica, concluyente, me invitó a seguir leyendo.

Me equivoqué. Él respondió: “Patricia Ruiz, claro que sí, ojalá salgan nuevos dirigentes mujeres u hombres que contribuyan a forjar un nuevo país. ¡Ojalá!! A eso contribuimos. Esperamos que salgan para apoyarlos. Y que sean dirigentes formados, estudiosos, comprometidos. El mundo hoy es más complejo, los problemas del país son enormes y los del departamento gigantescos. Se requiere formación, conocimiento, disciplina para enfrentarlos. Eso esperamos. ¡Ojalá aparezcan! ¡Los necesitamos!”.

Recordé entonces una lección aprendida hace muchos años: no se llega a ser líder por decisión propia o ajena. No es posible pedirle a quien va ganando la competencia, así sea científica o deportiva, que se retire y deje ganar a quien por no tener las mismas condiciones no tiene opción. En China nadie tuvo la pifia de pedirle a Confucio que dejara de filosofar para que a ese otro le permitiera crear el confucionismo; nadie lo hizo con Sócrates en Grecia, ni con Mahatma Gandhi en la India, menos con Martin Luther King cuando estuvo al frente del movimiento por los derechos civiles para los afroestadounidenses o con la madre Teresa de Calcuta, que atendía a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación. ¿Alguien se atrevería a pedirle María Isabel Urrutia, Mariana Pajón o a Catherine Ibargüen, que se retiraran de las competencias para que dejaran ganar los Olímpicos a otras personas que no fueran ellas con sus propios talentos atléticos? Son peticiones sin lógica.

El liderazgo se conquista, es una condición que resulta de una larga formación académica y de un constante ejercicio de dirigencia de acuerdo con las aspiraciones de los grupos sociales e ideológicos que intervienen en el proceso social. Infortunadamente esas circunstancias no se pueden entregar en herencia ni traspasarlas a alguien por piedad o porque se lo exigen. El liderazgo, en este caso, de Temístocles Ortega, es fruto de una vida ejemplar dedicada al conocimiento profundo del hombre caucano y sus escenarios. Es una formación personal puesta al servicio de la región y el país.

Soy testigo de eso y lo recuerdo bien porque conozco a Ortega desde hace unos 40 años. Les cuento, aquí entre nos, que soy mayor que él como dos años (bueno, pero por favor, que esto no se vuelva bochinche) …

Comenzando la década de los años 80, cuando yo me retiré del Ejército Nacional como oficial del arma de Ingenieros Militares, decidí radicarme en Popayán por la cercanía al pueblo de mi familia, Santander de Quilichao, y porque era (y es) el centro social, histórico, cultural, administrativo, político y de desarrollo económico del Departamento del Cauca, donde se daban las condiciones adecuadas para re-iniciar mis labores como periodista. Fue la época del terremoto y la reconstrucción de la ciudad, del re-encuentro con Rodolfo Jiménez, Hembert Javit Paz Gómez, Titocé, René González-Medina, Hebert Erazo, Víctor Hugo Lucero Montenegro, Alberto Ordóñez y con Ovidio Reinaldo Hoyos; eran los años de la Voz de Belalcázar, del apogeo de Manolo Martínez Espinosa y de Óscar García López, entre otros.

 

¡Necesitamos nuevos liderazgos!

En esos años conocí a unos prestigiosos abogados que compartían oficinas y parecía que se hubieran retado en búsqueda de la excelencia profesional y en la adquisición de experiencias y conocimientos. Eran litigantes, catedráticos, escritores, conferencistas. Estaban en el partidor Jesús Orlando Gómez López, Jesús Ignacio García Valencia, Germán Pabón Gómez, Temístocles Ortega Narváez, Rodrigo Penagos, Julia Emma Garzón … Mientras tanto, yo ya había estado trajinando por el directorio de Víctor Mosquera Chaux, con Humberto Peláez Gutiérrez, de donde salí acompañando a Aurelio Iragorri Hormaza en su exitosa disidencia liberal. Por eso, me parecía que aquellos jóvenes abogados miraban la política con cierto desdén. Pero no fue así. Se estaban preparando, se estaban formando como líderes.

Orlando Gómez fue conjuez del Tribunal Superior de Popayán y procurador delegado para las Fuerzas Militares y ha escrito muchas obras que recorren todo Derecho Penal; García Valencia, especialista en Ciencias Penales, Derecho Constitucional, Derecho Penal, Derecho Parlamentario, fue concejal de Puracé, profesor de Derecho, juez penal, conjuez del Tribunal Superior de Popayán, director del Consultorio Jurídico de la Universidad del Cauca, gerente de la Licorera y de la Lotería del Cauca, representante a la Cámara, gobernador del Cauca, senador de la República. Pabón Gómez, profesor universitario, procurador Judicial Penal ante el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá, delegado ante la Corte Suprema de Justicia, magistrado auxiliar del Consejo Superior de la Judicatura y de la Corte Suprema de Justicia. Tiene también una serie de libros publicados; fue el primer fiscal del carrusel de la contratación en Bogotá.

Rodrigo Penagos, por su parte, se especializó como abogado litigante y consultor en asuntos penales, casación penal, revisión penal y en asuntos disciplinarios, también fue gerente de la Lotería del Cauca.

Ah, de ese calibre intelectual y profesional es también Temístocles Ortega Narváez, quien igualmente fue profesor de derecho penal en la Universidad del Cauca, derecho constitucional en la Universidad Javeriana y derecho disciplinario en la Universidad Santo Tomas. Además, fue secretario de educación del Cauca, gerente de la Caja Nacional de Previsión Cauca. Concejal de Mercaderes, concejal de Popayán y diputado a la Asamblea del Cauca. Fue el primer gobernador elegido por el voto popular (periodo 1992-1995), reelegido para un segundo mandato (2012-2015). Ortega había sido director de Capacitación de la Contraloría General de la República, consultor legal de la Corporación Andina de Fomento (CAF), viceministro de Justicia, presidente del Consejo Superior de la Judicatura. Actualmente es senador de la República y aspira a su reelección en marzo de 2022.

Temístocles Ortega Narváez

Todo este discurso para ratificar que he sido testigo del crecimiento de algunos dirigentes, y esto me lleva a confirmar que el liderazgo no se improvisa, por el contrario, es el fruto de muchos años de preparación, que requiere de un gran conocimiento de sí mismo, control de la voluntad y un nivel de sensibilidad social que conduzca a una sed por conocer la realidad y representar a la sociedad que encarna. No es fácil, por eso son escasos los verdaderos líderes.

Estoy de acuerdo con Patricia Ruiz y con Temístocles. ¡Necesitamos nuevos y mejores líderes! Necesitamos personas inspiradoras, con entrega plena, con generosidad, veracidad e integridad, que nos brinden confianza en la política, porque es indispensable para el buen funcionamiento del sistema democrático. La Política es la herramienta para construir las condiciones de vida de todos los habitantes de un territorio.

Sé que hay gente que se está formando, que viene empujando, pero es necesario que asuman la dirección social, no tienen por qué esperar que alguien se compadezca o les entregue por indulgencia la dirigencia que deben conquistar. Hay que ganársela.

Sé que hemos padecido líderes autoritarios, y a otros populistas, que se han aprovechado de su carisma para la traición. Pero no es la generalidad, también tenemos líderes que hoy despiertan la fe popular, y como el senador Ortega Narváez, a quien no le estoy atribuyendo características, rasgos o atributos especiales, sí puedo garantizar que posee un grado mayor de habilidades políticas y personales que el resto de los miembros de nuestra sociedad. Su liderazgo político obedece más bien a la trayectoria de vida, al entorno político que ha ido diseñando, a contar con seguidores que comparten su propuesta y a la misma acción política.

El inmediato futuro (por lo menos para los próximos cuatro años) lo definiremos en marzo, y no podemos improvisar por ahora. Pero necesitamos diseñar el próximo futuro con nuevos liderazgos con habilidades intelectuales. Líderes con características de personalidad que muestren control absoluto de sus emociones, estabilidad, seguridad y don del convencimiento, ya sea por la claridad de sus argumentos o por la confianza que le otorgan sus seguidores. Esto también es formación.

El futuro nos espera con quienes en el pasado se formaron para construirlo. ¡Claro, necesitamos nuevos liderazgos! Pero el presente nos exige responsabilidad social.

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