La ETB no se vende

La ETB no se vende

"Indigna la agilidad con que pretenden acabar este bien público, eficiente y productivo, como en el sonado caso de Isagén"

Por: Ricardo Villa Sánchez
mayo 04, 2016
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La ETB no se vende
Foto: El Espectador

Es complejo interpretar al alcalde de Bogotá. Hace poco trinó: “Tenemos el dinero para hacer colegios para que nuestros niños estudien jornada completa. Preferimos invertirlo en empresa teléfonos?” A renglón seguido, uno se pregunta o, más bien, le responde: ¿Acaso no es con una porción del superávit de esta empresa, con la que se ha financiado en los últimos gobiernos la inversión social, entre otros asuntos, en educación e inclusión a la infancia y adolescencia?

Esto lo reafirman cuando dicen que van a construir jardines infantiles con la venta de ETB: “La Inversión en primera infancia es la más rentable”. ¿Rentable en qué sentido? Pretenden vender ETB para que la gente viva mejor. Cómo va a ser esto posible si en realidad, implicaría que los Jardines que se construirían con recursos de la eventual venta de ETB, operarían con los mismos rubros que se le han amputado sustancialmente al sector social, y que la mayoría provienen de sus excedentes financieros.

Antes habría dicho en redes sociales, que la “Empresa de Teléfonos no es monopolio: compite con enormes multinacionales en entorno en que tecnología cambia permanentemente”. Luego anunció que la iba a vender, es posible que, a la multinacional de mayor posición dominante en el mercado de las telecomunicaciones en Colombia, y pidió autorización al Concejo, que, con su aplanadora mayoritaria, seguramente le pondrán el epitafio a una de las empresas más eficientes, de calidad y de mayor responsabilidad social en el país. La pregunta sería: ¿Quién controlará los precios del sector de las telecomunicaciones en el futuro?

Es allí donde uno ve calcada la economía del capitalismo del desastre. Se genera una crisis al desfinanciar a las empresas públicas; salen a anunciar que no son viables, así, en este caso, sus acciones en los últimos años vengan con tendencia al alza y poco a poco se estén cerrando las brechas digitales en el Distrito; la rosca la negocia, con el mejor, para ellos, postor; reciben un dinero, que después se diluiría en muchas vías, sin resultados de impacto.

Acá se podría poner nombre al business: ETB. Lo grave sería que juegan con justificar la venta para, por ejemplo, capitalizar una empresa de salud, que en el sistema de la Ley 100, no beneficia a las mayorías sino lucra a unos pocos, o para hacer unas troncales de un negocio de transporte que poca cabida tendrá en el mercado, con los actuales y, previsibles en medio del cambio climático, futuros precios de los derivados de combustibles fósiles, para, al final de cuentas, condenar a mantenerse en la trampa de la pobreza a las mayorías, al dejar en su menor expresión la posibilidad de inversión social para erradicar la pobreza y garantizar derechos en Bogotá. Es decir, para avanzar en la equidad, la justicia y el desarrollo humano; para generar esperanza.

Dicen que van a invertir no sé cuántos miles de millones en colegios públicos y en troncales de Transmilenio. ¿Con qué presupuesto serán sostenibles o rentables? -rentable-, como le llaman a todo ahora los tecnócratas del actual gobierno distrital? Por algo, se preguntan si la clase media bogotana votó por cambiar la ETB por una troncal, teniendo en cuenta que, si esta misma ciudadanía permitiera la venta de ETB, todo concepto de dignidad y democracia en la ciudad se agotaría.

Indigna la agilidad con que pretenden vender este bien público, eficiente y productivo, como en el sonado caso de Isagén. ¿No será para después justificar que no se puede sostener la línea base de inversión social de los últimos gobiernos en Bogotá, por la anticipada falta de recursos? Ojo, una cosa lleva a la otra. Remember, después vendrán los recortes en programas sociales, unidades operativas cerradas, luego también menos personal, disminución de coberturas de participantes y en la calidad de los servicios para la inclusión social, para que cuando la gente trabajadora empiece a sentir en su bolsillo, y en su calidad de vida, los cambios en la pirámide presupuestal de la capital, se movilice para reivindicar sus derechos y sus conquistas sociales. No faltaría más que saquen el gatillo del “Se los dije” y, quizá también, la mano dura para con esos vándalos, ignorantes, que prefirieron, aunque ahora les valga cinco a las élites, optar por un gobierno que privilegia una autopista de concreto, a la autopista del saber y de las redes de la información y de las telecomunicaciones, en la sociedad del conocimiento.

@rvillasanchez

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