La epidemia de Tanganica

La epidemia de Tanganica

Por poco se mueren de la risa...

Por: Luis Servando Gonzalez Ayala
julio 16, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La epidemia de Tanganica

Estaban allá retiradas, sentadas en el patio de su escuela. Era la hora del descanso de la jornada de la tarde, cuando una de las tres dijo algo gracioso. Nunca se supo el chiste por el que las otras dos empezaron a reír, con una risita tímida y suave que al sumarse fue tomando la fuerza de un volcán... de un ciclón. Eran carcajadas incontenibles las que llamaron la atención de las demás niñas, quienes se unieron a lo que veían y sin saberlo y sin pensarlo iniciaron allí la epidemia más grande de risa que ha tenido la humanidad.

Terminado el descanso, al ingresar a sus cinco salones, las 195 niñas del colegio internado católico misionero femenino del pueblo de Kashasha, en la costa del lago Victoria en Tanzania, no podían dejar de reír, aún sin estar ya juntas y a pesar de los llamados de atención de sus cinco respectivos docentes, que les pedían que dejaran de hacerlo.

Ellas solo reían. Hubo que enviar las niñas a sus casas, esperando que de esa manera terminara el feliz episodio, pero la cura resultó peor que la enfermedad. Las niñas contagiaron a sus familiares. El pueblo entero reía. El promedio de risa continua en cada humano era de 7 días. Descansaban intermitentemente y volvían a sus ataques. Algunos duraron hasta 16 días, luego caían extenuados y cuando se recuperaban de nuevo adquirían la peste y caían de nuevo en ese circulo vicioso del que no sabían como salir.

El pueblo entero reía y reía desde el 30 de enero, no paraba de reír y hubo que cerrar el colegio durante un mes y medio y volver a clase el 18 de marzo, pero como no funcionó, las puertas de su escuela se cerraron para siempre el 18 junio de 1 962

Los adultos contagiados con la peste de la risa la transmitieron por todo el distrito de Bukoba a los pueblos vecinos de Nshamba, Ramashenye y Kanyangereka y muy pronto la mayoría de colegios de Tanganica (actual Tanzania) tuvieron que cerrar debido a que era imposible realizar alguna actividad con aquellos ataques. La situación se repitió intermitentemente durante casi dos años. En junio de 1964 se contabilizaban 14 escuelas cerradas y más de 1.000 casos de contagios.

Nadie se contagiaba sin tener un contacto directo con otra víctima de la epidemia, siempre era igual había el contacto, la enfermedad incubaba desde unas pocas horas hasta unos pocos días y luego empezaba con una pequeña risita sin quererlo, sin un detonante de humor, sin sentir gusto por aquello, solo se reían sin saber porqué y cuando las carcajadas eran incontrolables, desesperados lloraban, se inquietaban, sentían ganas de correr sin rumbo, gritaban, agredían.

En la noche se caían riendo hasta que sus humanas fuerzas se agotaban y su cuerpo dormía conservando en su rostro la figura de esa risa fingida, ese espasmo nervioso, esa risa desagradable que quedaba impregnada en su cansado rostro, hasta que en la mañana, un poco repuesto descansaba y de nuevo despertaba con la fatídica risa en su ser, de nuevo con esas estruendosas y horribles carcajadas. De nuevo esa risa que los poseía, los maniataba, los dejaba sin control de si mismos, les hacía experimentar un estrés crónico y por tal razón ver demonios que los perseguían, pero, a pesar de eso, ellos solo reían.

Se hicieron las pruebas y exámenes de laboratorio y no se encontró rastro de ninguna bacteria o virus, se le echó la culpa a la harina de maíz almacenada, pero nunca se comprobó, se habló como siempre de castigos y maldiciones divinas, las muestras de sangre enviadas a los laboratorios volvieron con la misma respuesta: N.A.D (Nada Anormal Detectado). Sin embargo, y aunque reaccionaban bien a la luz, las pupilas estaban dilatadas y las víctimas de la peste de la risa tenían reflejos musculares más exagerados que lo normal y algunas irregularidades en el sistema nervioso, tal vez porque algunos llegaron a reír hasta seis meses seguidos.

Igual que muchas pandemias, se fue como llegó, no mató a nadie, solo los hizo reír durante el año y medio que estuvo en nuestro planeta. Después, intentó repetirse en otras partes y en otros tiempos, pero no prosperó: apareció en Cisjordania en 1983 y en Virginia (Estados Unidos) en 2007, pero no pudo prosperar.

No contagió de risa a otros pueblos, solo nos dejó una enseñanza: por buena y débil que parezca una epidemia, por inocente que sea, la debemos respetar, porque siempre traerá consecuencias nefastas para el ser humano que aún y a pesar de sus avances tecnológicos y científicos no logra interpretar ni dominar la naturaleza.

Además, nos dejó la lección que ante esta incapacidad del hombre sobre la naturaleza lo único que nos queda es el aislamiento y que el peor sitio de contagio de una sociedad son las instituciones educativas. Recordemos que el chiste de una niña en la escuela por poco enloquece un país, ojalá por el chiste de una ministra no se ponga de luto a todo un país.

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0
Nota Ciudadana
¿De visita en el Festival Vallenato 2024? Estos son los 20 restaurantes imperdibles en Valledupar

¿De visita en el Festival Vallenato 2024? Estos son los 20 restaurantes imperdibles en Valledupar

Nota Ciudadana
Davivienda saca pecho: es la primera multilatina en recibir certificación Carbono Neutro por Icontec

Davivienda saca pecho: es la primera multilatina en recibir certificación Carbono Neutro por Icontec

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--