Desde todo punto de vista sorprenden, gratamente, las razones personales por las cuales el vicepresidente Angelino Garzón no aceptó la embajada en Brasil.
Reconocer públicamente la importancia que tiene el pastor alemán en su casa, habla muy bien del Vice y sobre todo muestra una faceta desconocida y trascendental de cómo emocional, espiritual y afectivamente Orión ha influido en su vida personal y la de su familia.
No hay duda, que en los duros momentos, tanto de él como de su esposa, el pastor alemán fue un soporte y un bastión que puso todo de sí para ayudarlos a salir adelante. Se nota que es uno de esos ángeles de cuatro patas que ha realizado su labor con creces en ese hogar.
No de otra manera se toma una decisión que para algunos es desconcertante o desafortunada. Cualquiera hubiera aceptado una embajada en donde sea, pero el vicepresidente, si en caliente pensó que era una buena oportunidad, muy pronto se dio cuenta de que había aspectos más importantes para la familia.
Orión ha dejado huella y heredad en el seno ese hogar, como muchos otros perros y gatos, en millones de familias en el mundo que secan las lágrimas, acompañan en la enfermedad y no dejan tiempo para que la gente se deprima.
Ellos, con un batir de la cola, una mirada o un lametazo hacen lo que en algunos casos un hombre, una mujer o incluso un psiquiatra no logran con frases, llamadas o actos de consuelo.
Angelino no es la primera persona en el mundo que deja de hacer un viaje o de aceptar un importante cargo por pensar en su perro. Lo admirable es que lo reconozca públicamente.
El corazón de un hombre se mide por el trato, el respeto y el amor a los animales y la repuesta del Vice, además de ser digna de él, es absolutamente sincera, muestra el tipo de ser humano que es. Puede sonar una frase de cajón, pero el mundo sería otro si hubiera más Angelinos con ese sentimiento.
Pensar que Orión se puede enfermar, o que el clima le puede hacer daño, es una decisión similar a la que se toma por otro ser viviente que no vive en Bogotá por la altura de la ciudad o que solo en tierrita caliente no siente los dolores.
En otras palabras, una decisión totalmente respetable y de altura que sin duda un gobierno sabio comprende. La humanidad tiene una deuda con los animales, pues siempre los ha subvalorado, a pesar de las grandes cosas que han realizado por el hombre.
