Ya se ha vuelto una “desafortunada costumbre” que el cielo barranquillero sea eclipsado por el humo recurrente de las quemas al otro lado del río Magdalena, específicamente en el Vía Parque Isla Salamanca. Este es una de las 58 áreas protegidas que conforman el Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, siendo el único que presenta la categoría de “Vía Parque”, en atención a que se pueden contemplar bosques de manglar (los pocos que quedan), ciénagas y playas desde la carretera que comunica Barranquilla con Santa Marta.
El parque tiene una extensión de 56.200 hectáreas (562 km²). Para que se hagan una idea más clara de su área, Barranquilla tiene una extensión de 154.000 hectáreas (154 km²). El parque es importante por sus cuerpos de agua, playas y diversidad biológica, destacándose el avistamiento de aves migratorias, el recorrido por las costas de la Ciénaga Grande de Santa Marta, las playas de Cangarú y Onaca, los paisajes únicos que ofrece el delta estuarino del Magdalena y la mínima promoción ecoturística del parque.
El parque se encuentra estrechamente vinculado a Barranquilla en virtud de su ubicación: limita al norte con el mar Caribe; al este, con la Ciénaga Grande de Santa Marta; al sur, con el complejo de ciénagas de Pajaral; y al oeste, con el río Magdalena. En este último límite se destaca que, teniendo solamente al río Magdalena de por medio, colinda con nuestra ciudad a través de 14.39 kilómetros lineales aproximadamente, teniendo una separación en promedio entre el parque y la ciudad de 650 metros; es decir, la misma distancia que existe entre el Estadio Edgar Rentería y el Estadio Sugar Baby Rojas (15 minutos caminando, aproximadamente).
Pero, a pesar de la cercanía entre el parque y Barranquilla, la jurisdicción político-administrativa del parque se encuentra constituida entre dos municipios del departamento del Magdalena: Sitionuevo y Puebloviejo; destacándose el primero por contar con la mayor extensión sobre el área de terreno que constituye el parque, a pesar de presentarse una distancia desde el límite del parque hasta el casco urbano de Sitionuevo de 17 kilómetros aproximados, es decir, veintiséis 26 veces la distancia que existe entre Barranquilla y el parque.
Los municipios en mención se destacan por el abandono estatal en el que se encuentran, tanto del gobierno departamental como el nacional. Las condiciones en ellos son de extrema pobreza, además son municipios de sexta categoría, que ocasionalmente salen del anonimato lastimosamente por malas noticias, como lo fue hace poco la tragedia en el corregimiento de Tasajera (Puebloviejo) y vuelven a caer en el olvido con el pasar de los días hasta que sucede un nuevo accidente o algún bloqueo de la vía por alguna protesta. En atención a los factores precitados, lo que pueden aportar dichos municipios al parque es poco o nada.
Sino fuese suficiente lo anterior, la administración y custodia del parque recae sobre Parques Nacionales Naturales de Colombia, entidad que se hace notar por su presencia y gestión en otros parques naturales como el Parque Tayrona, El Cocuy, el Nevado del Huila, entre otros. Sin embargo, en nuestro Vía Parque Isla Salamanca la vigilancia y control de esta entidad es insuficiente en términos diplomáticos y más aún en el sector donde se presentan las quemas que afectan el ambiente de nuestra ciudad.
En el papel se quedan todos los reconocimientos y medidas de protección con los que cuenta el parque (uno nacional: Vía Parque; y tres internacionales: Área de Importancia Internacional para la conservación de las Aves , Zona Núcleo de la Reserva de la Biósfera y Humedal de Importancia Internacional Ramsar del Complejo Lagunar Ciénaga Grande de Santa Marta) cuando los delincuentes perpetran las quemas por distintos motivos, entre los cuales se destacan la obtención del carbón vegetal, la limpieza de áreas de terreno para la agricultura y el ganado, la quema de basuras y otros tantos. Todo esto ante la ausencia de las autoridades competentes.
Cada vez que se presentan las quemas se prenden las alarmas de las entidades y autoridades de Barranquilla, las cuales, sin tener jurisdicción político-administrativa en el parque, muchas veces atienden los incidentes. En varias ocasiones, la Alcaldía de Barranquilla, la Oficina de Gestión del Riesgo y el Cuerpo de Bomberos Oficial de Barranquilla han prestado sus servicios de despliegue y disposición para mitigar las quemas. Lo anterior ante el escaso o nulo accionar de Parques Nacionales, los municipios de Sitionuevo y Puebloviejo, y ni qué decir de la Gobernación del Magdalena, que por estos “lares solo se ve en épocas electorales”.
¿Hasta cuándo los barranquilleros debemos sufrir la negligencia de las autoridades?, ¿la administración y jurisdicción del parque es solo para recibir recursos y ampliar el mapa de un departamento, pero al momento de las quemas las debe atender otro?
Ante la última quema, el alcalde de Barranquilla (Jaime Pumarejo) informó que presentará al Ministerio de Ambiente una estrategia integral tendiente a solucionar de fondo la problemática recurrente de las quemas en el parque. Espero por el bien de todos que esta no sea un proyecto más sin ejecutarse por parte del gobierno y de todos aquellos que les compete el tema. Qué pereza continuar con la rutina del uso de mascarillas en Barranquilla después de la pandemia pero para protegernos del humo producido por las quemas “cotidianas”.
