La Constitución a prueba
Opinión

La Constitución a prueba

Una reflexión sobre la andanza(1) electoral

Por:
mayo 22, 2014
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Al comenzar el año nos pareció que la contienda electoral, estaba bien que aburrida; y, lo está. Miremos: es lo que sucede cuando la concepción de Estado, las ideas son desplazadas por posturas egocéntricas; cuando no interesa o, muy poco, lo que siente la gente en sus necesidades; en el momento en que lo de interés está muy lejano a la calidad de la salud, la educación; en fin, cuando todo eso sucede y, acontece al mismo tiempo, no propiamente estamos refiriéndonos a un certamen electoral, sino a un baile de despropósitos: los intereses nacionales, entonces, están fuera de órbita. En suma, la cosa pública, se torna en privada y, el acceso al poder, un mecanismo de trampa.

Los partidos políticos, antes que planteamientos, de programas, viven en un festín de Medievo: se han rapado el Estado, a girones se lo reparten. Ahhh y, la oposición, como ave rapaz, no trata de buscar el camino al Estado y su manejo, sino hace cuentas de cuánto hace falta para ser el dispensador del bazar, del bacanal, que se ha de saborear y... engullir.

Obvio, se disfraza el despropósito con terminales, pomposas, coléricas frases que apuntan a incumplimientos, traiciones y, de desgobierno. Pero me pregunto ¿cuándo han dejado gobernar y, el gobierno cuando lo hizo que no fuera de manera vergonzante? En el peor de los mundos.

El atajo se impuso y, el todo vale para llegar. Pero y, ¿llegar a qué? ¿A dónde? ¿A los girones de establecimiento? ¿Al cadáver insepulto que han puesto en el mal oliente anfiteatro? ¿Y, la política? ¿El Estado? ¿La gente? Nada importa. Adelante, adelante que la mesa se encuentra servida, los comensales con goloso apetito.

Si señoras y señores: al gobierno, al ejecutivo le ha faltado liderazgo, no ha recordado quién es el presidente, se ha dejado saltar por los mecanismos de la marrulla hasta de los organismos de control; le ha parecido que ejercer el poder es dejarse gobernar, como si el gobierno no fuera de su persona; que ha sido autista, las protestas ciudadanas, en especial del campesinado, su reflejo; que en veces ha preferido que los hechos lo atropellen, como en el caso de la pérdida del pleito en la Corte Internacional de la Haya y, sin rubor expone cuanta fórmula de concitación interna le presentan, sin respecto o, en palabras exactas, sin respeto por los compromisos internacionales; y, si el ejemplo es tonto, sucedió nuevamente con las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; trató de agradar a la galería, sin saber que un coro se había tornado en… gallera. En fin, al gobierno, al presidente sí que el cabe harto de responsabilidad y, en mucho. Ni hablemos de la colisión sucedida con la fallida reforma a la justicia; no resiste un comentario.

Son todos pecados que ha atesorado —se dice, primorosamente— el Gobierno; pero a su vez, programas, esos si programas como el de vivienda y agua, lo alcanzado por la ley de víctimas y tierras, el insistente propósito de erradicar la pobreza absoluta; la aceptación de la existencia del conflicto interno armado —quien lo dijera, como si no existiera, qué pena—, con todas sus consecuencias pasando por la fijación de responsabilidad del conteniente, es decir, de la subversión y, llegando a la posibilidad de resultas en La Habana con las Farc; no son poca cosa.

Pero el ‘estado del arte’, es otro: es un hecho, lo que está en juego es, entre otras maniobras de dificultad, la supervivencia de la Constitución Política; ello, porque existe, resaltémoslo, la tendencia de excluir, de avasallar y, por supuesto de relegirse hasta que el tiempo pierda sus cuentas. Así la andanza, el azaroso devenir de las elecciones son el preámbulo del debacle constitucional. Ahh y, esto último, ¿no han observado que hay funcionarios públicos actuales y que van a entrar en función que aplican y suspiran por la Constitución de 1886 y, devengan eso sí, con la de 1991? Fatídico. Reflexionemos, Colombia merece mejores días, sin que los caballeros de la guerra, la borren de la memoria de lo que la paz permita.

[1]andanza. (De andar1). 1. f. Acción de recorrer diversos lugares considerada como azarosa. (…) 5. f. pl. Vicisitudes, peripecias, trances. (…).Real Academia Española. http://lema.rae.es/drae/?val=andanza.

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