La causa principal de todo es este gobierno infame
Opinión

La causa principal de todo es este gobierno infame

El gobierno nacional, estúpidamente, le está dando largas a la negociación y no oculta su disposición a la salida violenta

Por:
mayo 28, 2021
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El miércoles en la tarde asistí al portal de las Américas, con el propósito de ver con mis propios ojos lo que ocurría en aquella hermosa plaza, ahora llamada portal de la Resistencia por los jóvenes que se concentran allí diariamente. Lo que vi trajo a mi mente una serie de reflexiones. Quizás la mejor manera de permitirles fluir sea hablando de Yamil, un vecino de infancia.

Había crecido paralelamente con nosotros, aunque era un par de años menor que yo. Desde pequeño fue grueso, pero no de obesidad propiamente. Su naturaleza era la de un muchacho fornido y pesado. Alguna vez, siendo grandecitos, me puse unos guantes de boxeo con él. Yo había aprendido a imitar a Mohamed Alí, el ídolo de nuestra niñez, y me movía con agilidad para propinarle mis jabs de derecha. De pronto sentí como un garrotazo en la cabeza.

Casi me desplomo por el  golpe, aunque logré mantenerme en pie y disimular su efecto. Comprendí que estaba enfrentando a un muchacho con una fuerza muy superior a la mía. Un minuto después esgrimí algún pretexto para dar por terminada la pelea. Un diciembre, uno de mis hermanos mayores se propuso emborracharlo. Y los demás le seguimos la idea. Suministrábamos trago tras trago de aguardiente a Yamile, quien los bebía con tranquilidad sorprendente.

La tarea resultó imposible. Su contextura le permitía, como a un Hércules, resistir todo el licor que le dábamos. Lo que vi en el Portal de la Resistencia me hizo recordarlo. Una aglomeración enérgica de jóvenes, hombres y mujeres, algunos apenas adolescentes, otros frisando la mayoría de edad. Vibrando con energía y alegría incesantes. Interpretando unos tras otros coros y consignas, envueltos en banderas de Colombia y decididos a cambiar este país con su lucha.

Los acompañaban mujeres y hombres de mayor edad, aunque en menor número. Contagiados por completo de la rebeldía juvenil. La inmensa mayoría de los presentes portaba carteles, casi todos escritos a mano en trozos de cartón o cartulina. Su contenido repudiaba de la manera más ingeniosa al gobierno actual, al que sin vacilación calificaban de criminal y asesino. Centenares, miles de caricaturas criticaban al presidente Duque y exigían su salida.

El ambiente general era de alegría desbordante, rayano en la fraternidad. Todos se sentían hermanos y recibían con cariño a quienes se les acercaran. Sin dificultad pasaban a explicar qué los congregaba. Manifestar su indignación con el gobierno nacional, al que evidentemente desprecian. Escuché sus razones, hallando plena coherencia y convencimiento en su discurso.

Si algo los tiene furiosos es la represión con la que se ha respondido su protesta. Me atrevo a pensar que sin los abusos, violencias desproporcionadas, abaleos, detenciones, asesinatos, lesiones y desapariciones ocasionadas por la Policía Nacional y los civiles que mezclados con ella agreden sin disimulo a los marchantes, el paro nacional se hubiera podido detener pocos días después de iniciado. La brutalidad oficial tiene que ver mucho con su prolongación.

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No puede subestimarse la capacidad de resistencia de los jóvenes en las calles. Duque los está ninguneando, y ellos tienen una fuerza enorme, mucha más de la que les atribuyen

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Creo que fue eso lo que me hizo recordar a Yamil. Mientras el presidente Duque, sus ministros y  comandantes de Policía y Ejército insistan en la táctica que idearon para aplacar el paro, solamente enfrentarán más fracasos. No puede subestimarse la capacidad de resistencia de los jóvenes en las calles. Duque los está ninguneando, y ellos tienen una fuerza enorme, mucha más de la que les atribuyen. Los crecientes enfrentamientos con el Esmad lo demuestran.

Los jóvenes, muchachas y muchachos con los que intercambié, son muy claros. Sus reclamos se relacionan directamente con la situación económica y social de sus familias, agravada por la forma con la que Duque trató la pandemia. Empleo, salud, educación, oportunidades, esos son sus reclamos básicos. A ellos se añadió el de la reforma a la Policía y el fin del Esmad. Este último, que ahora casi se torna en principal, crece con cada agresión o disparo.

Quizás unos tres mil jóvenes expresaban allí su aborrecimiento por Duque, Uribe y su partido. Pacíficamente, porque como explicaban muchos, querían con su presencia desvirtuar aquello de que la protesta carecía de sentido o era obra de vándalos. Simultáneamente otros tantos manifestaban igual en diferentes sectores de la ciudad, en otras ciudades, plazas, pueblos, campos, carreteras y veredas de Colombia. La cuestión no es despreciable y deben tomarla en serio.

El gobierno nacional, estúpidamente, le está dando largas a la negociación y no oculta su disposición a la salida violenta. Comete una grave equivocación. Únicamente echará más leña al fuego. Además ha emprendido una ruidosa campaña mediática para deslegitimar la protesta, intentando echarle encima la gente con el argumento de que los marchantes no dejan trabajar ni producir. Esto puede tener algo de verdad, pero evade la responsabilidad principal.

La de que este gobierno infame es la causa principal de todo lo que pasa. Es bueno que se vaya.

 

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